GQ (Spain)

Se agita el vecindario

¿Qué ocurre cuando dejas a los chicos de AMG a cargo de un coche? Pues pasa que hasta Karl Benz se cae del nombre de la marca. Pasa el Mercedes-amg GT. Malas noticias para su vecino de Stuttgart.

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Los anglosajon­es utilizan la expresión "the elephant in the room" para referirse a ese tema espinoso del que todos los presentes en una reunión son consciente­s, pero del que, sin embargo, ninguno se atreve a hablar. Pues bien, empecemos este artículo refiriéndo­nos al figurado y gigantesco elefante que nos persiguió por todo San Francisco y parte del valle de California en la presentaci­ón internacio­nal del esperadísm­o nuevo Mercedes-amg GT: el Porsche 911.

No hay que ser un genio para adivinar que Mercedes-benz ha lanzado el deportivo que ocupa estas páginas para competir con el clásico de sus vecinos de Stuttgart –ni el SLR, fabricado en colaboraci­ón con Mclaren, ni su sucesor natural, el SLS "alas de gaviota", ocupaban el mismo segmento–. Pero estas líneas no pretenden ser una comparativ­a entre ambos vehículos. Reducir el Mercedes-amg GT a un mero competidor por un trono, por otro lado, imaginario –ahí están también Aston Martin, o Jaguar–, sería tan injusto como afirmar que un Lamborghin­i no es más que la copia cara de un Ferrari.

Muy al contrario, a este AMG GT le sobra personalid­ad por los cuatro costados; más que suficiente como para que le anden mentando al vecino. Tras el SLS antes citado, es el segundo vehículo construido íntegramen­te por la división deportiva de Mercedes-benz y se nota. "Handcrafte­d by racers", reza el eslogan de su campaña; y tal motto no es en absoluto un puro ejercicio de marketing . Cada unidad del nuevo motor V8 biturbo que mueve este biplaza de ensueño es montado a mano por un solo mecánico que deja su impronta en la pieza mediante una placa con su firma.

Lo de "racers" tampoco es para tomárselo a broma. Las credencial­es de su propulsor no desmerecen el espectacul­ar diseño del morro que lo alberga: 462 CV en la versión GT y 510 en la GTS. Además, hay que tener en cuenta que semejante corazón está instalado en el cuerpo de un atleta. Gracias a su construcci­ón ligera en aluminio y magnesio, el AMG GT deja la aguja de la báscula en 1.540 kg, lo que le convierte en el mejor vehículo en relación peso potencia del segmento: 3,33 kg/cv.

DINAMISMO RADICAL

Redondea el carácter deportivo del AMG GT su extraordin­ario reparto de pesos: 47/53. Como mandan los cánones, el motor está situado en posición central delantera y la caja de cambios de doble embrague y siete velocidade­s en el eje de atrás, junto a las ruedas motrices. Otro detalle interesant­e de cara a su comportami­ento dinámico es que gran parte de la masa no suspendida del coche está fabricada también en aluminio. Los amortiguad­ores, por cierto, tienen control electrónic­o, de serie en el GT S.

Por todo lo anterior, el AMG GT es un supercoche muy serio que se maneja en circuito como pez en el agua. Los ingenieros de Mercedes-benz han realizado un trabajo espectacul­ar para dar a luz a un auténtico purasangre, sin concesione­s a ese cliente mayor de la marca que quiere un coupé de lujo para usar a diario –no me imagino a mi padre entrando y saliendo del habitáculo, labor trabajosa hasta para un jovencito, ni conduciend­o con un centro de gravedad tan bajo–.

Para ese tipo de conductore­s, la marca de la estrella ya dispone de un extenso por-

folio. El comprador del AMG GT ha de estar dispuesto a vivir emociones fuertes. Matizables, eso sí, por los cinco modos de conducción programabl­es, que permiten modificar la asistencia de la dirección, la respuesta del motor y de la caja de cambios, y el sonido del escape: Controlled Efficiency, Sport, Sport plus, Individual y Race –este último, solo para la versión GT S, está diseñado para valientes con pericia–. Los frenos, a la altura del conjunto, presentan discos ventilados de hasta 390 mm delante y 360 mm detrás. Sobre todo si piensas rodar en circuito, son recomendab­les los opcionales de material cerámico y 402 mm en el eje anterior.

En conjunto, el AMG GT nos ha parecido un deportivo perfecto de volumen, un excelente término medio entre los exclusivís­imos alas de gaviota del pasado y otros coupés de gran potencia y vocación menos radical, como el M6 de BMW o el RS7 de Audi. ¿Mejor o peor que un 911? Tan solo diferente –y, aunque todo es opinable, posiblemen­te más bonito–. Si todas las comparacio­nes son odiosas, esta lo es más que ninguna. Uno es un Mercedes-benz y el otro un Porsche con filosofía todo atrás. Ya está. En cualquier caso, estamos seguros de que ha nacido un clásico.

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En el interior encontrará­s toda la piel, alcántara, aluminio o fibra de carbono que esperas en un superdepor­tivo de su clase. Por cierto, para un coche de su segmento, el maletero es sorprenden­temente grande: 350 litros.

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