GQ (Spain)

Los locos cacharros del doctor Nakamats

Pastillas que aumentan la libido, patines voladores o los primeros disquetes de ordenador. Este excéntrico inventor japonés lleva más de 3.500 patentes, algunas ideas geniales y otras… no tanto.

- POR DAVID LÓPEZ

Ha inventado viagras, putters de golf y sillones que ayudan a pensar. Pero también se atribuye el taxímetro, el karaoke y el disquete de ordenador. Tiene 86 años, se llama Yoshiro Nakamatsu y comparte con nosotros en exclusiva los secretos de su creativida­d y las claves de su mejor invento: él mismo.

"No puedo verle". "¡No puedo verle!", repite nervioso. El ordenador nos devuelve su voz, a 10.700 kilómetros de distancia, desde Tokio. Baja, entrecorta­da, saltarina. Finalmente, la conexión de Skype se restaura. "Ah, ahora sí, ya le veo", suspira aliviado.

En la pantalla aparece por fin este anciano (tiene 86 años) de traje oscuro y camisa y corbata amarillas, repeinado y de pequeñas cejas pobladas e indómitas. Sentado en una silla color berenjena y en una oficina de paredes fucsias, frente a una mesa saturada de papeles y escoltado por dos maniquíes del cuerpo humano: uno del esqueleto y otro de los órganos internos.

A Yoshiro Nakamatsu también se le conoce como dr. Nakamats. Él se define a sí mismo como una "máquina del tiempo" y tiende a compararse con Thomas Edison, probableme­nte el inventor más famoso de la historia, responsabl­e, entre otras creaciones, del fonógrafo, el telégrafo o la pila alcalina. "Él tuvo 1.093 patentes. Yo llevo ya 3.500. Así que compare…", me dice.

El dr. Nakamats es un personaje singular. Prácticame­nte desconocid­o en todo el mundo, es una de las personas, como él presume, que más patentes de inventos ha presentado a lo largo de una prolífica y larga vida. Suyos son los zapatos pyon pyon, con muelles, para poder desplazars­e a mayor velocidad. La silla que ayuda a pensar, con un mecanismo que calienta los pies y enfría la cabeza. Pero también un putter para jugar al golf que emite un sonido cuando se impacta a la bola con el punto exacto de la cabeza del palo. O chocolatin­as que fomentan las creativida­d. También el altar budista que no requiere carbón para que los fieles quemen incienso. E incluso pastillas y alimentos que aumentan la libido y preservati­vos que acentúan las sensacione­s y que creó para aumentar la actividad sexual y combatir así la baja natalidad en su país. Pero también asocia su nombre con otros descubrimi­entos menos, digamos, heterodoxo­s, como el taxímetro, el karaoke o el reloj digital… Y, sobre todo, con el disquete de ordenador.

"VOY 20 AÑOS POR DELANTE del resto", asegura. "Inventé el disquete en 1947, pero IBM lo produjo desde mi idea original dos décadas después, porque inventar siempre es adelantars­e al futuro". La multinacio­nal estadounid­ense, que hoy rechaza hacer valoración alguna sobre el japonés, no le atribuye sin embargo la creación del disquete. Según el inventor, porque alcanzaron un acuerdo de "confidenci­alidad" en el que se estipulaba que él no figuraría. "Me pidieron las licencias de mis trabajos. Fue un acuerdo secreto, porque IBM quería tener el crédito del invento y que no se conociera mi nombre", añade.

Sin embargo, el mejor invento de Yoshiro Nakamatsu es el propio

"El exceso de oxígeno bloquea la creativida­d. Por eso pienso siempre debajo del agua. Justo antes de ahogarme, me llega la inspiració­n"

dr. Nakamats. Un hombre que ha creado un personaje de sí mismo al que invitan a dar charlas, como el pasado mes de septiembre, en el MIT y en Harvard. Su técnica para fomentar su creativida­d tiene buena culpa de ello. Nakamatsu cuenta que sus mejores ideas le surgen bajo el agua, porque el exceso de oxígeno bloquea el cerebro. "Me meto en la piscina, y cuando me quedo sin aire, medio segundo antes de morir, es cuando me llega la inspiració­n. Incluso inventé un cuaderno y un bolígrafo para poder escribir en ese momento", cuenta. A sus 86 años dice que se sigue zambullend­o a diario. Incluso dos veces al día si tiene algún invento complicado entre manos.

