Glamour (Spain)

BELLEZA Charlize Theron. Golden Girl

Asegura que su buena fortuna le ha servido para ser libre. Charlize Theron, embajadora de J’adore de Dior, vive como quiere y habla sin tapujos sobre la maternidad, la belleza o la feminidad.

- Texto: María Estévez

Charlize Theron (Sudáfrica, 1975), un caso atípico en la meca del cine, una actriz que dejó atrás su carrera de modelo y salió intacta en su integridad artística, una belleza de cuento que además tiene los pies en la tierra y sabe llamar a las cosas por su nombre. Ganar el Oscar fue, según ella, una gran oportunida­d, pero también un terremoto en su vida del que se quiso desintoxic­ar: “Muchas puertas se abrieron, pero no quiero que nadie decida mi camino por mí. Soy el piloto de mi propia vida. Pienso cada paso que doy y no quise dirigir mi carrera en función de un premio o una nominación.” La fama y el glamour son sinónimos de poder que, sin embargo, no atraen a esta mujer que parece tenerlo todo. Sus primeros años de vida los vivió hablando afrikáans con sus compañeros de colegio, corriendo de un lado a otro en la granja de sus padres y disfrutand­o de los animales que cuidaba en su rancho de Sudáfrica. Pero a los 15 años su cuento de hadas terminó cuando su madre, que sufrió constantes abusos domésticos, disparó en defensa propia contra su marido, matándolo. “Mi madre es mi confidente, tenemos una relación muy sana porque no la dejo ser solo mi amiga, quiero que sea mi madre. Entre las dos hay un respeto enorme.” Tras aquel incidente, Charlize y su madre sufrieron para salir adelante, hasta que la actriz ganó a los 16 años una competició­n como modelo que la trasladarí­a de su universo rural hasta las pasarelas de Milán. La leyenda de su carrera de actriz empezaría cuando un agente la descubrió peleando en una sucursal de Hollywood Blvd. “Por eso creo en el destino, porque mi carrera de actriz empezó en un banco.” Un mes más tarde aterrizaba en su primer trabajo como protagonis­ta de la película Dos días en el valle ( John Herzfeld, 1996) y, desde entonces, no ha dejado de escalar hasta la cima de la fama. Su espectacul­ar belleza y su talento, no por ese orden, la han convertido en la imagen del perfume J’adore de Dior desde 2004 y en toda una heroína en su país. “Es bonito saber que se sienten orgullosos de mí. Trato de utilizar la fama para mejorar la vida de las mujeres y los jóvenes de Sudáfrica.”

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