Glamour (Spain)

“Como me he demostrado a mí misma que puedo llegar, NO TENGO PRISA”

-

cuando las cosas llegan a los centros no hay quien las arranque!” (Federico García Lorca, Bodas de Sangre, 1931). A Hiba Abouk (Madrid, 1986) –apasionada de la poesía lorquiana y de la música de Camarón de la Isla, “la banda sonora de mi vida”–, el gusanillo de la interpreta­ción se le metió dentro, “a los centros”, cuando aún estaba en el colegio. “Me gustaba leer y decidí apuntarme a teatro para darle vida a esas palabras. Tuve una adolescenc­ia complicada, y subirme a un escenario me ayudaba un montón. Era otra, se me olvidaba todo. Pero dedicarme a ello me parecía imposible, en mi casa nadie lo iba a aceptar. Nació entonces en mí la necesidad de hablar de la mujer árabe, de reinvindic­ar su papel, y pensé que siendo actriz tendría la oportunida­d de hacerlo, de llegar a más gente. Así que, después de estudiar un par de años de Filología Árabe, entré en la RESAD (Real Escuela Superior de Arte Dramático), en Madrid.” Hiba coronó su cima –“aunque queda mucho por hacer”– con el papel de Fátima en la serie El Príncipe: “Siempre pensé que ese personaje tenía que ser para mí. La historia de esa mujer musulmana que se enamora de un cristiano ayudó a normalizar la cultura musulmana. Por ejemplo, Fátima tenía una forma muy curiosa de ponerse el velo, dejando que se viera un poco el pelo y, según leí en un artículo, esto creó tendencia entre las jóvenes de Ceuta, que empezaron a imitarla. Desde entonces, muchas chicas me escriben, muchísimas, me preguntan cómo lo he hecho, me piden consejo, apoyo emocional...”.

La de Hiba Abouk es la historia de una mujer hecha a sí misma. Madrileña de padres tunecinos, ha sufrido en carne propia los estigmas del racismo: “Cuando empecé a trabajar no me querían ni ver. Alegaban que buscaban una actriz española y, cuando les decía que yo lo era, respondían: ‘Pero con esos apellidos, ¿cómo va a ser española?’. Lo sorprenden­te es que esto siga pasando. De hecho, hace poco me ha vuelto a ocurrir, pero yo ya no me lo callo”. Y es que, si a Hiba le cierran las puertas, ella va y las hace giratorias, para entrar y salir cuando quiera, como alma libre que es. “Me siento muy orgullosa de mis orígenes. Formar parte del norte de África me da tierra, ¿sabes? Y a mí es donde me gusta estar.” A eso de tocar tierra le ayuda su grupo de amigas de toda la vida: “Son gitanas, viven una realidad muy específica, son muy humildes. Aunque también es algo que está en mí. Me marché de casa con 18 años, con una mano delante y una detrás, así que no me permito mucha tontería, prefiero tenerlo todo bastante claro”. Tal vez por ello, para evitar que se le despegaran los talones, la actriz decidió hace dos años trasladar su residencia a París, justo después de saborear las mieles y hieles del éxito de El Príncipe: “No pongo a nadie en un pedestal, para mí todo el mundo es igual. Por eso, aunque lo respeto, me resulta rara esa forma de idolatrar. Me muevo con más fluidez en un sitio donde soy desconocid­a. Tenía claro que, cuando la serie terminara, me iría a un lugar donde no conociese a nadie, a empezar de cero

ey a llevarme hostias por todos los lados. Quedarte en la zona de confort no te va a aportar nada”. Y aunque asegura que no le costó adaptarse a la vida parisina, confiesa: “Cuando estoy allí, echo de menos a mi familia, mis amigos y un buen espectácul­o de flamenco. El baile es lo que más me gusta del mundo. Si pudiera elegir, sería Beyoncé, no hay mujer que me motive más. O puestos a soñar, una Lola Flores, folclórica y disfrutona”.

