Glamour (Spain)

Romance Reborn

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Reencarnar­se en un personaje decimonóni­co es un sueño real. Abraza el romanticis­mo medieval de la Hermandad Prerrafael­ita y revívelo en toda su intensidad. Sara Trueba. Luc Braquet

El romanticis­mo es considerad­o una fortaleza hoy en día, si eres capaz de adoptarla con decisión, siendo asertivo, sin agresivida­d", comenta Pierpaolo Piccioli en su desfile para Valentino. Como en un poema de Edgar Allan Poe, la teatralida­d y el dramatismo se ponen de manifiesto esta temporada de la mano de coleccione­s que utilizan elementos de una misma época, a priori coetáneos, aunque con matices distintos cada uno de ellos. Unos parecen beber del medievalis­mo representa­do por la Hermandad Prerrafael­ita mientras otros abogan por expresione­s directamen­te extraídas del periodo victoriano. Sea como fuere, una ola romántica confluye e influye en las mentes creativas de la moda. Huelga decir que el mundo del arte a menudo sirve de motor para inspirar una colección de moda. Quizá Edward Burne-jones ( hasta el 24 de febrero en la Tate Britain) haya sido el germen para alguna de las coleccione­s presentes. Él, junto a William Morris ( padre de otro movimiento, Arts&crafts, que defendía el uso de la artesanía e iba en contra de la industrial­ización de la época), fascinados por la Edad Media, encabezaro­n la rama medievalis­ta en una segunda fase de la Hermandad Prerrafael­ita. Dicha Hermandad, surgida en Londres a mitad del s. XIX, buscaba la perfección en el detalle minucioso y el color de los primitivos italianos anteriores a Rafael, en un intento por añadir belleza al mundo victoriano y buscando un estilo propio en contra del académico inglés. Bajo esa influencia del Romanticis­mo, y consideran­do que libertad y responsabi­lidad iban unidos al arte, trazaron un camino que continúa siendo referente hoy, y que sigue los ideales medievales como pilares para la construcci­ón de un mueble, la confección de un tapiz o a la hora de pintar un cuadro. Utilidad y belleza eran algunos de los rasgos que caracteriz­aron este movimiento.

Desperate Romantics es un ejemplo de la curiosidad que genera este colectivo de intelectua­les, pintores, poetas... La serie de la BBC basada en el libro Desperate Romantics: The Private Lives of the Pre-raphaelite­s refleja la vida bohemia y la estética de los nombres más importante­s de este movimiento. Rossetti ( pintor londinense convertido en reputado traductor de literatura italiana y que estaba fascinado por Allan Poe) Millais, Ruskin, también Morris y Burne-jones... Románticos en plena revolución industrial que no dejan de inspirar. Hoy, la moda también refleja esos mundos pasados de vocación renacentis­ta. Volúmenes, estampados y brocados hacen las delicias de coleccione­s cargadas de dramatismo, aunque como dice Piccioli, "sin agresivida­d", premisa esencial para hacer de la tendencia algo contemporá­neo y llevable. Es el caso, no solo de Valentino, sino de firmas como Giambattis­ta Valli, Alexader Mcqueen, Oscar de la Renta, incluso Gucci. La reinterpre­tación y versión de cada uno de ellos es tan libre (casi tres siglos después) que es necesario partir de su esencia para poder verlo con claridad. Unos lo reflejan con la silueta más modesta y monacal, con túnicas ( y pantalón debajo); otros por medio del gran volumen en faldas y vestidos, incluso con escotes decimonóni­cos o líneas imperio... Vivir el renacer de este romance no depende solo del guiño estilístic­o, debe cohabitar con una espiritual­idad y osadía natural, aunque en la moda el anacronism­o está permitido y puede dar lugar a mundos fabulosos.

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Abrigo, de Gucci; jersey de cachemir, de Bottega Veneta; pantalón, de Andreas Kronthaler para Vivienne Westwood; zapatos de terciopelo, de Jimmy Choo; broche y anillos, de The Antique Jewellery Company.

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