LIBROS
David Safier se pone serio en 28 días.
Cuatro millones de ejemplares vendidos en más de 30 países avalan el buen hacer de David Safier (Bremen, 1966) como escritor de novelas de humor. Maldito karma es, a buen seguro, su título más conocido aquí en España. Aunque no es el único: Jesús me quiere, Una familia feliz o Yo, mi, me… contigo también han sacado unas cuantas sonrisas a todo tipo de públicos. No obstante, lejos de querer echar raíces en su zona de confort –la comedia–, el autor alemán ha decidido poner un punto y aparte a su carrera para adentrarse de lleno en uno de los capítulos más negros y crueles de la historia de la humanidad: el holocausto nazi. En concreto, en los días en los que los verdugos del régimen hitleriano atacaron con mayor vehemencia el sufrido gueto de Varsovia. Hablamos de la primavera de 1943, momento en el que se da la orden de reducir a escombros ese rincón de la capital polaca y de llevar a todo superviviente a los campos de exterminio de Auschwitz o Treblinka. A pesar de la debilidad del pueblo judío (se estima que de las 400.000 personas que fueron confinadas en el gueto al inicio de la guerra, unas 350.000 fueron exterminadas en los tres primeros años), un puñado de hombres y mujeres sin casi nada que perder organiza un frente sublevado que obliga a recular durante unas semanas –algo excepcional teniendo en cuenta sus limitadísimos recursos– a las patrullas de las SS. Es el famoso levantamiento del gueto de Varsovia. El telón de fondo de 28 días, novela publicada en castellano por Seix Barral (como el resto de la obra de Safier). "Llevo 20 años queriendo escribir este libro. En 1993 se cumplió el 50º aniversario del levantamiento y me propusieron escribir un discurso sobre el tema. Me fascinaba la idea de cómo un ser humano es capaz de lo mejor y lo peor en determinadas circunstancias, y acepté. A partir de ese momento comencé a investigar y el resultado de aquellas pesquisas es esta novela, un manifiesto contra el desaliento y la resignación y sobre la necesidad de sobrevivir", nos cuenta en una charla mantenida en el Instituto Goethe de Madrid David Safier, que conoce de cerca las consecuencias del horror de la guerra: su padre fue apresado por los nazis –aunque logró huir y emigrar a Palestina– y sus abuelos murieron en los campos de Buchenwald y Lodz.
LA HISTORIA de 28 días (el título hace referencia al tiempo que duró la batalla final entre sublevados y tropas alemanas) se orquesta a través de Mira, una chica de 16 años que sobrevive a duras penas gracias al contrabando de alimentos. En el arranque, su única meta es proteger a su madre y a su hermana pequeña. Sin embargo, cuando se reanudan las deportaciones masivas de judíos a los campos de concentración, Mira decide plantar cara a la devastación sistemática que sufre su pueblo y unirse a la resistencia. "La gente que se sublevó era gente joven. Los nazis no esperaban que los rebeldes fueran a abrir fuego contra ellos. De hecho, cuando llegaron al gueto lo primero que les sorprendió fue que los judíos tuvieran armas. Lo segundo, que al frente de la resistencia
hubiera mujeres disparando. Esta idea me fascinaba porque siempre que pensamos en lucha armada, en confrontación, nos vienen a la cabeza enfrentamientos entre hombres. Me gustaba la idea de cambiar esta tendencia y por eso decidí que la protagonista de la novela fuera una adolescente. Mira no es un personaje real, pero todas las situaciones que la rodean sí que lo son", aclara el autor alemán.
A PESAR DE LA CRUDEZA del texto, David Safier confiesa haberse autoimpuesto límites para no causar demasiado rechazo en el lector: "He creado un personaje con el que la gente se puede sentir identificado, un personaje al que acompañar emocionalmente y con el que compartir sentimientos y experiencias. Sin embargo, hay testimonios atroces que no he podido incluir en la novela y que tampoco se podrían contar en una entrevista. Son relatos terribles que obligarían al lector a abandonar el libro. Por eso decidí centrarme en la historia a través de las emociones. Se trata de dar descripciones precisas pero no excesivas, como ya hiciera Benigni en La vida es bella o Polanski en El pianista". Y según reconoce Safier, esta novela, además de ayudarle a cambiar radicalmente de registro y a verbalizar el trabajo de toda una vida, le ha servido como altavoz para mandar un mensaje que trasciende de la simple literatura: "Escribir sobre los capítulos más negros de la historia ayuda a mantener la democracia en la sociedad. En Alemania, a través de la autocrítica nos hemos adentrado en una democracia sostenible. Esto es algo que no ocurre en países como China o Rusia, en los que se evita criticar los regímenes de Mao y Stalin".
"Esta novela es un manifiesto sobre
la necesidad de sobrevivir y contra
la resignación"