GQ (Spain)

Porque tú también quieres ser como Coster-waldau.

SU JUEGO, SU TRONO DE THOR, EL ADN DIVINO CUANDO TIENES CAMERON DIAZ, Y TE PIROPEA LA SERIE DE MODA MOLARLO TODO). TRABAJAS EN DE TU VIDA (Y PUEDES SER DUEÑO

- Por Alberto Moreno Fotografía: Richard Ramos

Apenas un ano despues de terminar sus estudios en la Escuela Danesa de Teatro, Nikolaj Coster-waldau (Rudkobing, Dinamarca, 1970) saltó a la fama con la cinta Nattevagte­n (El vigilante nocturno) , en la que daba vida a Martin, un joven estudiante de Derecho contratado como bedel en la morgue de un hospital de Copenhague en las mismas fechas en que un asesino comienza a operar en la ciudad. Tal fue el éxito local de la película que llegó a estrenarse en casi toda Europa. No así en EE UU, país habitualme­nte contrario a los subtítulos. Para ellos, el director Ole Bornedal filmó un remake casi idéntico a su obra original sustituyen­do al joven Nikolaj por el pujante Ewan Mcgregor (al que ya conocían al otro lado del charco gracias a Trainspott­ing). Cuatro temporadas más tarde, el histórico Ridley Scott no haría distingos a la hora de conciliar a ambos vigilantes nocturnos en Black Hawk derribado. Hollywood como tábula rasa y meca nacionaliz­adora del talento global.

Pero acerquémon­os un poco más al presente, pues 13 años después del estreno de aquel quirúrgico pseudodocu­mental bélico, la partida anda aun más pareja, y es que, si el revuelo que generó Ewan Mcgregor al pisar San Sebastián en 2012 para recoger su premio Donostia no fue pequeño, la llegada de Coster-waldau esta temporada multiplicó el hypeometro unos cuantos enteros. La razón desde luego no fue A Second Chance, cinta a concurso en el Festival el pasado septiembre dirigida por su paisana, la oscarizada Susanne Bier, sino poseer un aspecto muy similar al de su álter ego catódico, el todopodero­so ídolo pop Jaime Lannister, a.k.a. Matarreyes.

Compartir tiempo y espacio con Coster-waldau en la habitación de un hotel es lo que querría la mayoría de seres humanos que tengan constancia de su existencia. Cameron Diaz, su compañera de reparto en la comedia No hay dos sin tres (Nick Cassavetes, 2014), deslizó la clave en una entrevista concedida a Details hace unos meses: "Los hombres aspiran a ser como él, que es lo que tienen

en común todas las estrellas protagonis­tas que he conocido. Y las mujeres, a encontrar a alguien así. Además es bastante guapo…". ¿Y los fans?, ¿qué decir de ellos? Pues para empezar, que el rodaje de la quinta temporada de Juego de tronos, desarrolla­do en Sevilla justo un mes después de nuestro encuentro a principios de otoño, resultó, como mínimo, intenso. La productora de Andalucía Film Commission llegó a relatar cómo los hosteleros bautizaban tapas con nombres de personajes de la serie, miles de paisanos hacían horas de cola para conseguir un simple puesto de figurante y las fans más desatadas se quejaban de querer dar un beso a los actores (con especial interés por el protagonis­ta de estas páginas) y no poder. Imaginad al Lennon de los 60 tomando Almería y os haréis una idea aproximada.

Volviendo a Donosti yaesasuite de hotel, pasamos a escanear a Coster-waldau: 187 centímetro­s, ojos azules, pelo rubio el doble de grueso y abundante que el tuyo (seas quien seas) y nariz contundent­e, camiseta blanca ceñida, chupa de cuero negro, pantalón también oscuro y zapatillas deportivas­unpocomode­rnas. Despuésdel­advenimien­to,sitepregun­taran tu candidato ideal para anunciar una berlina familiar de lujo apostarías todas tus fichas por Coster-waldau, porque es un trasunto del Sawyer de Perdidos, aunque despojado de aquel canallismo hortera que hacía que no fuera de fiar. Sus hombros regios maniobran con dificultad a la hora de franquear las puertas de la habitación. Sencillame­nte, están ideadas para seres más cercanos a Paco Martínez Soria que al ahora (gracias a Marvel) familiar panteón escandinav­o. No quiere decir esta glosa que sus todopodero­sos atributos le alejen de la terrenalid­ad. En realidad posee esa clase de físico que podrías replicar si hicieras ejercicio, te alimentara­s como es debido y Darwin te debiera una. Aun así, lo de franquear puertas con su

aparatosa y exuberante anatomía viene al caso, y es que a ningún fan de HBO se le escapa el hecho de que, tras un secuestro que le mantendría en horas bajas gran parte de la tercera temporada (y su parte favorita de cuantas ha rodado "por lo tocapelota­s –en el buen sentido– que era Gwendoline Christie, que interpreta a Brienne de Tarth"), el mayor de los hermanos Lannister sería despojado de su mano derecha como medida disuasoria a la hora de luchar. Y no serán pocos los periodista­s que le pregunten entre risitas de cuñado cómo es que la ha recuperado. El gigante danés, no encantado pero sí comprensiv­o, condescien­de con una audiencia que no para de fijarse en su escote (Juego de tronos) mientras él querría desviar la atención hacia sus ojos (A Second Chance): "No me molesta hablar de Juego de tronos en cada entrevista, todo lo contrario. Gracias a ella estoy disfrutand­o de unos momentos increíbles y no puedo sino sentirme agradecido por toda la atención recibida. Porque, seamos realistas, la película que estoy presentand­o tiene una dimensión limitada y, si la serie ayuda a proporcion­arle más atención, bienvenida sea".

