Glamour (Spain)

María Hesse

- ILUSTRACIO­NES Y TEXTO: MARÍA HESSE

Chica conoce a chico por Tinder. Después de varias conversaci­ones intercambi­an sus teléfonos y finalmente acuerdan una cita. Han quedado para tomar unos vinos y todo parece ir bien. Salen del bar para decidir dónde ir y al fin ha llegado el momento, se besan y entonces ella comprende que la cosa no va a funcionar. Si no hay feeling en el beso, lo que viene después será peor, según su experienci­a. “¿Así me vas a dejar?” le dice él. Pues mira sí, que no pasa nada si no vamos más allá.

¿Cuántas veces nos han dicho que somos unas estrechas? O el clásico : “¿Para qué me calientas si luego no vas a hacer nada?”. Nos ha costado lo nuestro sentirnos libres para hacer con nuestro cuerpo y nuestro placer lo que nos da la gana. Nos hemos despojado de la culpa de tener sexo con quien nos dé la gana sin que el amante en cuestión tenga que ser el amor de nuestra vida o el padre de nuestros futuros hijos. Todo ello con el riesgo de que piensen que somos unas “ligeritas”, y ahora resulta que lo que nos cuesta es decir “NO”. No es raro en conversion­es con amigas que alguna cuente que acabó acostándos­e con el hombre con el que había tonteado toda la noche porque se sentía culpable de “dejarle a medias”. O que otra fingió tener un orgasmo para que terminaran porque no le estaba gustando nada. Si te ha pasado a ti, no te castigues por ello. Todas nosotras hemos sido educadas desde pequeñas para complacer a los demás y no causar muchas molestias. En cuestión de sexo el asunto se agrava por la ausencia de educación y el mito de que ellos son más sexuales, que lo llevan en su naturaleza. No se les puede “dejar a medias”. Después de estas experienci­as te sientes incómoda al recordar lo que ha sucedido. Es una sensación rara, como si de alguna manera te hubieras sentido forzada. Esas situacione­s incómodas no necesariam­ente vienen de la mano de un desconocid­o. En ocasiones nos ocurre con nuestra propia pareja. Me pareció revelador el capítulo On all Fours de la serie Girls, dirigido por Lena Dunham. En el que se recrea una de esas situacione­s incómodas en las que a veces nos ponen a las chicas incluso nuestros propios novios. En este caso, Alan, uno de los protagonis­tas, decidía seguir adelante denigrando sexualment­e a su novia a pesar de que ella le mostraba su rechazo. Ella acababa diciendo: “Esto no me ha gustado nada” y el espectador siente algo así como una náusea producida por la ambigüedad de lo que acaba de ver: atendiendo al leguaje verbal ella no ha dicho explícitam­ente “No”, pero toda su expresión corporal clamaba la negativa. Para nosotras, como mujeres, llega un momento en nuestras vidas en que ya no nos apetece seguir fingiendo. Tenemos la capacidad de pedir qué es lo que nos gusta en la cama y de parar lo que se está haciendo cuando no nos gusta. Así que tras ese beso que no nos funcionó en nuestra cita de Tinder, y la insistenci­a de aquel señor de que vayamos más allá, tengamos la tranquilid­ad de robarle las palabras a Phoebe Buffay y , decirle :“Me encantaría, pero no me apetece”. En el libro Sexo y series, Iris Brey nos cuenta que en Estados Unidos existe el término grey rape, violacione­s encubierta­s en las que la víctima no podría demostrar su no-consentimi­ento, y que están tan normalizad­as que a veces nos cuesta reconocerl­as como tal. Quizás deberíamos plantearno­s buscar un término en castellano que haga referencia a estas situacione­s. Como dice Eve Ensler en Monólogo de la vagina “lo que no se nombra no existe”. Y si no existe nos da vergüenza o nos hace asumir que somos responsabl­es de lo ocurrido. Si eres hombre y lees esto, Para nosotras, como mujeres, llega un momento en nuestras vidas en que ya no nos apetece seguir fingiendo. Tenemos la capacidad de pedir qué es lo que nos gusta en la cama y de parar lo que se está haciendo cuando no nos gusta. Así que tras ese beso que no nos funcionó en nuestra cita de Tinder, y la insistenci­a de aquel señor de que vayamos más allá, tengamos la tranquilid­ad de robarle las palabras a Phoebe Buffay y , decirle : “Me encantaría, pero no me apetece”.

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