GQ (Spain)

Clive Owen nos canta las cuarenta.

49 + 1 Actor, digno supervivie­ntede los 40, portada GQ 40.

- ESPECIAL TONES

HABRÍA MUCHO QUE APRENDER de un tipo como este. Y no solo porque Owen sea un auténtico gentleman –su nombre nunca falta en las listas GQ de los hombres más elegantes– sino porque a sus 49 + 1, sigue encarnando como pocos el ideal del hombre hecho a sí mismo. Actor desde los 13 años, ha interpreta­do ya a más de un centenar de personajes repartidos entre el cine, el teatro y la televisión (¿le has visto en The Nick?), y en todos destila tanta humanidad como cinismo. Que además sea hincha del Liverpool, que le gusten los caballos y lleve 20 años con la misma mujer, más que motivos para odiarle, son para envidiarle .

¿En qué momento de tu vida has sentido que ofrecías una mejor imagen? Me he visto especialme­nte favorecido en algún que otro programa de televisión. Y también en sesiones de fotos como esta. ¿Y la peor? Fui gordito de adolescent­e y durante la época en la que estudiaba en la escuela de teatro. No era tremendo, pero no era un chico sano. Fumaba, y el deporte y la comida saludable no me preocupaba­n. Esto duró hasta los 25. Antes de esa edad, nunca me importó mi estado físico, no formaba parte de mis prioridade­s. A partir de entonces me di cuenta de que sí debía ser una cuestión importante. ¿Cuándo sentiste por primera vez que habías madurado? Una parte de mí aun no lo ha hecho. Tengo 50 años pero no me veo como un hombre de 50. Lo cierto es que tengo mi propia idea de la edad que tengo y, sin duda, esta no correspond­e con la realidad. Cuando eras pequeño, ¿a quién querías parecerte? A David Bowie. Lo descubrí con 14 años y en poco tiempo tenía toda su discografí­a, incluso las copias piratas. Me quedé realmente impresiona­do por él. Con sus continuas transforma­ciones y cambios de imagen, Bowie influyó mucho más en mi decisión de ser actor que cualquier actor de la época. Hace unos meses llevé a mis hijas a la retrospect­iva que le dedicaron en el Museo Victoria & Albert de Londres y entendiero­n esta fijación. Vieron todas las fases que atravesó y su capacidad para cambiar radicalmen­te de dirección una y otra vez; el talento que poseía para hacer cualquier cosa. Realmente pensaba que no había nadie como él y esta idea me resultaba muy inspirador­a. Con los años, ¿sientes que tu cuerpo ya no te responde como antes? Siempre he sido consciente de los retos físicos que conlleva mi trabajo. Entreno mucho más hoy que cuando tenía 20 años. He participad­o en películas con grandes exigencias físicas y siempre he conseguido ponerme en forma y estar a la altura. Quizá por esto nunca he sentido que no era capaz de hacer lo que se me pedía. ¿Que si siento que estoy envejecien­do? Claro que sí. Hoy día, al contrario que hace diez años, rodar una película de acción me resulta mucho más duro. ¿Deporte preferido? Ahora me encanta el tenis, aunque de joven no me llamaba la atención. De hecho, empecé a jugar a los 30, peloteando de vez en cuando. Veía partidos hasta que un día me di cuenta de que era un buen ejercicio. Y así, cada vez que empezaba un nuevo rodaje, contrataba un entrenador para ponerme a tono. Después, tras acabar el rodaje, quedaba con alguien para pelotear porque reparé en que no solo me gusta como deporte sino también como método para desconecta­r y eliminar tensiones. ¿Cicatrices de la vida? Sí. En la nariz, en la cabeza… Nací con un agujero en el cuello y los médicos esperaron a que tuviera dos años para cerrármelo. Tuvieron que hacerlo porque cada vez era más grande, aunque lo cierto es que nunca fue un inconvenie­nte para mí. ¿Cómo vas de ambición? [Larga pausa…]. Tardo en responder porque no sé muy bien qué decir. Cuando era joven no me gustaban aquellas personas con una ambición excesiva, capaces de hacer cualquier cosa para conseguir su objetivo. Aun hoy entiendo así el concepto de ambición: para llegar a tu objetivo debes pisar a alguien. A decir verdad, nunca me he sentido cómodo con ese tipo de comportami­ento. Soy competitiv­o conmigo mismo, no con lo que me rodea. Quizá porque nunca quise ser una estrella, sino actuar. ¿Errores de juventud? Bueno, podría decir que ninguno. Tuve una serie de golpes de suerte increíbles. La simple idea de llevar la vida que llevaba entonces era una locura. Cuando

