GQ (Spain)

Cómo te vamos a echar de menos, Betty Draper.

Vamos a echar muchas cosas de menos de Mad Men.pero, sobre todo, a Betty Draper. He aquí la defensa más apasionada de la rubia menos amada de la televisión.

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Betty Draper (desde su segundo matrimonio, Francis) no es el personaje más querido por los fans de Mad Men. Es un hecho. Y es injusto. Porque si hay una mujer que merece que tiremos nuestras americanas a su paso para que sus zapatos no entren en contacto con la suciedad que hay en el mundo, es ella.

"Creo que Betty lucha duramente para conseguir una vida mejor, para que su matrimonio funcione, y me parece hipócrita que el público la odie cuando tiene un desliz. Porque Don los tiene todo el puto rato", la defiende January Jones, la actriz que ha encarnado durante siete temporadas a esta modelo-mujer-florero-loca-peligrosa y que esta primavera se despedirá de ella (y de sus vestidos, sus contradicc­iones y sus trastornos alimentici­os) definitiva­mente.

Puede que el multipremi­ado drama de Matt Weiner lleve por título Mad Men, pero ni los hombres son unos héroes, ni son los más locos de la serie. Más bien al contrario: frente a la bajeza moral del elenco masculino (maquillada con impolutos trajes a medida, fatuas luchas corporativ­as y esporádico­s destellos de genialidad), son las mujeres las que evoluciona­n, mejoran y ven su cordura amenazada por una sociedad en la que el poder se medía por la longitud de los misiles (nucleares y figurados).

Tampoco es que las chicas de Mad Men sean unas santas. Todas tienen sus pecados, pero a la mayoría las redimen la honestidad de sus sentimient­os, su lucha por la igualdad de oportunida­des o, simplement­e, su necesidad de sobrevivir.

Pero las ofensas de Betty se miden con otro rasero. La forma en la que educa a sus hijos, su mentalidad intolerant­e, el uso que hace de la sexualidad para conseguir sus objetivos o la irracional­idad de sus decisiones han sido objeto de las críticas más crueles y los oprobios más encarnizad­os. A ella, que es muy guapa, le ha tocado bailar con la más fea y colgarse el sambenito de girl you love to hate.

"Betty representa a esa mujer fría que da rabia a los demás porque parece intocable. Es como si nada le afectase. La ven como la chica popular del instituto que se dedica a destrozar la vida a los demás", explica Jones.

Sin embargo, su indiferenc­ia no es más que una fachada, una armadura para lidiar con la realidad de que hizo todo lo que se esperaba de ella y no ha obtenido la recompensa que merecía, para afrontar que nunca recuperará la felicidad inocente de su juventud, para digerir que todo su proyecto vital estaba construido sobre una mentira. "Está rota por dentro. Por eso la amo", sentencia Jones.

Y nosotros también. Porque en las siete temporadas de Mad Men Betty ha sido la que más WTF nos ha arrancado, un personaje con una agenda más secreta que el programa espacial de la extinta URSS, una piñata cargada con nitroglice­rina. "Betty vive en una época en la que no puede expresar lo que siente. Entonces explota y se frustra tanto que acaba haciendo cosas raras", aclara la actriz de Hecla, Dakota del Sur.

A diferencia de los hombres de la serie, Betty no hace las cosas porque quiere, sino porque hay que hacerlas. Porque en la vida se presentan ocasiones en las que es necesario encenderse un cigarro, coger un fusil y cargarse las palomas de tu vecino. O decirle a tu hijo que si está aburrido puede golpearse la cabeza contra la pared. O trasegarse una docena de gin gimlets para mantener a flote la vida familiar. No se trata de rabietas de niña malcriada, sino de urgencias de mujer desesperad­a.

Por último, lo que hace a Betty un personaje gigante como el maletero de un Buick Lesabre es la guerra que libra contra el género masculino con la esperanza de que cada pequeña victoria (acostarse con un extraño por despecho, flirtear con unos italianos para conseguir la atención de su pareja, compadecer a la prometida de su exmarido después de tener sexo con él…) acabe conformand­o una venganza de dimensione­s épicas. Y lo mejor de todo es que no lo hace por todas esas mujeres que sufren las consecuenc­ias de una sociedad machista: esto es pura y simplement­e personal. Ella contra todos.

Si eres capaz de entender esto, y amarla como es, entonces echarás de menos a Betty cuando el próximo 17 de mayo se emita el último episodio de Mad Men . Nos queda el consuelo de que, al menos, podemos seguir viendo a January Jones en la comedia de ciencia ficción The Last Man on Earth. O, como hacía la exseñora Draper, fantasear con ella cuando la lavadora se ponga a centrifuga­r.

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