Glamour (Spain)

Cinco verdades de la cosmética farm-to-face

Obsesionad­a con la frescura, ética, auténtica, cero contaminan­te... Así es la nueva tendencia de belleza que llega directa del campo a tu piel.

- Texto: Carol López. Foto: Paul Bellaart

en Instagram acumula ya más de 13.000 publicacio­nes. La cosmética farm-to-face –“de la granja a la cara”– es la última vuelta de tuerca de la belleza verde. Inspirada en la gastronomí­a farm-totable, esta tendencia eco traslada al cuidado de la piel los principios de frescura, ética y contaminac­ión cero de restaurant­es como Blue Hill (Nueva York), Azurmendi (País Vasco), We Are The Farm ( Tokio) y Gather (Berkeley, San Francisco).

Es fresca de verdad. Los cosméticos tradiciona­les están hechos con ingredient­es sintéticos que son más baratos que sus equivalent­es naturales”, explica Tata Harper, fundadora de la homónima marca farm-toface. “Contiene muchos conservant­es, así que es posible que una crema tenga ya dos años cuando abres el frasco”, dice. La cosmética de granja usa ingredient­es naturales que continúan frescos cuando llegan a la piel. “Es muy importante, porque a medida que el cosmético envejece, sus ingredient­es se descompone­n y no brindan los beneficios para los que estaba destinado”, dice Harper.

Es sostenible. Los restaurant­es farm-to-table cultivan verduras y hortalizas en su propio huerto, y compran la carne, los lácteos y el pescado a granjas cercanas. En este tipo de cosmética, la caléndula, el aloe, la granada y la miel se cultivan localmente respetando los ciclos biológicos de la tierra. “Las materias primas provienen de ecosistema­s libres de químicos y pesticidas”, dice Claire Lafon, fundadora de Apicia. “Contamos con una red de apicultore­s en Francia. El polen de jara se produce localmente a partir de una especie de arbusto que solo se da en España. El propóleo se cultiva en Brasil y México... Todas las materias primas se envían a nuestra fábrica en Francia, donde desarrolla­mos las fórmulas.”

Es artesanal. “No subcontrat­amos ninguna fase del proceso de producción”, dice Tata Harper. Las marcas de cosmética de granja tienen una estructura vertical. “Cultivamos con nuestras manos, formulamos en nuestro laboratori­o y llenamos cada frasco en la factoría ubicada en la granja”, añade.

Es ética. La producción farm-to-face es cien por cien transparen­te y respeta el origen ético de los ingredient­es. “Creemos que nunca habría que tener que elegir entre salud y eficacia. Entre lo natural y el lujo. O entre belleza e inteligenc­ia”, afirma Harper.

No contamina. El comercio online es el principal sistema de venta de este tipo de marcas. Y no hay nada más irritante que recibir una enorme caja llena de plásticos con un pequeño frasco. El compromiso verde exige embalajes que reduzcan al mínimo el etiquetado, los plásticos y el cartón.

LAS CREMAS HECHAS EN GRANJA SON MÁS FRESCAS

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