Nakamatsu, además, dice que duerme solo cuatro horas, para no perder tiempo y poder pensar más. E incluso ha reducido a uno sus almuerzos, también para ahorrar horas. Y lo mejor de su caso es que durante casi cuatro décadas, desde los años 70, ha fotografia­do cada día esa única comida que realiza. Es decir, antes de que Instagram pusiera de moda los saturantes selfies de platos, el dr. Nakamats ya lo hacía para poder analizar después qué comió los días que fue más creativo y poder llevar así la mejor dieta. Por esta idea fue galardonad­o en 2005 con un Ig Nobel, los premios con los que, desde hace 13 años y desde la broma, la comunidad científica distingue los proyectos que "primero hacen reír pero después nos hacen pensar".

"No creo que el dr. Nakamats sea un fraude, pero sí que ha logrado hacer un gran trabajo de autopromoc­ión", afirma Tony Breitzman, experto en patentes internacio­nales de la organizaci­ón 1790 Analytics, a quien pedimos que valore la figura del pintoresco inventor. "Aunque resulta impresiona­nte el hecho de que haya tenido tantas ideas durante tantos años", añade. Breitzman nos explica que una de las claves, sin restarle mérito al dr. Nakamats, de que tenga tantas patentes es que el sistema japonés de registro (desde cuyas oficinas tampoco se pronuncian sobre Nakamatsu) es más enrevesado que el de los países occidental­es, y que un invento puede necesitar cuatro o cinco patentes, según las partes del mismo, frente a solo una, como en Europa o en EE UU.

NAKAMATSU ES, ADEMÁS , un personaje muy conocido en su país, porque se ha presentado en varias ocasiones, sin éxito, a las elecciones para ser gobernador de Tokio. Su discurso, circular, confuso en ocasiones, repetitivo, de continuas referencia­s a sí mismo y a sus peculiares técnicas, no le ha ayudado. Pero convierten una charla con él, como la que mantiene con GQ, en un ejercicio divertido de traducción e interpreta­ción.

España, como Japón hace años, está en crisis. ¿Qué haría usted si fuera presidente del Gobierno aquí? "La clave es la invención. Frente al problema del desempleo es necesario crear una nueva industria. Y para hacerlo hay que tener inventos que den lugar a esa industria", afirma. ¿Pero cómo se incentiva la creativida­d para que surjan esos inventos? "Yo, durante 80 años, he creado una filosofía de la creativida­d que ayuda a hacerlo. Lo primero, es necesaria la teoría, porque hay que estudiar mucho. Después, ser capaces de superar la forma habitual de pensar. Y en tercer lugar, la practicida­d: hacerlo". ¿Y qué nos detiene? "Bueno, el ADN es fundamenta­l. Mi madre era muy creativa. Y mi abuelo también lo fue. Y después el estudio. Es lo que yo llamo la pagoda de la creativida­d, que tiene cinco pisos: el espíritu, el cuerpo… porque necesitamo­s fortaleza física para los momentos duros; el estudio, la experienci­a y, por último, en la cima, el gatillo, el impulso para desarrolla­r la idea y que no se quede en nada".

A SUS 86 AÑOS, Nakamatsu encara hoy su reto más difícil. Recienteme­nte, según nos explica, se le diagnostic­ó un cáncer de próstata y los médicos le han dado hasta final de 2015 como tiempo de vida. Hasta ahora él mismo, en otro de sus recurrente­s discursos, en otra de las frases que convirtier­on a Nakamatsu en el dr. Nakamats, pensó que viviría hasta los 144 años. ¿Cómo se siente hoy? "No hay terapia, así que ahora debo inventar una por mí mismo. Y eso es lo que estoy haciendo. Estoy utilizando mi creativida­d para salvar mi vida".

Solo come una vez al día y, desde los años 70, fotografía cada plato. Quiere así recordar qué almorzó los días que tuvo mejores ideas

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Yoshiro Nakamatsu (86 años), de profesión inventor, lo tiene claro: las mejores ideas llegan… en el fondo de una piscina.
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hay de todo: zapatos con muelles, almohadas estimulant­es, corazones artificial­es o un pretérito
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Entre sus 3.500 inventos hay de todo: zapatos con muelles, almohadas estimulant­es, corazones artificial­es o un pretérito y original smartphone
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