Glamour (Spain)

¿Por qué hay que defender el tiempo de las mujeres?

Cuando España registra la tasa de natalidd más baja en 40 años, la escritora Nuria Varela indaga en la raíz del problema, la gestión del uso del tiempo y las tareas de cuidados.

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En España cada vez nacen menos bebés. Desde los años 80, las mujeres han hecho una verdadera huelga de natalidad que en los últimos años se ha recrudecid­o. Más allá de la crisis económica y las trabas para acceder a una vivienda y un trabajo más o menos estable, la principal razón parece estar en el ámbito de los cuidados. La dificultad de las mujeres más jóvenes para tener una vida plena en la que poder ser madres y profesiona­les, destaca entre las razones de su renuncia a la maternidad.

María Ángeles Durán, catedrátic­a de sociología del CSIC, dejó boquiabier­to al público que la escuchaba el 3 de febrero de 2012, el día que fue nombrada doctora “honoris causa” por la Universida­d de Valencia. En su discurso, Durán explicó que su vida cambió en enero de 1975, cuando acababa de volver del hospital de dar a luz a su segundo hijo y a causa de una diarrea del recién nacido, en un solo día se acumularon en su casa siete lavados de ropa. “En la Facultad de Económicas, de la que era profesora –recordaba la catedrátic­a–, sucesos como éste parecían carecer completame­nte de interés”. Sus colegas creían que lo que tenía importanci­a era el petróleo o el precio del trigo, pero esas siete lavadoras en un solo día fueron determinan­tes para que Durán se convirtier­a en la mayor experta en el estudio del uso del tiempo y el trabajo de cuidados. Gracias a sus investigac­iones, las que comenzaron el día de las siete lavadoras, hoy

sabemos que el trabajo doméstico y de cuidados, si se considerar­a importante y se contabiliz­ara económicam­ente, prácticame­nte duplicaría la riqueza de los países y, sobre todo, conocemos que éste lastra la vida de las mujeres. Un trabajo no pagado y la mayoría de las ocasiones, incluso invisible. Las mujeres más jóvenes, de 16 a 19 años son las más afectadas por el desempleo con una tasa de paro cercana al 71 por ciento. Entre los 16 y los 24 años, la tasa de afiliadas a cualquier régimen de cotización ( incluidas autónomas) es poco más del 20 por ciento y la modalidad de contrataci­ón temporal “eventual por circunstan­cias de la producción”, con una duración igual o inferior a un mes, fue en 2015 la más frecuente entre las trabajador­as.

Así, la precarieda­d y la dificultad de desarrolla­r vidas profesiona­les junto al trabajo de cuidados no repartido tiene mucho que ver con la drástica caída de la natalidad en España. Según el último informe de Movimiento Natural de la Población del Instituto Nacional de Estadístic­a (INE), el número de nacimiento­s se ha reducido en una cuarta parte en

diez años, que traducido significa que es la tasa de natalidad más baja en los últimos cuarenta años. También, la edad media para la maternidad no ha parado de aumentar en los últimos diez años hasta alcanzar los 32,1 años mientras se reduce el número medio de descendien­tes por mujer, que se sitúa en 1,31. En esa línea de descenso, también disminuyer­on los matrimonio­s (171.454 parejas en 2017, un 2,2 por ciento menos que en el año anterior y de ellas, el 2,7 por ciento, 4.606 parejas del mismo sexo). Igual que aumenta la edad de la maternidad, también lo hace la edad media para el matrimonio que se sitúa en 37,8 años para los hombres y 35 años para las mujeres. Explica la filósofa Ana de Miguel que el cambio más importante de la democracia fue una auténtica huelga de natalidad de las mujeres, por la que una sociedad como la española, que hasta entonces era tradiciona­l-católica y familiar llegó a tener la tasa de natalidad más baja del mundo. El problema fue que las transforma­ciones a partir de los años 80 se hicieron en el ámbito público, las mujeres comenzaron a trabajar en todos los terrenos y de forma masiva mientras que lo privado continuaba igual, a su cargo, sin que los hombres entraran en la gestión del hogar ni en el trabajo de cuidados, con lo que apareciero­n las dobles jornadas de las mujeres, en casa y fuera de ella. Dobles jornadas que significan dobles vidas, dobles presencias y sobrecarga.

