ENTREVISTA
Axel Kuschevatzky, CEO de Telefónica Studios.
Tras el complejo apellido –de origen polaco– de este argentino cosmopolita encontramos a un enamorado del cine sobre el que ahora recae la gloria, y el peso, de Telefónica Studios, nueva división centrada en la creación de séptimo arte que nuestro gigante de la comunicación presentó en sociedad hace año y medio en el Festival de San Sebastián. Y es que Axel Kuschevatzky (Buenos Aires, 1972) no es el típico CEO capaz de vender arena en el desierto (que también, llegado el caso); es un periodista hiperactivo con mucho recorrido que ha llegado hasta aquí combinando sus principales habilidades: el dominio de la industria cinematográfica y su capacidad para conectar ideas para dar con una resultante mucho más potente.
Editor de la revista La Cosa (decana de las especializadas en cine de Argentina), guionista, productor (de, por ejemplo, de El secreto de sus ojos, de Juan José Campanella, Oscar a Mejor película de habla no inglesa de 2010) y, desde 2004, presentador de la gala de los premios de la Academia para Latinoamérica a través de TNT (ahí es nada). Su agenda es un muro transoceánico e impenetrable, no obstante, GQ consiguió bajarle del avión en uno de sus rutinarios Cannes-madrid-buenos Aires. El impresionante y futurista edificio de Telefónica en el Distrito de la Comunicación de la capital, obra del gran Rafael de La-hoz, nos observa.
GQ: ¿Qué empuja a la quinta compañía de telecomunicaciones más importante del mundo a embarcarse en un tinglado de las dimensiones de Telefónica Studios? AXEL KUSCHEVATZKY: Un buen día nos pusimos a hacer cuentas y comprobamos que algunos de los grandes estudios de Hollywood producen una media de 14 o 15 títulos al año.
Pusimos sobre la mesa todas las películas que estábamos produciendo por distintas razones [de la necesidad de generar contenidos para la plataforma de televisión de pago de la compañía, a la obligación (por ley) de las compañías de este sector de invertir el 5% de sus ingresos en producciones audiovisuales], tanto en España como en Argentina [a través del canal de televisión Telefe], y vimos que nosotros ya estábamos haciendo esas 14 películas anuales al igual que, por ejemplo, Paramount. ¡Cómo puede ser eso! Caímos en la cuenta de que estábamos siendo parte de algo mucho más grande de lo que habíamos imaginado. Ese día surgió la idea de crear una marca paraguas y la necesidad de unificar criterios de hacia donde queríamos ir a la hora de crear contenidos. GQ: ¿Y cuáles son esos criterios? A. K.: Ante todo, creamos contenidos para que tengan una resonancia emocional en la audiencia. No queremos hacer películas o series para que pasen desapercibidas. Queremos que conecten, que motiven, que exploren territorios nuevos, que disparen discusiones entre los espectadores. Nos gusta el cine de genero: comedia, suspense, acción… pero también podemos apostar por nuevos lenguajes. Telefónica Studios está con los directores consagrados y también con los noveles. Y, sobre todo, creemos que lo más importante es pelearse por establecer relaciones a medio y largo plazo con actores, directores, guionistas, productores, etcétera. Se trata de generar atmósferas en las que todas estas personas se sientan a gusto a la hora de crear y quieran repetir. GQ: Torrente5,tadeojones,séptimo, Isabel (la serie)… llevan ya el sello de Telefónica Studios. En total, 33 películas y más de 21 millones de espectadores en poco más de 18 meses. ¿Qué nos deparará 2015? A. K.: Tenemos dos bombazos asegurados: Regresión, que supone la vuelta de Alejandro Amenábar con una película gigante, y Palmeras en la nieve, protagonizada por Mario Casas; y otras pequeñas-grandes películas de las que esperamos mucho: A cambio de nada, ópera prima del actor Daniel Guzmán, protagonizada por Luis Tosar; o Welcome to Harmony, el debut en inglés de Miguel Ángel Vivas, protagonizada por Matthew Fox, protagonista de Perdidos. GQ: ¿Hasta dónde llega tu capacidad de veto en un proyecto? A. K.: Somos un equipo pequeño, repartido entre Madrid y Buenos Aires, y juntos tomamos las decisiones. Digamos que yo tengo la última palabra pero a cambio, eso sí, soy el que tiene que dar la cara ante los jefes [risas]. Somos parte de todo el proceso creativo, damos notas de guión, damos notas de montaje, opinamos acerca del lanzamiento… Nos involucramos de una forma muy respetuosa y constructiva porque lo que no somos es una mera estructura de financiación. GQ: ¿Y qué tiene que tener un proyecto para que digáis: "Ok, adelante"? A. K.: Lo primero tiene que ser el cuento, la historia. Después determinamos dónde está el público natural de esa película para trazar una estrategia en consecuencia. Pero sin una buena historia en el punto de partida no habrá nada que hacer. GQ: ¿Animamos a un joven talento para que llame a vuestra puerta? A. K.: ¡Por supuesto! Buscamos a los próximos Steven Spielberg. Es más, yo diría que ya hemos encontrado a uno: Damián Szifrón [Buenos Aires, 1975] con quien hemos hecho Relatos salvajes, pero tienen que aparecer más. Sin duda, nuestro talento es ver el talento de los demás.
"Buscamos a los próximos Steven Spielberg. Sin duda, nuestro talento es ver el talento de los demás"