Jubilarse currando

En nuestra idea de jubilación está la de tener tiempo para dedicarnos a aquello que no podíamos hacer cuando todo lo que importaba era nuestra profesión. En esta lista hay de todo, desde escribir una novela o pintar cuadros hasta viajar o aprender a cocinar. A partir de los 65, y más con el aumento de la esperanza de vida, teníamos la ilusión de "tener tiempo para…". Esta intención retumbaba en nuestras conciencias para tranquilidad existencial de las mismas. Todo esto, lamentablemente, va a ser parte del pasado dentro de pocos años. Es cierto que viviremos más, pero seguirá cayendo la natalidad. El aumento de la esperanza de vida, según el Instituto Nacional de Estadística, llegará a los 91 años en los hombres y los 95 en las mujeres en el año 2064. Como no habrá suficientes nacimientos, si la tendencia sigue así, perderemos cinco millones de habitantes.

Saltan las alarmas porque, con tanto jubilado y tan poca gente joven trabajando… ¿cómo se sostiene el estado de bienestar?, ¿quién pagará las pensiones a tanta peña? Los expertos ya avisan de que tal y como está diseñado nuestro sistema, no solo habrá que reformarlo, sino que tendremos que cambiar nuestra visión de ser un jubilata. Tenemos que ir pensando en que no podremos dejar de trabajar a los 65. Debemos hacernos a la idea de que nuestra vida profesional tendrá que continuar, de alguna manera u otra. Y no es un debate sobre retrasar a los 67 o a los 70 años la jubilación, sino que, de forma casi permanente, habrá que combinar nuestra pensión con otros trabajos a tiempo parcial, temporales, o que nos exijan menos esfuerzo que el full time. Este es el futuro que nos espera. ¿Es evitable de alguna manera? Pues la respuesta es sí. ¿Cómo? Dándole la vuelta a las previsiones de natalidad. Se hace de una manera, aunque con varias posturas, y es bien divertida…