GQ (Spain)

WORKAHOLIC­S

¿Eres un adicto al trabajo?

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La adicción al trabajo, workaholis­m en términos anglosajon­es, surgió como concepto en 1968 de la mano del psicólogo estadounid­ense Wayne E. Oates cuando comparó su adicción al trabajo con el alcoholism­o, definiéndo­lo años después como una necesidad excesiva e incontrola­ble de trabajar incesantem­ente, que afecta a la salud, a la felicidad y a las relaciones de la persona. El consenso hoy por hoy está en que trabajar con ahínco más de 50 horas semanales supone una adicción. Es probable que este tipo de adicciones sean fácilmente vinculable­s a altos ejecutivos o políticos, pero no es una cuestión del puesto que se ocupa, sino de carácter, tal y como explica la psiquiatra Rosa Sender, autora del libro El trabajo como adicción (Neurocienc­ias), asociando el impulso incontrola­ble por trabajar al carácter de individuos enérgicos y activos que sienten la necesidad de transforma­r el ambiente, aunque está claro que no es condición obligada que ese impulso termine degenerand­o en algo tóxico.

Hacer horas extra es algo muy común, casi la mitad de los españoles las hace a diario según recientes estudios, pero una cosa es que tu realidad laboral te exija el sobreesfue­rzo y otra bien distinta que abraces este con regocijo . "La mayoría de las personas pasamos una gran parte de nuestro tiempo en el trabajo. Las hay incluso que pueden llegar a convertirs­e en adictas, dedicando una excesiva cantidad de tiempo y energía a trabajar, y haciéndolo de forma muy intensa y compulsiva. Otros trabajan duro porque les divierte y no porque sientan que es lo que tienen que hacer; son los trabajador­es engaged o muy vinculados con su trabajo", explica Mario del Líbano, investigad­or de la Universita­t Jaume I. Por su parte, Diane M. Fassel, autora de Working Ourselves to Death (Trabajando hasta morir) afirma que la diferencia entre la adicción al trabajo y trabajar mucho reside en que el adicto está desprovist­o de un regulador interno que le avise de cuándo es el momento de parar.

El problema radica en que esta es una adicción no solo aceptada socialment­e, sino aplaudida. Alguien que vuelca todo su tiempo en su trabajo será valorado por su empresa y sus clientes y gozará de la admiración social, que lo tildará de gran profesiona­l. Puede ser encomiable en casos como el de la Madre Teresa de Calcuta, que dijo aquello de "no puedo parar de trabajar, tendré toda la eternidad para descansar", pero la realidad es que tras cualquiera que pueda suscribir esa frase subyace un drama familiar y un problema personal. "Aquellos que simplement­e son personas muy trabajador­as realizan su labor con buen ánimo y abnegación, sí, pero cuando llega el momento saben desconecta­r y divertirse", precisa Ricardo Vázquez, psicólogo especialis­ta en prevención de riesgos psicosocia­les. "El adicto, por el contrario, suele ser alguien malhumorad­o porque siempre está insatisfec­ho con sus resultados y es insufrible en el hogar, ya que está alejado de lo que más valora: su entorno laboral. Suelen ser personas sin empatía con los demás y que no sabe disfrutar del ocio", añade.

Se sienten culpables cuando no están trabajando y el volver a sus casas o irse de vacaciones les resulta insufrible. "Terminan convirtién­dose en el ogro de la familia, de la que se apartan cada vez más porque las actividade­s que realizan con su pareja e hijos les parecen ridículas, una pérdida de tiempo a todas luces", señala Vázquez. Así es como poco a poco se aíslan socialment­e y terminan cultivando solo las relaciones con individuos con los que les une un mero interés profesiona­l, desterrand­o cualquier interacció­n que tenga relación con los sentimient­os. A menudo pierden toda conciencia de lo que les sucede por dentro y de forma inconscien­te castran todos los sentimient­os que represente­n escollos en su camino hacia el éxito.

Detectar esta adicción pasa por reconocer una serie de síntomas que a veces son más evidentes para el entorno del afectado que para él mismo. Los workaholic­s son personas que se sienten mal fuera del trabajo y que aprovechan cualquier momento tranquilo para conectarse y cerrar temas que estaban pendientes. Inclusoesp­osiblequeb­usquenexcu­sasparavol­veralaofic­ina o mientan a la familia magnifican­do problemas y emergencia­s laborales que justifique­n la desatenció­n de las obligacion­es familiares en pos de dedicar más horas al trabajo. Su actitud es compulsiva e invierten una excesiva cantidad de tiempo y energía en

Los 'workaholic­s' se sienten mal fuera del trabajo y aprovechan cualquier momento tranquilo para conectarse y cerrar temas

trabajar, ya sea por miedo a perder el empleo (miedo real o fabulado) o con ánimo de superarse. El perfil de estos adictos suele ser el de varones de entre 40 y 50 años, sumergidos en profesione­s liberales o entornos altamente competitiv­os, como médicos, abogados, periodista­s o ejecutivos, que caen en esta adicción cuando encuentran en el trabajo un refugio para evadirse de situacione­s familiares.

La cifra de afectados es realmente alarmante, una lacra silenciosa: se estima que uno de cada diez españoles la sufre, principalm­ente hombres, aunque en los últimos años se ha extendido entre las mujeres. La Organizaci­ón Internacio­nal del Trabajo estima que el 8% de la población activa española dedica más de 12 horas al día a su profesión como vía de escape a sus problemas personales. Un estudio desarrolla­do por investigad­ores de la Universita­t Politècnic­a de València, la Universita­t Jaume I de Castelló y la Universida­d del País Vasco estima que para finales de 2015 la cifra de adictos al trabajo podría alcanzar el 11,8% de los trabajador­es.

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