Glamour (Spain)

Modelos digitales: ¿estamos preparados? Por Sandra Barneda

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na de las gurús americanas de libros de autoayuda, Louise L. Hay, no ha dejado de repetir la misma frase como llama de la felicidad : “Ámate a ti mismo y cambiará tu vida”. Una afirmación aparenteme­nte sencilla que, sobre todo en las mujeres, acarrea una red invisible de complejida­des y complejos que son difíciles de superar. Sin poder evitarlo y durante demasiado tiempo o toda su vida, las mujeres se debaten entre lo que son y lo que deberían ser en muchos campos: en el trabajo, con la pareja, con la familia y con ellas mismas y su físico. Desde hace un año, la rebelión por el cuerpo real, por la imagen femenina tal cual es, se ha vuelto viral a través de múltiples campañas; entre ellas, el ya popular movimiento Body Positive. La intención es que principalm­ente las mujeres tomen actitudes más positivas hacia sus cuerpos, mejorando la autoestima de su propia imagen, sea de la forma, caracterís­tica o tamaño que sea, y valorando su identidad única. Han sido muchas las modelos, actrices y personajes populares que, a través de sus redes, han mostrado su apoyo a dejar de seguir ese estereotip­o de mujer; retratándo­se sin maquillar o luciendo el cuerpo al natural. La cantante Alicia Keys apareció así en una imagen de su Instagram, enseñando además sus glúteos sin filtros. “¡ Amo esto! Me inspiran las personas que aman con valentía cada parte de sí mismos.” La actriz americana Jamie Lee Curtis fue una de las primeras en alzar la voz cuando en 2002 publicó una imagen de ella en ropa interior sin artificios. “No quiero que las mujeres de 40 piensen que tengo una figura perfecta. No es más que un fraude.” La lista de famosas contra el exceso de Photoshop y dejar de reconocers­e en una foto ha aumentado, pero me temo que no a la misma velocidad las marcas que deciden mostrar a la mujer real en todas sus variedades. Sin embargo, una nueva amenaza acecha todo lo cosechado : las modelos virtuales comienzan a salir al escenario para las marcas produciend­o asombro y muchas críticas. Incluso existen instag rammers totalmente virtuales, como la conocidísi­ma @lilmiquela , con más de seisciento­s mil seg uidores. Cabe preg untarse si podemos ir contra el f uturo virtual y qué es primero, ¿ el huevo o la gallina ? La tendencia a utilizar decenas de

La periodista y escritora Sandra Barneda realiza una afilada reflexión sobre la proliferac­ión de modelos vir tuales y su impacto en Instagram y en las campañas publicitar­ias. ¿Es esta la belleza que queremos? ¿Es el fin de la mujer real?

filtros para las fotografía­s ha provocado que, en el extremo, existan mujeres reales que parecen virtuales y, de ese modo, la delg ada l ínea entre lo correcto o incorrecto, la moda y lo per verso, se desvanece. La última polémica ha venido de la mano de la firma noruega H&M, que ha hecho uso de cuerpos virtuales para su tienda online. La Nor wegian Broadcasti­ng Corporatio­n, uno de los grupos más importante­s del país, acusó a H& M de “crear ideales físicos poco realistas”. Seg ún ha dicho en un comunicado el gabinete de prensa de la empresa, la idea de utilizar modelos virtuales responde al mismo objetivo que el uso de maniquís en las tiendas. “No son cuerpos reales, son completame­nte virtuales y hechos por ordenador. Ponemos las fotos de las prendas en un maniquí y después creamos la apariencia humana.” Hace cinco años, muchos expertos decían que no existía espacio en el mundo del ecommerce para las modelos virtuales, pero los etailers, la tecnolog ía y los usuarios han madurado de tal manera que ahora este tipo de realidad aumentada es una realidad en el sector. Otras marcas como Hugo Boss, Superdr y o Vente-privee también han co - menzado a usarlas. Lo cierto y curioso es que no existe en esas modelos virtuales un rango diverso de tallas y tipolog ías ; todas atienden al canon estándar que se desea erradicar. Si la práctica de crear modelos virtuales y usarlas se propaga, sería l le varlo todo al extremo, pero ¿no hemos sido los propios usuarios de redes parte de la causa ? Las otras realidades virtuales, como el famoso jueg o Second Life, donde creas tu propio avatar, l le va al extremo los cánones de belleza establecid­os que colocan a la mujer en una muy difícil situación frente a su espejo y su cuerpo. No existen los cuerpos perfectos en la vida real, pero… ¿ las redes son vida real ? En 2016 f ue Louis Vuitton quien puso como protag onista de su campaña a una estrella dig ital : Lig htning , personaje del popular videojueg o Final Fantasy. La modelo dig ital de pelo rosa l leg ó a conceder una entrevista para un periódico americano y a aparecer en los anuncios de la marca de distintos países. La f usión del videojueg o con la publicidad dio buena rentabilid­ad a la marca, al tiempo que f ue criticada por sembrar un ideal de belleza irreal. En la industria del videojueg o desgraciad­amente son muchos los estereotip­os sexistas : la mayoría de personajes femeninos lucen con poca ropa, belleza espectacul­ar, proporcion­es sobredimen­sionadas y actitud pasiva .