n la Ciudad de la Luz contó con un padrino de excepción: el diseñador Azzedine Alaïa. “Me adoptó, literalmen­te. Rossy [de Palma] me lo presentó antes de instalarme y me invitó a visitarle cuando me mudara. Su estudio estaba a dos calles de mi casa, así que un día me acerqué a tomar un té con él y desde entonces... Me invitaba a comer todos los días. Le gustaba mucho la gente joven, guapa –para qué negarlo– y de origen tunecino como él. Ejercía ese rol de padrino con muchas personas. Recuerdo con especial cariño el verano que pasamos juntos en Túnez. Tenía una casa allí, pero llevaba años sin ir, y conseguimo­s convencerl­e. La primera noche me invitó a cenar a su casa, que no tenía cocina, y una de sus primas nos trajo la comida en tuppers. Cenamos en platos de plástico sentados en el suelo, con absoluta naturalida­d. Es la persona más humilde que he conocido. Solo tenías que ver cómo iba vestido, siempre igual, todas las mañanas a las 9.30 se sentaba en su mesa a dibujar y a cortar sus patrones sin importar a qué hora se hubiera acostado. Tenía mucha vitalidad.”

#friendsand­family es el hashtag que acompaña todas las fotos de Instagram de Hiba en las que aparece con sus amigos: “No soy nadie sin ellos. Tengo pocos, pero somos todos una gran familia. Mis mejores amigos viven dos pisos por encima del mío en París; y en Madrid me ocurre un poco lo mismo”. Hace poco, uno de ellos, el fotógrafo Nico Bustos, la retrató desnuda en una foto que la actriz publicó en su IG: “Me encantan los desnudos, sobre todo los femeninos. Me gusta porque detrás de esa foto hay una historia de resilienci­a. Yo tenía un mal día y Nico me dijo: ‘ Te voy a hacer una foto para que veas que estás genial’”. Le preguntamo­s si su belleza le ha ayudado o perjudicad­o en su profesión: “Ninguna y las dos cosas. El otro día, mi representa­nte francesa me dijo: ‘Me han dicho que eres demasiado guapa. Vamos a hacerte unas fotos un poco demacrada, para que vean que también puedes ser fea’. En ocasiones me habrá ayudado, y otras, no tanto”. Hiba Abouk vive a caballo entre Madrid y París, donde acaba de rodar un par de cortometra­jes: “No estoy en esta profesión por dinero, lo que me importa es que la historia sirva de algo; y si es una comedia, que entretenga bien. Se hace mucho proyecto mediocre, todo hay que decirlo. No es que yo sea la mejor actriz del mundo, pero creo que solo haciendo buenos proyectos puedes crecer, aprendiend­o a decir no. Como me he demostrado a mí misma que puedo llegar, ya no tengo prisa. Quiero disfrutar, levantarme cada mañana e ir a trabajar en algo que me guste y de lo que me sienta orgullosa”.

 ??  ?? Christian Dior legó La Colle Noire a su hermana Catherine y a su colaborado­ra Raymonde Zehnacker. En 2013, la Maison de Parfums Dior adquiere la residencia e inicia su restauraci­ón, que culmina tres años después. La actriz, con vestido de Dior, sobre la mesa de piedra ante la fachada sur del castillo.
Christian Dior legó La Colle Noire a su hermana Catherine y a su colaborado­ra Raymonde Zehnacker. En 2013, la Maison de Parfums Dior adquiere la residencia e inicia su restauraci­ón, que culmina tres años después. La actriz, con vestido de Dior, sobre la mesa de piedra ante la fachada sur del castillo.
 ??  ??
 ??  ?? Mil árboles, jazmines y el perfume de las rosas de mayo, base del perfume Miss Dior. Para marcar los pómulos se ha utilizado Dior Backstage Contour Palette.
Mil árboles, jazmines y el perfume de las rosas de mayo, base del perfume Miss Dior. Para marcar los pómulos se ha utilizado Dior Backstage Contour Palette.
 ??  ?? Con rosas de Grasse y damascena, Miss Dior Eau de Parfum (132 €/100 ml) incluye también notas de naranja sanguina y mandarina.
Con rosas de Grasse y damascena, Miss Dior Eau de Parfum (132 €/100 ml) incluye también notas de naranja sanguina y mandarina.

Newspapers in Spanish

Newspapers from Spain