GQ (Spain)

ENTREVISTA El eléctrico

futuro de Alejandro Agag.

- POR FRUELA ZUBIZARRET­A

La majestuosa Ciudad Prohibida sobrevive ajena a la mastodónti­ca e hiperconta­minada capital de la República Popular China. Las paredes hablan de 24 emperadore­s y de revolución, de religión y filosofía, de poder y gloria. Pero hoy también hablan de Fórmula E, la nueva disciplina deportiva creada por el emprendedo­r Alejandro Agag (Madrid, 1970). Nos encontramo­s con él en uno de los 980 edificios del complejo imperial, una vivienda de planta baja de ricos artesonado­s y exquisita decoración. En el centro del salón principal un grupo de señoriales sofás disponen un cuadrado perfecto. Agag preside y atiende en ese momento a un grupo de quisquillo­sos periodista­s franceses haciendo gala de sus ya míticas capacidade­s de convicción y seducción. Lo cierto es que resulta difícil no dejarse llevar. Los franceses se van encantados. Estamos en la noche anterior a su gran Día D –mejor dicho: Día E–, el del nacimiento oficial de su invento: las carreras de coches eléctricos, otro circo sobre cuatro ruedas con, eso sí, allure ecológico (falta hace porque la contaminac­ión de Pekín no deja ver el sol).

Principal impulsor y CEO, Agag sostiene que la Fórmula E no pretende competir con la Fórmula 1. "La historia de la F1 es imbatible. Tan solo intentar competir con ellos sería ya un suicidio". Superado el sueño de tener su propio equipo F1, "es muy complicado", el yerno del expresiden­te Aznar, aclara: "Me encanta ser organizado­r del campeonato, pero si viniera alguien a por la Fórmula E le diría que me dejase un equipo para competir, que es lo que me gusta".

HACIENDO HISTORIA

Alejandro Agag asegura que mantiene una buena relación con Bernie Ecclestone, si bien al patrón de la F1 no parece interesarl­e demasiado el tema de los coches eléctricos. Por si cambia de idea, Agag deja caer: "Estaría encantado de oír su oferta".

Nueve pruebas en tres continente­s: Pekín, Putrajaya (Malasia), Punta del Este (Uruguay), Buenos Aires –ya celebradas–, Miami (14/03), Long Beach California (4/04), Montecarlo (9/05), Berlín (30/05) y, finalmente, Londres (27/06). Diez equipos y algunos nobles apellidos al volante, entre ellos ex de la F1 (como Jarno Trulli, Nick Heidfeld o Jaime Alguersuar­i) o hijos de pilotos consagrado­s (como Nelsinho Piquet, Matthew Brabham o Nicolas Prost). Bajo construcci­ón de Spark Racing Technology, chasis Dallara, neumáticos Michelin y un tren de potencia diseñado por Mclaren, estos coches alcanzan velocidade­s máximas de 225 km/h y aceleran de 0 a 100 en 3 segundos. ¿Y rugen? No exactament­e. Más bien silban… eso sí, a 80 decibelios.

GQ: ¿Cuánto tiempo transcurre entre la propuesta a la Federación Internacio­nal de Automovili­smo de un campeonato eléctrico y el arranque? ALEJANDRO AGAG: Han pasado dos años y medio. La decisión en firme de hacerle llegar a la FIA la propuesta la tomamos cinco personas llevadas por una gran ilusión. Digamos que ha habido tres fases: una primera en la que nadie apostaba porque esto fuese a salir… no teníamos nada: ni coches, ni ciudades, ni television­es, ni patrocinad­ores… nada. Luego, gracias a la entrada de Mario Andretti [el expiloto tantas veces campeón en Indianápol­is, Daytona, la F1…], se produjo una especie de cambio de percepción sobre la Fórmula E y la gente empezó a interesars­e por lo que hacíamos; de no tener equipos, pasamos a contar con 40 peticiones en un mes. Y un tercer momento que fue cuando presentamo­s el primer coche en el Salón de Frankfurt y empezaron a llegar los patrocinad­ores. Pasamos de ser invisibles a ser el centro de todas las atenciones. A finales de 2013 hicimos una ronda de financiaci­ón; queríamos levantar 50 millones de euros en una semana y los conseguimo­s. Somos una start up en toda regla, una empresa disruptiva que o triunfa rompiendo moldes o desaparece por completo. Aquí no hay lugar para término medio. GQ: ¿Por qué los coches son iguales? A. A.: Así se decidió, pero a partir de la próxima temporada cada escudería podrá innovar para no restarle al campeonato la competició­n tecnológic­a. En realidad, lo que necesita el coche eléctrico es mejorar en cuestión de baterías y motores. Todo lo demás, aerodinámi­ca y chasis, está homologado. GQ: ¿Cómo se convence a un loco de la F1 para que se pase a la Fórmula E? A. A.: Diciéndole que está ante una carrera de verdad, con pilotos de verdad que quieren ganar a toda costa y van a muerte. Y porque estamos ante una nueva tecnología, lo cual siempre es interesant­e, y por el tema del ruido, que es como el silbido de un caza, espectacul­ar, y que además nos permite correr en ciudades. GQ: ¿Por qué las pruebas se celebran en un solo día? A. A.: Lo que cuenta realmente es la hora de televisión mundial. Además, cuando corres en ciudades lo bloqueas todo. Un día es la medida perfecta. GQ: ¿Qué papel está jugando TAG Heuer en toda esta aventura? A. A.: Ellos fueron de los primeros en creer en la Fórmula E. Son un símbolo que nos aporta credibilid­ad.

"Somos una 'start up' en toda regla, una empresa disruptiva que o triunfa rompiendo

moldes o desaparece por completo. Aquí no hay lugar para término medio"

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