TETAS (GRANDES); NO SOY YO, CARI, SOMOS NOSOTROS
Sí, está claro, nos gustan las tetas. Pero es así porque nuestro cerebro ha evolucionado para ello. En el pasado se desarrollaron nuestras conexiones neuronales para que nos gustaran y poder fortalecer el vínculo entre madre e hijo durante el periodo de lactancia. Pero según hemos evolucionado, como explica el experto Larry Young, de la Universidad de Emory, en Atlanta, esas conexiones se han adaptado para que el lazo que se estreche no sea el de madre y cría, sino el de las parejas. Hemos descubierto que los senos son una fuente de placer para la mujer y que estimularlos mejora las relaciones sexuales en la pareja. ¿Por qué solo pasa en los humanos? Porque hemos evolucionado, normalmente, hacia la monogamia y porque copulamos, también normalmente, cara a cara, lo que facilita que se pueda producir esa estimulación.