El efecto doppler U na entrepierna contundente
Por Carme Chaparro -
El asunto del e-mail decía: "A ver cómo cuento esto sin parecer una choni; a ver". No era spam. Me lo había mandado a mí misma hace ya varios meses (sí, hago esas cosas de mandarme e-mails a mí misma). El correo se había quedado perdido en el limbo de la carpeta de pendientes sin leer. Sí, esa misma carpeta que me llama cobarde por las noches, porque nunca reúno el valor suficiente para darle al deleteally a tomar por saco Maripili.
En fin, que os explicaba la cosa de "a ver cómo cuento esto sin parecer una choni". ¿Qué leches había escrito dentro? Pues solo una escueta pregunta –¿realidad o látex?– y varios links. Debí
de estar muy aburrida alguna tarde del otoño pasado, porque me dediqué a recopilar reportajes que ponían en duda la masculinidad colgante de algunos famosos. ¿Se rellenan la cosa o la tienen tal cual abulta?, se preguntaba uno de los redactores.
Al principio pensé: hombre, ¡cómo se la van a rellenar, con lo incómodo que debe de ser! Pero claro, luego recordé todo lo que hacemos las mujeres con nuestros genitales superiores, especialmente la cantidad de barbaridades que podemos llegar a meternos entre piel y sujetador (no querríais saber qué se ve en los baños femeninos mientras algunas se las recolocan frente al espejo; hasta Kleenex o trozos de papel de baño he visto meterse yo con estos ojitos). Y ya ni os cuento la cantidad de burradas que hacemos cuando la ropa hace imposible llevar sujetador (nota: no, no y no a los tirantes transparentes, por favor). Conozco a mujeres que se han encintado medio pecho con esparadrapo para poder embutirse en un vestido sin tirantes y que parezca que los tienen turgentes como cuando estaban en la adolescencia. O los artilugios de silicona que realzan, refuerzan y reinventan la cosa. Esos sí que son de tortura medieval.
Para presumir hay que sufrir, ¿no? Así que, bueno, ¿por qué no ibais vosotros a querer aumentar la (no) generosidad de la madre naturaleza con vuestros cuerpos serranos? Que lo hagáis con esparadrapo me parece un poco suicida, la verdad. ¿Qué utilizáis? ¿Calcetines? ¿Kleenex? ¿Bolas de naftalina? No sé. Igual ahora le estoy dando ideas a algún avispado empresario para crear la prótesis paquetera perfecta (desde aquí reclamo mis royalties, por cierto). "Para que podamos mandarle la talla correcta, –por obvia política de higiene no se admiten devoluciones–, por favor, mídase –con metro de costurera, que los metálicos suelen provocar accidentes en esta zona tan sensible– el contorno global de su perímetro con piernas, el de cada muslo por la ingle, el de cada cosita en singular y el del conjunto, a lo ancho y a lo largo; de esta manera podremos indicarle el modelo que más le conviene, así como la copa que se ajusta a sus necesidades. ¿A, B, C o extra ancha? Nunca más incomodidades. Tan real que hasta usted se lo creerá".
Pero, ¡ay!, ¡ay si triunfáis! Un consejo: el "voy un momento al baño a retocarme los brillos" sirve para mucho más de lo que parece.
"¿Qué utilizáis? ¿Calcetines? ¿Kleenex? ¿Bolas de naftalina? Igual estoy dando ideas para la prótesis paquetera perfecta"