NO ROTUNDO
Lo que nos dicen, lo que se espera de nosotras, lo que la política y la economía alienta, se considera LA VERDAD. La negación de todo eso, que nos oprime y angustia, lo contrario, lo que nos hace libres y felices es LA REALIDAD. Pero shhh… es un secreto.
El mundo se nos ofrece desde un muy comodísimo sentido binario de las cosas. Por ejemplo, el simple hecho de ser mujer se entiende como la oposición al varón. (¡Que digo simple, es harto complicado ser mujer, más cuando ellos se niegan a comprender que salieron de nuestra cavidad vaginal y no nosotras de su costilla!) En estas estamos, amigas. Desde que nacemos, cualquier cosa que seamos será en oposición a otro, al otro. Seremos la negación. Pues bien, ¡ha llegado el día de reivindicar esa negación! Y me dispongo a ejercitarla con 10 sencillos ejemplos: LO QUE SE NOS DICE: Nacer mujer –nacer niña, porque nacer siendo una señora sería raro– es un hándicap. Supone estar en peligro constante, ser débil. LA NEGACIÓN: Nacer corpórea, humana y ser mujer es un puñetero regalo; es una opor- tunidad fascinante donde todo está por hacer y donde cada logro deberíamos celebrarlo como una fiesta, porque nos ha sido arrebata- do el derecho mismo de la existencia. Y es una aventura fascinante cambiar esta tendencia. LO QUE SE NOS DICE: Solo me funcionó una dieta, pero no la he vuelto a hacer. LA NEGACIÓN: Todo en la frase anterior es un sinsentido. Primero porque si deja de “funcionar”, la solución sería ¿vivir a dieta? Y segundo, porque implica que probamos dietas buscando un imposible. La única fórmula que funciona es saber un poquito de nutrición, conocerse a una misma, sobre todo, y mucho sentido común. Tenemos una relación muy tóxica y pornográfica con la comida y con nuestros cuerpos. Los elevamos al sumun del exhibicionismo y a la vez los odiamos. LO QUE SE NOS DICE: Conocemos a alguien y si nos gusta, nos lo llevamos a la cama. LA NEGACIÓN: El orden lógico sería: nos llevamos a alguien a la cama y si nos gusta, le/la conocemos. LO QUE SE NOS DICE: Hay que hacer que nuestras hijas sean feministas, jueguen al fútbol y no sean unas cursis. LA NEGACIÓN: Quienes deben ser feministas son ellos. Las niñas solo tienen que ser libres. No hemos entendido nada. Hay hasta un anuncio de una aseguradora, donde una niña dice que defiende “a los que escriben cuentos. Pero no los de princesas tontas”. Pero vamos a ver ¿les vamos a meter más exigencias –más todavía– a las niñas? Dejemos de denostar el color rosa, los corazoncitos y la estética; y dejemos de venerar la cultura androcentrista que, perdonen ustedes, pero es un soberano aburrimiento. Hagamos un mundo bonito, igualitario y diverso, con mucho color y mucha risa, donde cada una pueda desarrollarse conforme a sus inquietudes, sin que estas sean denostadas. LO QUE SE NOS DICE: Hay que trabajar en algo que te guste. LA NEGACIÓN: Si trabajamos en “lo que nos gusta” entramos en el camino directo a la frustración. Porque terminaremos mezclando nuestra profesión con nuestra vida y nos convertiremos en nuestro producto, en nuestra constante decepción. El trabajo es un intercambio de tiempo por dinero. Tenemos que minimizar uno y maximizar el otro. Y la vida es la maravilla que transcurre al cruzar la puerta del trabajo. El objetivo no es trabajar en lo que nos gusta (yo trabajaría bebiendo cerveza y durmiendo), sino conseguir ser eficaces en el trabajo que desempeñamos, no discutir por el aire acondicionado y hacer más llevadero el rato a los de alrededor. LO QUE SE NOS DICE: Cubrir raíces, efecto pestañas postizas, sujetadores push up, ácido hialurónico, depilación genital, autobronceadores, tutoriales de counturing, dieta paleolítica, productos de higiene femenina que apelan a la seguridad y un listado que no termina nunca para ESTAR BIEN. LA NEGACIÓN: Es un listado eterno, que nos genera ansiedad y nos hace sentir defectuosas. Nos enseñan a odiar nuestros cuerpos con refinadísimas técnicas de alienación y propaganda agresiva. Pero nuestros cuerpos son máquinas perfectas, engranajes sofisticados que da gusto tocar, oler y disfrutar. Y los cuerpos que nos gustan son los desafiantes, los diferentes. Esa chica estilosísima, con el pelo rapado y un hoyito en la barbilla; un look extrañamente gótico; un actor que nos enloquece en los primeros planos con sus arrugas y sus dientes torcidos; esos labios finitos y sensuales de esa persona que cuando sonríe corremos serio riesgo de arder por combustión espontánea; cómo nos queda ese pantalón que tenemos desde 2010… Los adelantos de cirugía, el maquillaje y la ropa son elementos maravillosos para diferenciarnos, ¡no para estandarizarnos! La atracción es algo tan bonito y sutil, que se ha formado un negocio alienante en torno a ello. Los árboles no nos dejan ver el bosque. (No hay nada menos sexy que pretender ser sexy ¿verdad?). LO QUE SE NOS DICE: Quiérete a ti misma. LA NEGACIÓN: No basta quererse. Cuando tengas un problema, aconséjate como lo harías a una amiga. Escúchate como lo harías con ella. Aplícate todo ese respeto y admiración que sientes hacia las demás. No te quieras. Ámate con locura pasional. Porque estás condenada a estar contigo misma toda la puñetera vida, así que es la relación que más tienes que trabajar. ¡Y también la que más alegrías te va a dar! Porque agradecidas, somos un rato. Y con cualquier cosita nos desorinamos vivas… LO QUE SE NOS DICE: Con la menopausia, es normal tener sofocos. LA NEGACIÓN: No se llama menopausia, sino climaterio (igual que no le llamamos menarquía sino adolescencia). Y lo de los sofocos no tiene fundamento científico. (Lo sé porque me he leído un libro que se llama Climaterio de May Serrano, que me ha abierto tanto los ojos, que ya no los puedo cerrar). LO QUE SE NOS DICE: Las apps de ligar son un supermercado sexual. LA NEGACIÓN: Son un mero muestrario de oportunidades. Una posibilidad de experiencias y conexiones superficiales, profundas o decepcionantes ¿por qué no? Si entendemos los cuerpos y las emociones desde una óptica mercantilista, entonces es cuando se vuelve un supermercado, o más bien, un mercadillo de segunda mano. LO QUE SE NOS DICE: ¡Hay que reírse de uno mismo! LA NEGACIÓN: Fijaos siempre que oigáis esta frase en quién la dice. Generalmente gente sin rastro de ironía o autocrítica. En este tiempo y esta cultura tan enfermamente narcisista, queda muy bien decir que nos reímos de nosotras mismas. Pues basta ya. Seamos sinceras. Yo a mí misma, me tomo muy en serio. No me hago ni p*** gracia. Me cuido, me amo y me respeto. Y puestos a reírse de alguien, mejor reírse de los políticos, de las instituciones huecas, de los mecanismos de poder, de los abusadores, de los sistemas opresores… Otra cosa es que nos hagan gracia nuestras propias ocurrencias o nuestras miserias. Pues mira, sí.