Es cierto que buena parte de las mujeres en edad de tener hijos ya

“PARA EL 60% DE LAS JÓVENES, LA MATERNIDAD NO ESTÁ EN SUS PLANES” Laura Sagnier

son hijas de los primeros descensos de natalidad de los años 80 y 90, es decir, que entre 15 y 49 años solo hay 10,57 millones de mujeres, por lo tanto, es lógico que tengan menos descendenc­ia. Pero no es menos cierto que, como señala la filósofa Amelia Valcárcel, las mujeres del mundo están reivindica­ndo una vida plena, es decir, con derechos y capacidad de diseñarla a su medida: “El planeta está ocupado por sociedades que tienen ideas muy diversas sobre lo que las mujeres son y tienen que hacer, incluso sobre el aborto o los anticoncep­tivos, pero el hecho incontesta­ble es que las mujeres en todo el planeta, sin ponerse de acuerdo, están teniendo menos hijos. Y ese dato resulta muy significat­ivo de la nueva capacidad de la mujer de ser sujeto…” Es habitual escuchar a Valcárcel decir que los estados que no protegen el tiempo de sus mujeres acaban cosechando un descenso de la natalidad. Es decir, a las mujeres actuales, se les hacen incompatib­les sus planes de vida con la familia. Son las mismas mujeres que escuchan en las entrevista­s de trabajo la pregunta de si van a ser madres o quieren serlo y saben que esa respuesta probableme­nte pesará más en la decisión de su contrataci­ón que lo brillante que pueda ser su expediente.

En el estudio que la economista Laura Sagnier acaba de publicar titulado Las mujeres hoy. Cómo son, qué piensan y cómo se sienten y realizado sobre entrevista­s a 2.400 mujeres mayores de edad y residentes en España, las principale­s conclusion­es sobre la maternidad señalan que el 29 por ciento de las entrevista­das no tiene intención de ser madre y las más jóvenes son casi el doble de las que señalan que la maternidad no entra en sus planes de vida. De las

respuestas que ofrecen aquellas que sí han sido madres, se desprende que educar no es una tarea fácil y casi un tercio señala que ha resultado más difícil de lo que nunca habían imaginado, pero quizá lo más novedoso es que la maternidad está siendo una experienci­a nada grata para más de una cuarta parte de las mujeres que han sido madres. El 9 por ciento asegura que con la informació­n que tienen hoy no habrían tenido hijos e hijas y el 18 por ciento afirma que volverían a tenerlos a pesar de que no se sienten felices de ser madres. ¿Por qué se arrepiente­n? Las razones que alegan mayoritari­amente son dos. La primera, haber tenido que enfrentars­e a serias dificultad­es en el cuidado o en la educación y haber tenido que hacerlo sola o casi sola. Las respuestas recogidas por Laura Sagnier también son muy reveladora­s sobre los usos del tiempo y las tareas de cuidados. Cuando tienen hijos e hijas pequeños prácticame­nte se quedan sin tiempo para ellas. Las que tienen algún menor de 5 años de media le dedican el 43 por ciento de su tiempo y otro 32 por ciento a las tareas de casa, es decir, en total, el 75 por ciento de su tiempo. Ese porcentaje, el 75 por ciento es la media de todo el trabajo doméstico que realizan las mujeres frente al 26 por ciento que realizan sus parejas masculinas. Según los cálculos de Sagnier, al ritmo que va evoluciona­ndo la responsabi­lización de los hombres en el cuidado y educación de los hijos

y las hijas, faltarían entre dos y tres generacion­es para que se igualen el peso de la madre y el del padre.

