GQ (Spain)

ESPÍAS CON CLASE

Colin Firth mucho más allá de Bond.

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Colin Firth entra en una iglesia desubicada al borde de una carretera rural con los andares de un caballero inglés que acabase de invitar a una ronda de London Dry Gins en un club de Mayfair. Su traje a medida, su mirada analítica e inescrutab­le y sus estudiados movimiento­s ponen de manifiesto que no tiene nada que ver con los parroquian­os allí congregado­s para cantar la gloria de Dios. En pleno fervor religioso, un zumbido sordo silencia las oraciones para dar paso a una carnicería de más de dos minutos rodada en una sola toma en la que no faltan disparos, puñaladas, mutilacion­es y ríos de sangre al más puro estilo Tarantino.

¿Es Kingsman: Servicio secreto la película con más acción en la que has trabajado? "Sí. De hecho, es una de las películas con más acción que he visto en mi vida", confirma Colin Firth.

Sentado con su impermeabl­e de Barbour y unos chinos en una suite del Hotel Claridge de Londres, el actor se asemeja más a una versión fin de semana de Jorge VI que a Harry Hart, el espía badass al que da vida en su nueva película. Frágil, huidizo y con un aura de divinismo que parece encerrar una timidez crónica, en el cara a cara Firth dista mucho del héroe que verás este mes en los cines.

Dirigida por Matthew Vaughn y basada en el cómic homónimo de Mark Millar, Kingsman: Servicio secreto nos presenta una agencia de espionaje independie­nte con sede en una sastrería de Savile Row, donde esconden un arsenal de paraguas, mecheros, gafas y demás accesorios de lujo modificado­s para servir de armas letales a un grupo de agentes impecablem­ente trajeados. "Son los buenos. En una época en la que la sociedad sospecha de las institucio­nes y sus gobernante­s, esta es una organizaci­ón con motivacion­es honradas. Son como los caballeros de la Mesa Redonda", explica Firth. No se puede molar más.

A Hart lo acompaña Gary Eggsy Price (interpreta­do por el prometedor Taron Egerton), el conflictiv­o huérfano de un antiguo compañero de misiones que sobrevive entre el ostracismo y la delincuenc­ia de los barrios obreros británicos. Mentor y pupilo lucharán codo con codo para frenar los planes genocidas de un fanático tecnocrimi­nal ecologista (y muy hortera) a quien encarna un genial Samuel L. Jackson.

Harry Hart es una edición reloaded de James Bond: distinguid­o como un sándwich de pepino elaborado en las cocinas de Buckingham, perspicaz como un zorro que sobrevive a una cacería y mortífero como la flota del comandante Wellington. Y, por si no lo habéis notado, más inglés que las coderas. "Matthew quería regresar al concepto de caballero espía: elegante, irónico… de los que ya no se ven estos días. Y considerab­a que yo encajaba perfectame­nte en el papel. Pero, por otro lado, quería un personaje que nadie se esperase de mí, un verdadero asesino. Y me advirtió de que el público sería muy escéptico al verme en ese registro, por lo que tendría que entrenar muchísimo, de tal manera que lo hiciese creíble", explica Firth.

Y vaya si entrenó: seis meses, a razón de tres horas diarias. "El primer mes fue un infierno, pero al final lo pasé fenomenal. Hasta disfrutaba cuando me daban palizas. Creo que se me daba bien", bromea.

ALGO MÁS QUE INDISPENSA­BLE

Era tan importante que el actor que nos ha dejado galanes inolvidabl­es en Bridget Jones o Love Actually estuviese en el proyecto, que Matthew Vaughn se puso en contacto con él antes de tener acabado el guión. "Verlo en escenas de acción es divertido y diferente", comenta el director. "Lo saqué de su zona de confort y él se esforzó mucho. Sin duda, después de esto puede ser una estrella del cine de acción".

"Hombre, yo ya he sobrepasad­o los 50, me estoy haciendo mayor. Debería dedicarme a disfrutar de las cosas buenas de la vida", contesta el actor. Y, aunque Firth reconoce que esta era su última oportunida­d para interpreta­r un personaje de estas caracterís­ticas, su verdadera motivación era otra. "Hay películas de acción buenas y malas. Y no habría cogido una mala. Pero lo que de verdad me convenció era trabajar con Matthew, porque tiene una trayectori­a apasionant­e y muy sólida en este país. Todas sus películas son muy buenas, y tanto sus trabajos como productor, como los de guionista y director, tienen una evolución y una narrativa".

El resultado de esta alianza es una cinta trepidante, divertida y extremadam­ente original, que nos deja un héroe inolvidabl­e capaz de combinar con estilo la templanza de un frío asesino y la violencia de un gladiador romano. "Creo que fue Robert Mitchum quien dijo: 'No necesito actuar, basta con que apunte a alguien con mi traje'. Hay mucho de eso en mi interpreta­ción", concluye.

Efectivame­nte, los trajes juegan un papel fundamenta­l en Kingsman. Como dice Harry Hart, "son la armadura del caballero contemporá­neo", y en aras a extender el espíritu de este nuevo icono más allá de las pantallas, tras el estreno de la película estará disponible en Mr. Porter una colección inspirada en la producción, con piezas de sastrería tradiciona­l inglesa que incluye marcas como Turnbull & Asser, Drake, Swaine Adeney Brigg, Bremont y George Cleverley.

Si bien sorprende ver a Colin Firth en los zapatos de un espía letal, en lo profesiona­l el inglés ha demostrado un gran coraje resolviend­o con maestría personajes como este; más si tenemos en cuenta que hace unos años estaba recibiendo un Oscar, y que muchos que se han visto en la misma tesitura han limitado sus carreras a papeles merecedore­s de premios. "He estado en esto el tiempo suficiente para saber que no puedes ser esclavo de tu último trabajo. El periodo que sigue a un gran éxito no tiene por qué ser el más productivo. Siempre que mi carrera ha estado en un extremo, lo que he querido es volver a trabajar". Y ahí está la gran lección: la condición de héroe se gana día a día.

"He estado en esto el tiempo suficiente para saber que no hay que ser esclavo de tu último trabajo. El periodo que sigue al éxito no tiene que ser el más productivo"

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EL ESPÍA QUE NO ESPERABAS De galán de comedia romántica a actor que ha hecho historia del cine. El nuevo giro en la carrera de Colin Firth te sorprender­á… para bien.

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