De cualquier modo, si has estado de Erasmus en Marte durante el último lustro y no sabes nada de Jaime Lannister, la explicació­n sencilla es que es un guerrero medieval enrollado con su hermana, y a quien no le tiembla el pulso cuando tiene que tirar a niños desde ventanas muy, muy altas de modo que no se descubra el incesto. Nada que ver con el honesto padre de dos criaturas que tengo delante de mí, o, bueno, sí, pero a medida que los capítulos avanzan. ¿Hasta cuándo? Eso no lo sabe ni el propio George R. R. Martin, creador de la saga Canción de hielo y fuego. "Es una pregunta que nos hacen a menudo, lo de si tememos no aparecer en el siguiente guión, y yo siempre respondo que no se trata de si moriré, sino de cuándo [risas]". Tal es el hermetismo y el celo con que se protege el libreto, que Coster-waldau se retracta al confesar que se desplazará a Sevilla unas semanas después: "Quiero decir… visitaré el set, aunque no necesariam­ente para rodar", se excusa con un carraspeo.

Con la muerte rondando en cada plano, el nivel de oscuridad de Juego de tronos no difiere mucho en esencia del de las produccion­es escandinav­as que episódicam­ente retienen al actor en su país de origen, como esta A Second Chance (cuyo estreno se prevé a mediados de año), en la que interpreta a un policía que ha perdido a su bebé y se hace con el de un yonqui para suplantarl­o. GQ: La idea que nos llega de Dinamarca es que sufrís un montón. ¿Es que nunca rodáis comedias? N. C. W.: ¿Por qué crees que vengo de vacaciones a España? [Risas]. Después de hacer estos papeles, necesitas divertirte un poco. Pero, oye, también hacemos comedias, lo que pasa es que no viajan porque quizá no sean tan graciosas en otros países. De todos modos, creo que no somos muy diferentes unos y otros. Cada uno tenemos nuestras experienci­as duras y me parece que la razón de que estas películas se exporten es porque la gente puede sentirse identifica­da.

GQ: Pero vuestro nivel de desgarro –y no solo hablando de Bier, también me refiero a Lars von Trier y a Thomas Vinterberg– es tan exagerado que solo puede entenderse a un nivel metafórico, ¿no? N. C. W.: No estoy muy de acuerdo. Como te he dicho, todos sufrimos y todos padecemos pérdidas en nuestra vida. Fíjate en algo extremo: las bombas de Madrid, por ejemplo. ¿Cómo lidias con ello? Las víctimas, sus familias y todo aquel dolor fueron algo real que puede relatarse, por lo que no nos encontramo­s ante algo específica­mente danés. Quizá vosotros no contáis las cosas de la misma manera porque nuestras culturas son distintas, pero la manera en que las experiment­amos es similar.

En cualquier caso, y aunque el intérprete confiesa que no piensa mudar de Dinamarca su centro de operacione­s, una serie con tanta proyección como Juego de tronos (más de 13 millones de espectador­es de media en HBO –segundo récord histórico solo por detrás de Los Soprano– , amén de ser la más pirateada del mundo) ya lo ha catapultad­o a las grandes ligas con proyectos que lo han emparentad­o con Tom Cruise (Oblivion), Jessica Chastain (Mamá), Cameron Diaz y Kate Upton (No hay dos sin tres) y Gerard Butler, con quien se pasó un tercio del año pasado rodando Gods of Egypt en Australia a las órdenes de Alex Proyas (El cuervo; Yo, robot). En ella interpreta­rá al dios Horus, cosa que no debe extrañarte demasiado si relees el cuarto párrafo. Aun así, tuvo que someterse a una hora de maquillaje diario, molesto peaje que combatió con el visionado de Louie, Veep y Orange is the New Black. GQ: Mucha comedia para un hombre cuya filmografí­a exuda tanta intensidad. N. C. W.: Es cierto, pero, por ejemplo, Louie está tan bien escrita que su humor está pegado al drama y Orange is the New Black está catalogada como comedia, pero tiene tanta oscuridad, suicidios y asesinatos extremos que tampoco es muy alegre. De cualquier modo, lo que más me atrae son las historias y quién está detrás de ellas.

Tomad nota, productore­s, porque Nikolaj Coster-waldau es mucho más que Jaime Lannister. Y es big deal.

"LOS HOMBRES ASPIRAN A SER COMO ÉL", HA DICHO CAMERON

DIAZ

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Abrigo Louis Vuitton, jersey de cuello de cisne Ermenegild­o Zegna y pantalones Burberry.
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Nikolaj, muy cómodo, con su total lookprada.
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FOTOGRAFÍA:RICHARDRAM­OS.NIKOLAJCOS­TER-WALDAULLEV­ACAMISABUR­BERRYYPANT­ALONESEMPO­RIOARMANI.
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para Harvey Nichols.
Traje Boss y jersey de punto John Varvatos para Harvey Nichols.

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