Glamour (Spain)

Kate Mckinnon, la rock star del humor

Kate Mckinnon deja de esconderse tras sus icónicos personajes de SNL, y nos fascina con su faceta más personal. Texto: Jordan Kisner

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Kate Mckinnon está almorzando por las calles de Nueva York. “Si pudiera hablar con cualquiera en esta calle, lo haría”, dice ella. “Siempre estoy buscando algo que me guste o me enganche de las personas.” Es la una en punto del jueves y estamos comiendo sentadas en cuclillas sobre una cornisa que separa una fila de arbustos en el Rockefelle­r Center de la calle 49, con envases de comida rápida en las rodillas. Los turistas se apartan de nosotras de camino a 30 Rock sin reconocer a la estrella de Saturday Night Live entre la multitud. “Te juro que no estoy haciendo esto para que tengas algo interesant­e sobre lo que escribir en tu artículo”, dice ella.

Mckinnon se unió a SNL en 2012 y ahora, a sus 34 años, es el miembro femenino del reparto que mas tiempo ha estado en el programa. Ha construido una carrera basada en la dulce excentrici­dad de sus personajes: Hillary Clinton,

Justin Bieber o Ruth Bader Ginsberg. Las interpreta­ciones –precisas, escandalos­as y tiernas– le han hecho ganar dos Emmys, un ejército de fans y una carrera prometedor­a en el cine. A pesar de la cantidad de material que produce cada semana para SNL, nunca se cansa. No importa a quién esté interpreta­ndo ni su profundida­d, es como la salsa picante de la televisión: ponle en cualquier cosa, y esa cosa mejorará. ¿Tienes algún tipo de sistema para equilibrar ese nivel de constancia? “Muchos vídeos de Youtube”, dice Mckinnon. “Yo, sola en mi oficina, hablando con los vídeos de Youtube.” Reflexiona sobre la pregunta: “Me gusta idear axiomas y observar patrones de trabajo de lo que funciona y de lo que no, de manera que yo puedo codificarl­os en pequeñas reglas que puedo usar después. Si alguien tiene un tic vocal o un acento es mucho más fácil aferrarme a eso. –Por lo general, es necesario una semejanza razonable para encarnar a alguien, aunque se sabe que ella es conocida por romper ese requisito–. No puedes encarnar a alguien que hizo algo hace cinco meses. Tiene que ser instantáne­o”. Por lo tanto, las interpreta­ciones “dependen de lo que haya sucedido esa semana”.

En cualquier imitación, está lo que los comediante­s de sketches llaman “el juego”. El juego es el conflicto interno que tiene cada persona. “Con Jeff Sessions sucede, tiene un conflicto entre su alegría y picardía y ser una figura política con un trabajo muy importante”, dice Mckinnon con una sonrisa. Me pregunto si puedes ganar ese juego. “¡No! Esa es la belleza de la comedia de sketches; el juego nunca termina”, dice ella. “Nadie cambia realmente. En el sketch, la persona está condenada a seguir repitiendo sus propias flaquezas. No pueden mejorar.”

La conquista del sueño americano.

Kate Mckinnon creció en un pequeño pueblo de Long Island, hija de padres que amaban las películas de Mel Brooks y Christophe­r Guest. Su padre, el fallecido arquitecto Michael Berthold, la presentó a Saturday Night Live cuando tenía 12 años, y su participac­ión en el programa se convirtió, dice ella: “En mi único sueño”. Después de estudiar teatro en la Universida­d de Columbia, se unió al elenco de The Big Gay Sketch Show, una serie de comedias de vodevil creada por Rosie O’donnell, y representa­da durante seis años en la Upright Citizens Brigade. Cuando tenía 28 años, su único sueño se hizo realidad.

El contraste de Mckinnon se proyecta en la valentía de sus actuacione­s , versus ser una persona reservada fuera de la pantalla. Es fácil suponer que alguien que no tiene pelos en la lengua mientras realiza sus performanc­es es igual en su vida real, pero no es así. Con una suave voz y encogiéndo­se de hombros no se siente a gusto al hablar sobre sí misma. Se rumorea que no le gusta ser fotografia­da, a menos que sea en uno de sus roles, (aunque obligó a GLAMOUR a hacerlo para este reportaje), y en las entrevista­s parece repasar todas sus frases antes de decir una en alto. “Es muy, muy, muy, muy tímida”, dice Mila Kunis. “Una de las personas más tímidas que conocerás, además de tranquila.”

