¿Para qué quieres un dron, criatura?

Amazon y los ejércitos del mundo tienen poderosas razones para contar con esos avioncitos no tripulados, pero tú no. No es que esté feo, es que te vas a meter en un lío. Los combos de "cámara voladora" más "gran ciudad" más "espacio aéreo restringido" más "anda, se ha estrellado sobre esa señora" sobrevuelan tantas leyes que hasta puedes acabar con una cuádruple multa si te despistas… O, en el mejor de los casos, con un carísimo cacharro en el trastero de los cacharros carísimos en pocos meses. Tantos como tarden los gobiernos en esgrimir la seguridad para aprobar prohibiciones tan restrictivas como pecuniarias –"por supuesto que puede tener usted un dron, caballero: la licencia anual más el seguro de responsabilidad civil más el carné de piloto en pantuflas…"– sobre tus juguetitos. ¿Te encantan los juguetes robóticos? Ten una Roomba. Y una mascota. Y una webcam conectada a un canal de Youtube. Y espera a que te llueva el dinero.