'Hipster'
Los hipster son tribu que carece de dudas. Para ellos, siempre será más digno convertir el fútbol en cultura –desde la contracultura– que reducirlo a una charla de barra de lo más tópico, llena de lugares comunes y futbolistas de élite tipo Cristiano y tal. Abrirse paso con una cervecita y mira tú, que si ponme por aquí una banderilla y te cuento la última del padre de Messi, que una de boquerones y lléname la jarra, que el Barça no tiene fuelle. En ese plan, discutir es fácil. Por el contrario, si uno cita a Leivinha, a Pereira o a Breitner, entonces la conversación cesa y en la barra son todo oídos ante la rareza de un discurso tan hipster. Escuchen.
Hay que estar a la última y, en esto del fútbol, estar a la última es estar con el fútbol antiguo y con sus héroes. Aquellos jugadores de pintas incontables y desaliño son ahora la referencia más modelna. De esta manera, recogiendo el pasado de los cromos setenteros, aparecen Leivinha y Pereira, la pareja de brasilerosque jugaron de colchoneros. El uno era rubio y blanco y el otro moreno, pongamos que negro. El Atleti los fichó tras verlos en acción en la final del Trofeo Carranza, donde el Palde
meiras venció al Real Madrid. El día de su debut con el Atleti, jugando contra el Salamanca, Leivinha marcó tres goles. Si no marcó más, fue porque le dio vergüenza.
Todo hipsterque se precie ha de relatar las jugadas de Leivinha –O Rei Rubinho– como si las hubiese vivido. El jogo de Brasil llegó a España con él y con su compañero, Luiz Pereira, que jugaba lo mismo pero en la defensa y correteaba con el balón pegado a la bota. El moreno lo hacía por su propio área, retando a los delanteros del equipo contrario a quitársela. Algo poco común, muy exótico, lo de ver a un defensa regateando y haciendo diabluras. Lo más normal, y sobre todo en aquella época, era que un defensa rompiera piernas. Con Pereira en la defensa y Leivinha en el ataque empezó la transición de España al fútbol moderno, que diría un hipster.
Por parte del equipo merengue, lo más hipsterque pasó por sus filas fue Paul Breitner. De la misma época que Leivinha y Pereira, el alemán Breitner lucía cabellera afro, bigotón y patillas. Su juego era guerrero y venía inspirado por Mao Tse Tung. Arrancaba desde el centro del campo y tomaba posición de extremo izquierdo cada vez que su equipo se disponía a atacar. Una leyenda alemana que una vez marcó un gol fantasma al Sevilla, en el Sánchez-pizjuán. Ocurrió cuando en el Real Madrid, además de Breitner, jugaba otro alemán llamado Netzer y el equipo merengue no pelaba un partido. En este caso, iban empate a cero en el primer tiempo cuando, en la segunda mitad, nada más comenzar el partido, Paul Breitner empalma un chute desde fuera del área que se dirige hacia un lado de la red. El portero sevillista se estira por si las flais pero el balón sale fuera. Las gradas tiemblan. Lo mejor vino cuando el portero sevillista se levanta y cae en la cuenta: el balón está dentro de la portería. ¿Cómo es posible? Magia potasia. El árbitro da por válido el gol y el guardameta sevillista se rasca la cabeza.
Los jugadores del Sevilla se encaran con el árbitro, pues el balón ha entrado por un agujero del lateral de la red. El árbitro no se lo cree y se piensa que es cosa de la picaresca sureña. Entonces los jugadores sevillistas le invitan a inspeccionar la portería pero el árbitro dice que nones, que han manipulado la red, que es gol y que no recula. Así pasó que el partido terminaría con el marcador a favor del Real Madrid. 1 a 0.
Al otro día, el diario Assacaba en primera el momento del gol; el instante en que el balón entra por un agujero de la red. Una foto con el titular en letras bien grandes: "No fue gol". Gracias al documento gráfico, las conversaciones en la barra de los bares no llegaron a más. Entre banderillas, boquerones y cañas de cerveza, la polémica quedó resuelta.
Por si no ha quedado claro, estar puesto en este tipo de anécdotas futboleras es lo que diferencia a un hipster de los que todavía dudan entre ser o no ser hipster. He aquí la cuestión.
"Si uno cita a Leivinha, a Pereira o a Breitner, en la barra son todo oídos ante la rareza de un discurso tan 'hipster"