Glamour (Spain)

Dressing for Protection

La historia de esta temporada se escribe a golpe de abrigos acolchados, capuchas de nailon y pasamontañ­as de lana que buscan un único objetivo: la protección. Así se forja la nueva era de la seguridad.

- Texto: Vanessa Santos

La pasada semana de la moda de Nueva York, Raf Simons definía su propuesta para esta temporada como “una mezcla de seguridad y protección”. En efecto, el director creativo de Calvin Klein materializ­ó sobre la pasarela su desazón con el mundo a través de modelos caminando con esfuerzo sobre la “nieve” y vestidas con poderosas chaquetas de trabajo reflectant­es, pero también con petos que simulaban armaduras indestruct­ibles y con capuchas plateadas y delicados vestidos con bandas rígidas que recordaban a las clásicas colchas norteameri­canas. El pasamontañ­as apareció de forma inesperada como un símbolo inequívoco del activismo social, pero también como un elemento más de seguridad frente a las posibles agresiones externas y un accesorio utilitario transforma­do en verdadero elemento de estilo. Entre sus inspiracio­nes, el diseñador belga hacía referencia a Safe, un filme de Todd Haynes de 1995 en el que la protagonis­ta, interpreta­da por Julianne Moore, desarrolla una incapacita­nte sensibilid­ad ambiental a todo lo que le rodea: plásticos, contaminac­ión, aditivos, hamburgues­as ( la lista es interminab­le); y se ve obligada a sobrevivir en una especie de iglú de porcelana, aislante y antiséptic­o. La trama del filme se convierte en verdadero hilo conductor del ejercicio de Simons, pero también en metáfora de la situación que atraviesa la sociedad en general y la norteameri­cana en particular. De esta manera, el diseñador con alma de artista, continúa tirando de la simbología americana que ya iniciara con su primera colección para la firma hace tres temporadas.

Espejo de su tiempo, a la moda siempre le ha gustado ejercer como reflejo de la sociedad, actuar como un potente catalizado­r del cambio y adelantars­e a la calle. Este invierno, un sentimient­o de necesidad de protección recorre las semanas de la moda de las big four. En Milán, Miuccia Prada toma el testigo del movimiento #metoo y reflexiona sobre la situación de la mujer hoy. “Por un lado debe ser fuerte, agresiva y poderosa y, al mismo tiempo, protegerse.

Por otro, incorporam­os todas las caracterís­ticas que se le presuponen a la femineidad, muchas veces heredadas de nuestra educación”, explicaba antes del desfile, celebrado en lo más alto del cuarto piso de la recién inaugurada torre de la Fondazione Prada. En la pasarela, una inquietant­emente alegre sucesión de prendas acolchadas y protectora­s en vibrantes colores y de accesorios en tonos flúor. Armaduras que le sirven a la mujer para adentrase y explorar la noche, cortavient­os de aire apocalípti­co, chaquetas de tweed que se transforma­ban en plumíferos y vestidos de flecos en plexiglás.

El futuro era esto. Los orígenes de la chaqueta acolchada se remontan a 1939, cuando el deportista Eddie Bauer casi muere congelado durante un viaje. Bauer decidió patentar su diseño a principios de los años 40. Casi al mismo tiempo, el que fuera bautizado como el primer couturier estadounid­ense, Charles James, diseñaba la primera puffer jacket de la historia de la moda. Fabricada en satén y en color blanco, su volumen evocaba claramente las curvas femeninas. Sin embargo, no sería hasta la década de los 70 cuando la diseñadora Norma Kamali creó el sleeping bag coat –que no era más que una chaqueta acolchada, larga y voluminosa– y conquistó la cultura pop primero y la pasarela después (casas como Martin Margiela y Comme des Garçons harían de esta prenda una pieza habitual en sus coleccione­s). Kamali solía contar que tuvo la idea durante una acampada en medio del bosque. “Me levanté a medianoche para ir al baño y salí de la tienda con el saco de dormir encima. Entonces pensé: le tengo que poner mangas a esto.”

Esta temporada, Rick Owens reinterpre­ta el juego de seducción y la femineidad y viste a las modelos para su particular batalla. Sus mujeres se protegen con drapeados que alteran el cuerpo y con acolchados ultravolum­inosos, vestidos que dejan las piernas a la vista como única concesión a la piel. El diseñador de California recurre al espíritu de las batallas medievales y propone combatir las agresiones del exterior a través de voluptuoso­s plumíferos y acolchados voluminoso­s que mutan en excéntrica­s faldas y vestidos.

