Anatomía del amor
La temporada se rinde ante el símbolo del lenguaje más universal, que trata de dar respuestas románticas a cuestiones sociales. Así es el amor en tiempos convulsos.
el amor es humo hecho de vapor de suspiros; si halla consumación, es fuego chispeante en los ojos enamorados, de lo contrario, trocarse en un mar de lágrimas enamoradas” (William Shakespeare, Romeo y Julieta). Muchos son los versos que se han escrito sobre el amor. La literatura universal está plagada de historias sobre este sentimiento de afecto y gozo que trae de cabeza a quienes están bajo sus efectos, capaces de revelar amores imposibles, pero también amores tiranos, idealizados, sensuales, trágicos y recíprocos, dando lugar a tantas formas, casi, como individuos.
Esta temporada, la moda también sale a escena susurrando, perturbadora, ideas del tipo “romance and fear” (amor y miedo), de la mano de Miuccia Prada y su mensaje inspirado en el universo gótico de Mary Shelley en su propuesta para Prada. Le acompañan algunos acordes de Wild at Heart, de David Lynch, y una singular versión de violín del Bad Romance de Lady Gaga para contar una metáfora apocalíptica sobre el amor más oscuro y el romanticismo más siniestro. Amiga de convertir sus desfiles en verdaderas proclamas políticas, la italiana explicaba así su penúltimo ejercicio: “Lo bueno y lo malo. Amor y miedo, las dos fuerzas que más siento ahora mismo. Introducir el bien en un mundo sobrecargado de mal.” Los uniformes y las botas militares suavizados con encajes, los vestidos midi decorados con flores que crecen a través de ellos, el peinado de la musa gótica, Miércoles Addams... contaban, a su manera, diferentes historias construidas con el amor y el miedo que, según la diseñadora, dominan nuestra sociedad. “La tensión entre la sensibilidad humana y las asperezas y peligros de la vida es, en el fondo, un concepto muy romántico”, explicaba la diseñadora sobre su colección.
Reflejo de su tiempo. Que la moda toque la tecla del inconsciente colectivo de la sociedad es algo que sucede de tanto en tanto. Como también suele pasar que los diseñadores adopten un lenguaje propio capaz de reflejar las crisis que golpean continuamente el sistema. Ante esto, algunos reaccionan apostando por la luz y el optimismo frente a la oscuridad y el “todo mal”. Es el caso de Pierpaolo Piccioli, a quien le gusta celebrar la virtud frente al defecto, lo positivo frente a la negación, la inclusión frente a la segregación... “Siento que la gente está buscando emoción y sueños”, explicaba desde el backstage momentos antes de que comenzase el show. “Quiero crear una comunidad para Valentino, un nuevo lifestyle a través del que las personas puedan compartir sus valores.” En el set, un volumen de Valentino on Love –una suerte de fanzine en el que el creativo comisiona al poeta y artista escocés Robert Montgomery y a otros jóvenes escritores como Greta Bellamacina, Mustafa The Poet e Yrsa Daley-ward– descansaba sobre los asientos de todos los asistentes y contenía entre sus páginas todo lo que había que saber sobre su propuesta. Al final de la pasarela, algunos versos reveladores de Montgomery se iluminaban para referirse al poder universal del amor de traspasar fronteras físicas y temporales: “The people you love become ghosts inside of you and like this you keep them alive”. (“Las personas que amas se transforman en fantasmas dentro de ti, y de este modo puedes mantenerles vivos para siempre”) e impresa sobre algunas piezas “El beso”, de Rodin, completaba su otoñal oda al amor. Pero en medio de este océano de luz, hasta las flores tienen sus espinas, y en Valentino se reflejaban a través de las rosas ideadas por Pierpaolo junto al japonés Jun Takahashi, creador y director creativo de la firma Undercover.
Hollywood, mon
amour. Como si de verdaderas Venus se tratasen, las modelos pasearon bajo el sol del sur de California –después de varias semanas de intensa lluvia–, durante el desfile de Rodarte. Las hermanas Mulleavy construyen su propia declaración de amor a la belleza sin ambages, a las musas de los musicales de Hollywood de los años 30, pero también a algunos iconos de los 40, los 50, los 60 y hasta los 70. Judy Garland, Ann Reinking, Ginger Rogers, Hedy Lamarr y Cyd Charisse inspiran siluetas teatrales que componen verdaderas obras de arte. Laura y Kate (Mulleavy) continúan en la senda de sus colecciones anteriores y nadan entre el cine y la música con su propuesta de intrincados vestidos que devienen en capas y capas de tul, voluminosas organzas, corazones de lentejuelas y elaborados tocados con forma de mariposa. Una temporada más, la etiqueta de Los Ángeles exhibe su idilio con la naturaleza al simular un jardín botánico en el set que era, en realidad, la biblioteca Huntington.
Es así, con este homenaje al lenguaje más universal que existe, cómo la moda se hace tan imprescindible como el amor porque, como éste, es capaz de adoptar múltiples formas e interpretar todo tipo de fantasías, además de reflejar elegancia y belleza en esos lugares que conducen, inevitablemente, al reino de Cupido. “Temer al amor es temer a la vida, y los que temen a la vida ya están medio muertos.” Ya lo dijo Bertrand Russell.