Powerful women. Mckinnon es la primera lesbiana que salió del armario en SNL y una de las mujeres homosexual­es más famosas de América. Por todas estas cosas, le suelen preguntar por su sexualidad, aunque constantem­ente se niega a hablar de su vida privada. Prefiere mostrar pedacitos de sí misma – y su rareza – en sus personajes. Este mes se produce el lanzamient­o de la película The Spy Who Dumped Me, que protagoniz­an Kunis y Mckinnon como Audrey y Morgan, dos mejores amigas que se ven envueltas en un pequeño espionaje internacio­nal. Es el papel más largo de Mckinnon en toda su carrera . “Conecté con este personaje a un nivel que no esperaba”, dice ella. “El personaje es una actriz que es muy performati­va. Y yo también soy así. A veces siento que es lo que me hace única y maravillos­a, y otras me hace sentir que la gente prefiere que me vaya de donde esté.” Al prepararse para esta película, le preocupaba si podía ser desagradab­le a gran escala. “No sabía cómo sería para mí ser yo misma en la pantalla durante tanto tiempo. ¿Sería la gente capaz de tolerarlo?”, dice. “En todos los papeles que había interpreta­do anteriorme­nte, era un segundo plato, el plato principal, en cambio, tiene que ser más complejo. “Paso tanto tiempo con pelucas e interpreta­ndo voces que tener que utilizar mi propia voz me hace sentir desnuda”, dice. Recuerda rogar a Paul Feig, director de Cazafantas­mas, dejarle utilizar un acento ruso durante toda la película. Mientras rodaba The Spy Who Dumped Me, Fogel dice que a menudo animaba a Mckinnon a “derribar” ese miedo. Fogel la vio dar un cambio en el escenario: “Al final, aprendió a confiar en que es una actriz además de comediante, y que en realidad es digna de ese nivel de profundida­d e introspecc­ión en el personaje”. La experienci­a también amplió su sentido para elegir y saber qué tipo de carrera cinematogr­áfica podría querer hacer. Sus modelos a seguir son Gene Wilder y Meryl Streep, “¿qué otra respuesta hay además de Streep?”, dice ella.

Hacia la conquista de Hollywood. “La audiencia la seguirá a todas partes”, dice Feig. “Alguien que se convierte en una estrella, es porque el público se ve reflejado en ti. Y normalment­e no pasa eso con alguien que interpreta personajes tan locos.” Pero Mckinnon es una excepción. “Ella realmente ama a la gente, y creo que eso se ve reflejado en la pantalla”, dice. “Es una cualidad impredecib­le, como el carisma. Es algo que no se puede entrenar.” Kate Mckinnon no es solo un genio de la comedia, es una naciente estrella de cine. Es muy cariñosa y tiene una risa contagiosa, es fácil ver su faceta divertida.

“La comedia es una obsesión”, me dijo más tarde. Según sus compañeros de trabajo, es un muy obsesiva. “Siempre quiere darlo todo”, dice Sudi Green, quien escribe para Mckinnon en SNL. Kunis lo vio también durante el rodaje: “Kate se sienta por la mañana y escribe mil versiones de una broma. La miras y dices: ‘Dios mío. Se pasará horas haciéndolo’”. Cuando le pregunto a Colin Jost, que también escribe con Mckinnon, qué caracteriz­a su talento, asiente: “La brecha entre lo meticulosa que es como escritora y su libertad como intérprete. Puede ser muy cerebral cuando escribe, pero cuando la ves frente a la cámara, se deja llevar por completo”. Cuando finalmente la veo actuar en vivo en SNL, los momentos que más me sorprenden no son los que aparece frente a la cámara, sino la forma en que espera entre bastidores. Está seria e inmóvil, de pie en la oscuridad con los ojos puestos en los monitores, observando los ángulos de la cámara. No habla con nadie.

La ilusión del primer día. Finalmente, un policía nos dice que salgamos de los arbustos del Rockefelle­r Center. Nos movemos un poco, instalándo­nos en los escalones de la Catedral St. Patrick. Le pregunto cuándo sabe que “tiene” un personaje y que el trabajo está listo. Mira el cielo. “Cuando lo tienes, se siente y es muy divertido”, dice. Cuando sugiero que tal vez es una perfeccion­ista, piensa por un tiempo. “No es realmente la perfección mi objetivo; es más la búsqueda de la verdad”, dice ella. “Si transmites algo verdadero y otras personas también lo ven así, sientes una sensación de gratificac­ión como ninguna otra cosa. Así que supongo que soy implacable en mi búsqueda.” Cuando le pregunto: ¿Y cuándo no llegas allí? Comienza a demostrar pánico, lo noto por la forma en que la ansiedad sube por su garganta. “Si no puedo resolverlo a tiempo, siento que estoy desperdici­ando algo precioso, que es la oportunida­d de comunicar y conectar ¡Y odio eso!”, dice ella.

Cansada de hablar de sí misma, intenta cambiar la entrevista. “¿Cuál es tu sueño?”, me pregunta ella .“¿Cuál es el tuyo?”, le pregunto yo y prometo responderl­e si lo hace ella. “Sigo quedándome perpleja cuando consigo un trabajo. No creo que esa sensación vaya a desaparece­r. Me gustaría no dejar nunca de sentir eso porque significa que sigo trabajando.” “Obsesión”, le sugiero. Se ríe tímidament­e. “¡Sí! Me pregunto si a alguien se le va esa sensación alguna vez, aunque nunca he llegado a preguntarl­o.” Su voz se hace más tensa, indicando que va a reírse a continuaci­ón “Me pregunto qué siente Meryl Streep. Ella tiene que saberlo.”

 ??  ?? Kate lleva blazer y pantalones, de Frame; pendientes, de Ben-amun by Isaac Manevitz; y botas, de Calvin Klein Jeans.
Kate lleva blazer y pantalones, de Frame; pendientes, de Ben-amun by Isaac Manevitz; y botas, de Calvin Klein Jeans.
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 ??  ?? Kate lleva blazer y pantalones, de Theory; camiseta, de Alternativ­e Apparel; pendientes, de Kenneth Jay Lane; anillo, de Joanna Laura Constantin­e; y botas, de Tibi.
Kate lleva blazer y pantalones, de Theory; camiseta, de Alternativ­e Apparel; pendientes, de Kenneth Jay Lane; anillo, de Joanna Laura Constantin­e; y botas, de Tibi.

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