echo la vista atrás pienso que si hubiera hecho algo de otro modo, probableme­nte nada de lo que tengo ahora sería real. Desde luego no volvería atrás para cambiar nada de lo que hice. ¿El amor cambia con la edad? Todo se vuelve más estable, especialme­nte si tienes hijos. ¿Cuál ha sido el periodo de tu vida más estresante? En una ocasión participé en tres películas que se rodaron prácticame­nte al mismo tiempo. Acabé una, empecé la siguiente y en la tercera ya estaba completame­nte agotado. Yo notaba que algo no funcionaba bien porque no tuve el tiempo necesario para prepararme. Por primera vez en mi vida sentí que no quería trabajar. Me daba miedo esta situación porque siempre había amado lo que hacía y de repente empecé a pensar: "Mierda, preferiría no ir; preferiría quedarme en mi casa". De aquella experienci­a aprendí y cambié, porque hasta ese momento no supe que debía ser yo mismo el que dictara el ritmo. ¿Y el más relajado? Estoy convencido de que preescolar. ¿Crees que los hombres deberían echar mano de la cirugía plástica? Es una pregunta difícil, ya que es complicado saber quién se la ha hecho y cómo le favorece el cambio. Si te dieran a elegir, ¿preferiría­s engordar o quedarte calvo? Engordar, que sí tiene remedio. Esa foto antigua que ves ahora y piensas: "¿Pero tío, en que coño estabas pensando?". La primera vez que me pagaron por actuar, me fui a Oxford Street [en Londres] y me compré una chaqueta de piel. Era negra y bastante larga. Debí de creerme David Bowie o algo así, aunque estoy convencido de que Bowie jamás se habría puesto aquella chaqueta. Un auténtico horror [risas]. ¿Cómo te imaginas con 70 años? Espero que vivo… y trabajando. Algo bueno de mi trabajo es que sea cual sea tu edad puede haber un gran papel esperándot­e a la vuelta de la esquina. Todo depende de comprender qué puedes y debes aportar en cada momento. ¿Qué consejo te darías a tí mismo si pudieras viajar en el tiempo y hablar con tu 'yo' de hace una década? Le diría que se asegure de estar en la profesión adecuada. Una vez entendido esto, hay que tener claro que el trabajo es lo más importante. Si no, todo puede ir mal: hoy en día hay actores que se lanzan de lleno al mundo del espectácul­o y cuando aterrizan sienten que todo va mal a su alrededor y que su futuro se mueve sin rumbo. Esto ocurre porque no son consciente­s de que el tiempo de rodaje, breve en relación con todo lo que mueve una película, es todo lo que les debe importar. Y no siempre lo perciben así. Creo que eso es fundamenta­l. ¿Crees que te has convertido en el tipo que querías ser? No, porque nunca he aspirado a ser nadie en especial. Lo que he logrado es mucho más de lo que podía imaginar o esperar. Por supuesto, agradezco cada día las oportunida­des que me han convertido en quien soy. A medida que los años se te echan encima, ¿te pareces más o menos a tu padre? Menos, sin duda. ¿Cuál es el mejor consejo que te han dado sobre hacerse mayor? Lo cierto es que me han dado consejos realmente espantosos. Por ejemplo, este es uno que me dio un manager que conocí en Los Ángeles: "Recuerda Clive, al final todo es cuestión de simpatía. La interpreta­ción es simple y llanamente una cuestión de simpatía".

"Si me das a elegir entre engordar o quedarme calvo, diría engordar, que tiene remedio"

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FOTOGRAFÍA:SEBASTIANK­IM.CLIVEOWENL­LEVATRAJE,CAMISAYCOR­BATADIORHO­MME,ZAPATOSTOM­FORDYPASAD­ORDECORBAT­AYPAÑUELOD­EBOLSILLOT­HETIEBAR.

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