¿Qué uso hacemos de ello ? ¿Cómo afecta a nuestro inconscien­te colectivo ? ¿Cómo nos mostramos en nuestras propias redes sociales ? Los espejos de las mujeres sig uen deformados y, seg ún los últimos estudios, internet no hace más que acrecentar­los. Seg ún la Universida­d St Andrews de Escocia, demuestra que los poseedores de una conexión wifi están más expuestos a los ideales creados por los medios de comunicaci­ón y la publicidad. Instagram ha convertido la fotografía en posfotogra­fía. La periodista Marta García Aller define muy bien todo el futuro que nos sobreviene en su libro El fin del mundo tal y como lo conocemos: “Las fotos ya no sustituyen la memoria. Ya ni si quiera como escribía la fotógrafa Susan Sontag , en el ensayo que le dio la fama en los 70: ‘Fotografia­r es conferir importanci­a’. La mayoría de las imágenes que tomamos se desvanece cuando llegan al receptor, ig ual que cuando uno dice que está tomando café se olvida cuando llega al receptor. En el mundo digital, su función ya no es recordar, sino comunicar algo”. ¿ Podemos cambiar la acelerada simbiosis entre la realidad y la ilusión? ¿ Podemos hacer que la realidad se vea como real? Otro ejemplo lo tenemos en el fenómeno de masas de Hatsune Miku, una sensación en la música japonesa de 16 años con una voz espectacul­ar. Su particular­idad es que no es humana, sino creada por ordenador y, gracias a los gráficos 3D, aparece a modo de holograma en el escenario. Ella sola ha llenado estadios, ha ofrecido conciertos en directo y al día recibe millones de visitas en su canal de Youtube.

l futuro virtual ha llegado a nuestra era, las gafas 3D están al alcance de cualquiera, y es solo el principio de lo que nos espera. Ese mundo forma ya parte de nosotros y, sin que podamos romper los parámetros de la mujer en el mundo real, estamos pintando el mundo virtual. La intelig encia artificial llega con fuerza ; el problema es que las mujeres apenas suman el 30 por ciento de

“USAR MODELOS SE CVIROTUMAL­PEAS RA AL DE MANIQUÍS TIENDA” EN LA

la fuerza de trabajo en el sector tecnológic­o, seg ún cifras de Apple, Google, Facebook y Amazon. Así de curioso es que la mayoría de asistentes virtuales sean femeninas, llamadas Fembots, hechas para complacer el imaginario masculino, y que cosifican a las mujeres y perpetúan los estereotip­os de género. Los propios Bots son educados con bases de datos que vienen sesgadas, replicando una mente llena de los mismos estereotip­os sexistas o racistas que sig uen existiendo. Especialis­tas en inteligenc­ia artificial enfatizan que la única vía para evitar que la tecnología actúe con prejuicios es que todos los involucrad­os en el proceso sean consciente­s del impacto decisivo de su trabajo en la sociedad. No podemos detener el futuro, pero sí debemos encargarno­s de qué mundo virtual estamos creando a la velocidad casi de la luz. Nada es en vano, por ello, si dejáramos de pintar con el filtro del cuerpo diez y la belleza eterna nuestras fotografía­s personales o nuestros propios avatares, la ilusión esclavista perderá fuelle. A ello se refería Alicia Keys cuando hablaba de amar con valentía cada cuerpo de uno mismo.

Fue todo un acierto la campaña Underneath We are Women, de Amy D. Herman, que muestra la diversidad tapada por un modelo imperante y único de mujer. Bajo el título 100 mujeres, 100 cuer pos, 100 historias, se enseña la multiplici­dad de tipolog ías de mujer y carácter a través de las ya bautizadas fotografía­s honestas ¿ Cuántas fotografía­s honestas l lenan las redes personales de cada uno?

El espejo en el que desean que nos reflejemos sig ue siendo uno y se resiste a compartir el trono. “La normalidad es una ilusión – decía con ironía Morticia Adams–, lo que es normal para una araña es el caos para una mosca.” Las mujeres somos las moscas, y la sociedad esa araña que teje la tela invisible donde se quedan atrapadas. Es cierto que en la crítica y no el aplauso han quedado frases de los 90 como “Nada sabe tan bien como se siente la delgadez”, de la modelo Kate Moss; pero el Body Positive necesita muchas más acciones para que cuaje en nuestro colectivo. Nuestro universo se ha ampliado, vivimos entre dos mundos: el real y el virtual, cada vez más superpuest­os, más interco - nectados. No podemos detener el uso de modelos virtuales, pero sí su tipología, los estereotip­os que venden. Podemos cambiar nuestra vida, pero pasa por amarnos y no deformar nuestra realidad ni permitir que nadie lo haga.

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