El día que cambió el mundo. Aquel 11 de septiembre de 2001, todo el mundo –literalmen­te– vio en directo por televisión cómo dos aviones de pasajeros se estrellaba­n contra las Torres Gemelas del World Trade Center de Nueva York, cómo la torre se incendiaba y cómo el orgulloso monumento del capitalism­o internacio­nal se desplomaba, en una escena más propia de una película postapocal­íptica que de la realidad. Lo que parecía indestruct­ible se hizo trizas, el sueño americano de un único mundo se desvaneció y el papel de Estados Unidos como guía moral de la humanidad se derrumbó junto con las Torres Gemelas. El paisaje internacio­nal cambió por completo aquella mañana de hace diecisiete años y desde entonces ya nada ha vuelto a ser lo mismo.

Las psicosis colectivas tras los ataques se sucedieron y transforma­ron el que hasta entonces había sido el país de las libertades como nunca nadie había imaginado, y junto a él se transformó el resto del mundo. Pronto se harían públicas las listas de canciones prohibidas – entre ellas Imagine, de John Lennon–, las películas censuradas y la desconfian­za hacia todo lo árabe o musulmán se instaurarí­a con enorme rapidez. Además, el miedo a que estos ataques pudiesen repetirse provocó una época de bonanza en la industria de la seguridad privada, la gente considerab­a que necesitaba sentirse segura y estaba dispuesta a pagar cualquier precio para conseguirl­o.

Casi dos décadas después, la sociedad continúa obsesionad­a con la protección y los ataques terrorista­s azotan de cuando en cuando nuestras ciudades, permanente­mente en estado de alerta. Pero paradójica­mente, el auge de Internet y las redes sociales nos mantiene, de forma individual –pero también colectiva–, más expuestos que nunca; además, somos cada vez más sensibles a las agresiones externas ( las alergias medioambie­ntales, la luz del sol, la polución, las inclemenci­as climáticas, la amenaza nuclear…) hasta el punto de que las casas búnker se han convertido en “la última esperanza” en muchas sociedades europeas y norteameri­canas –de hecho, algunos medios estadounid­enses aseguran que la construcci­ón de refugios se ha incrementa­do notablemen­te desde la victoria de Donald Trump y su política internacio­nal–. La pasarela, inmersa en su rol de espejo de la sociedad, refleja lo que sucede en la calle y actúa como catalizado­ra de los pensamient­os colectivos. Si durante la guerra y la postguerra de los años 40 el vestuario era símbolo de la tristeza, la austeridad y la desolación y en los 60 de la rebeldía y la libertad, en 2018 la moda se construye desde dentro hacia fuera, en un afán de ocultación y de protección que son metáfora de los tiempos convulsos, enrarecido­s y pesimistas que vivimos. Una vez más, la industria representa la construcci­ón del Nuevo Mundo, el mismo que comenzó en 2001.

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 ??  ?? Envueltas y aferradas a parkas voluminosa­s y cortavient­os, así desfilaban las modelos de Margiela en busca de seguridad. En Milán, Miuccia Prada explora la noche de la mano de piezas reflectant­es y de colores flúor que son una optimista metáfora de la convulsa sociedad actual.
Envueltas y aferradas a parkas voluminosa­s y cortavient­os, así desfilaban las modelos de Margiela en busca de seguridad. En Milán, Miuccia Prada explora la noche de la mano de piezas reflectant­es y de colores flúor que son una optimista metáfora de la convulsa sociedad actual.
 ??  ?? Arriba, situada a las afueras de Varsovia, Safe House que se planteó desde sus orígenes como una vivienda de máxima seguridad. A la izquierda, la Zona Cero de Nueva York tras la caída de las Torres Gemelas. Julianne Moore protagoniz­ó Safe, el filme que inspira a Raf Simons en su propuesta para Calvin Klein.
Arriba, situada a las afueras de Varsovia, Safe House que se planteó desde sus orígenes como una vivienda de máxima seguridad. A la izquierda, la Zona Cero de Nueva York tras la caída de las Torres Gemelas. Julianne Moore protagoniz­ó Safe, el filme que inspira a Raf Simons en su propuesta para Calvin Klein.
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