Parece que también en este ámbito el “velo de la igualdad”, es decir, la creencia de que la igualdad entre hombres y mujeres ya está conseguida, está extendida, por lo que el despertar a la realidad se convierte en una fuente de frustració­n. Según las conclusion­es de Sagnier, las mujeres que no conviven en pareja o que no son madres, son muy optimistas con respecto al reparto de responsabi­lidades en el hogar. “Hay un abismo –destaca la economista–, entre el escenario que imaginan las mujeres que no conviven en pareja con la realidad a la que se enfrentan las que sí conviven en pareja y son madres respecto al reparto de las tareas”. Frente a ello, mientras que la mayoría de los hombres continúan manteniend­o un papel pasivo en lo que se refiere a las tareas no remunerada­s de la casa y los hijos y las hijas, muchas mujeres han asumido un papel activo en su contribuci­ón a la economía familiar. Así, a pesar de que muchas mujeres ingresan menos que su pareja, ellas están soportando, de media, el 42 por ciento de los gastos familiares. En el 57 por ciento de las parejas la existe una aportación económica femenina. Y entre las parejas en las que la mujer tiene trabajo remunerado, aquellas en las que ella está aportando lo mismo o más que él aumenta hasta el 72 por ciento. Las mujeres actuales están decidiendo sobre si quieren ser madres o no y cuándo quieren serlo y en qué condicione­s. En junio, Irlanda votaba abrumadora­mente para derogar su prohibició­n casi total del aborto. Polonia, Chile y Argentina, debaten sobre las nuevas leyes que pueden llevar a su aprobación. En España, es significat­ivo que desde

LOS PERMISOS DE PATERNIDAD Y MATERNIDAD DEBEN SER AL 100% IGUALES

que se aprobó la Ley de Salud Sexual y Reproducti­va y de Interrupci­ón Voluntaria del Embarazo, en 2010, el número de abortos no para de descender. La ley ha cumplido su objetivo, reducir el número de embarazos no deseados y de esta manera el número de abortos gracias a la mejora en las medidas y medios anticoncep­tivos. En 2011 la tasa de aborto por cada 1.000 mujeres fue del 12,47, el año siguiente, del 12,12 y así hasta 2016, que se redujo hasta el 10,36. Además, aunque ha descendido en todos los grupos de edad, es precisamen­te entre las mujeres jóvenes donde más ha disminuído el número de abortos.

Como señala María Pazos, matemática y experta en estadístic­a, “hoy se demanda que todas las personas sean económicam­ente solventes y que se correspons­abilicen de las tareas de cuidado por igual”. María Pazos es una de las impulsoras de la PPIINA, la Plataforma por Permisos Iguales e Intransfer­ibles de Nacimiento y Adopción, una asociación que desde 2005 trabaja con un objetivo único: conseguir la reforma en España del sistema de permisos de maternidad y paternidad de manera que estos sean iguales, intransfer­ibles y pagados al 100 por ciento para cualquier persona progenitor­a. Una reforma aprobada en el Congreso que aún no se ha puesto en marcha pero que es apuntada por la mayoría de las expertas como necesaria si se quiere avanzar en el camino de la igualdad y propiciar la maternidad para aquellas mujeres que la desean. Los cuidados y la crianza hay que repartirla desde que nacen las criaturas, señala Pazos, algo que también será decisivo para que las mujeres no sean penalizada­s en sus puestos de trabajo desde el acceso. También hay consenso en- tre las personas expertas en el resto de las soluciones propuestas. Por un lado, se hace urgente ampliar la educación de 0 a 3 años ofertando plazas de educativas suficiente­s y a precios asequibles y por otro, la ampliación de las políticas de apoyo no a la natalidad sino a los cuidados, es decir, como apoyo a la crianza. Junto a estas opciones, se hace inaplazabl­e racionaliz­ar los horarios de manera que la conocida conciliaci­ón deje de ser un sueño y algo que se adjudica a las mujeres para convertirs­e en una realidad para todo el mundo. Un conocido proverbio africano dice que, para criar a un hijo, a una hija, hace falta la tribu entera. Las mujeres más jóvenes se preguntan en España, como ya hiciera Carolina del Olmo en su último libro, ¿Dónde está mi tribu?

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