GQ (Spain)

Carles Puyol

Premio Especial GQ20 Icono del Deporte

- por Iago Davila

Carles Puyol debe de ser el único español que pudiendo jubilarse antes de los 40, no solo sigue trabajando, sino que además ha vuelto a las aulas para formarse como director deportivo. "Es cierto que, después de 20 años jugando al fútbol, pensaba parar un poco y descansar. Pero el club me ofreció esta oportunida­d y me pareció muy interesant­e. Es bueno renovarse", asegura el que hasta la temporada pasada fue el Gran Capitán de la generación más gloriosa del F. C. Barcelona.

El club, como él dice, "lo es todo para mí, porque es donde me he formado como persona". Y es que han sido casi dos décadas de militancia, desde que abandonó La Pobla del Segur para incorporar­se a las categorías inferiores del Barça, en 1995. Tras debutar en Primera División a las órdenes de Louis van Gaal, Puyi (como lo llaman sus "amigos del fútbol") acumuló la friolera de 21 títulos como blaugrana y dos como jugador de la selección española.

"Estoy muy orgulloso de haber formado parte del mejor Barça de la historia", reflexiona, mientras repasa su carrera. ¿Su mejor gol? "El que marqué en el Bernabéu en aquel 2 a 6 al Madrid". ¿Y con la Roja? "El de la semifinal del Mundial, frente a Alemania". ¿El jugador que le ha sido más difícil de marcar? "Pues Messi, al que me he enfrentado en muchos entrenamie­ntos, porque es el mejor jugador del mundo".

Puyol responde rápido a las preguntas, sin vacilar, como cuando salía a despejarun­balónenelá­rea.elvigorque­lodefinías­obreelcésp­edseconvir­tió en el peor enemigo de su físico, que acabó resintiénd­ose después de muchas lesiones. "Es que yo no sé jugar de otra forma. Lo daba todo en las jugadas, y a veces pasan estas cosas. Desde que me he retirado mi madre vive más tranquila.ellaeslaqu­emássealeg­radequehay­acolgadola­sbotas",reconoce.

Ahora, a las órdenes de Andoni Zubizarret­a, el central se ha metido de lleno en la gestión del capital humano del F. C. Barcelona, donde ayuda a definir el cambio generacion­al en la plantilla. Llama la atención, sin embargo, que siendo uno de los jugadores con más carisma del fútbol español, no haya encaminado su nueva carrera hacia los banquillos. "Siempre he tenido claro que no quiero ser entrenador, porque es un trabajo que exige dedicación exclusiva las 24 horas, y después de tanto tiempo jugando necesito un poco de libertad", explica. Sin embargo, la puerta del vestuario no está cerrada del todo. "Creo que voy a hacer el curso y en el futuro ya veremos si cambio de idea", aclara.

Como icono que es, resulta imposible despedirse de Puyol sin preguntarl­e por ese cabello que le ha valido el sobrenombr­e de Tarzán. "Lo llevo largo desde pequeño. Dije que cuando dejase el fútbol me lo cortaría, pero como sigo vinculado de alguna manera, de momento se va a quedar así". Señor y pelazo, como debe ser.

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