Emilio Martínez‑ Lázaro
El éxito sin precedentes de Ocho apellidos vascos no le ha cambiado la vida. "Lo que te trastoca la vida es tener un gran fracaso y no saber qué hacer a continuación. A mí apenas me han dado la lata porque, sospecho, no debo de ser muy mediático. Por eso cuando me llamasteis desde GQ para decirme que me dabais un premio me quedé impactado. De pronto me vi metido en la modernidad sin venir a cuento". [Risas]. Emilio Martínezlázaro, sentado en el que probablemente sea su sofá favorito de su muy acogedora casa de Madrid, responde a nuestras preguntas mientras controla todo lo que acontece a su alrededor. Fotógrafo, maquilladora, estilistas y asistentes varios reciben –sin haberlas solicitado– sus indicaciones. Tú aquí. Tu allí. Tú más allá. Es director. No puede evitarlo.
Ya con cierta distancia, el artífice de la película más taquillera de la historia del cine en España (con permiso del doble estreno de Avatar) recuerda cómo, a punto de estrenar, todo su entorno entró en pánico. "Todos menos yo. Sabía que habíamos hecho un buen trabajo. Eso sí, calculaba que haríamos unos 6 millones de euros, pero jamás me atreví a soñar que superaríamos los 56". Y es que Ocho apellidos…, gags aparte, es más. Es un país que, finalmente, puede reírse del peor de sus males: el terrorismo. "Nunca dudé de que este guión sería aceptado por las dos partes".
Lo que, inevitablemente, nos llevará a una continuación (prevista para este 2015). "Le tengo muchísimo respeto a esta segunda parte y me acerco a ella con todas las precauciones del mundo… y más. No podemos ir de sobrados porque así solo acabaríamos en un sitio: en el hoyo". Con él dirigiendo el cotarro estamos seguros de que todo volverá a salir de lujo.
El éxito sin precedentes de Ocho apellidos vascos no le ha cambiado la vida. "Lo que te trastoca la vida es tener un gran fracaso y no saber qué hacer a continuación. A mí apenas me han dado la lata porque, sospecho, no debo de ser muy mediático. Por eso cuando me llamasteis desde GQ para decirme que me dabais un premio me quedé impactado. De pronto me vi metido en la modernidad sin venir a cuento". [Risas]. Emilio Martínezlázaro, sentado en el que probablemente sea su sofá favorito de su muy acogedora casa de Madrid, responde a nuestras preguntas mientras controla todo lo que acontece a su alrededor. Fotógrafo, maquilladora, estilistas y asistentes varios reciben –sin haberlas solicitado– sus indicaciones. Tú aquí. Tu allí. Tú más allá. Es director. No puede evitarlo.
Ya con cierta distancia, el artífice de la película más taquillera de la historia del cine en España (con permiso del doble estreno de Avatar) recuerda cómo, a punto de estrenar, todo su entorno entró en pánico. "Todos menos yo. Sabía que habíamos hecho un buen trabajo. Eso sí, calculaba que haríamos unos 6 millones de euros, pero jamás me atreví a soñar que superaríamos los 56". Y es que Ocho apellidos…, gags aparte, es más. Es un país que, finalmente, puede reírse del peor de sus males: el terrorismo. "Nunca dudé de que este guión sería aceptado por las dos partes".
Lo que, inevitablemente, nos llevará a una continuación (prevista para este 2015). "Le tengo muchísimo respeto a esta segunda parte y me acerco a ella con todas las precauciones del mundo… y más. No podemos ir de sobrados porque así solo acabaríamos en un sitio: en el hoyo". Con él dirigiendo el cotarro estamos seguros de que todo volverá a salir de lujo.