GQ (Spain)

Demasiada presión

- el efecto doppler por Carme Chaparro - PERIODISTA Y PRESENTADO­RA DE TV

Bueno, pues… ya podéis respirar tranquilos. Poco a poco se va apagando su sombra. Sus sombras, de hecho (perdonad, perdonad por el chiste fácil, pero no puedo con la vida). El pluscuampe­rfecto señor Grey va bajando del topde las películas más vistas. Las hordas de mujeres que acudieron en masa a lamer las pantallas de cine regresan tranquilas a sus casas. Como ovejas descarriad­as, vuelven al calorcito del hogar. Empezarán a olvidarse de las esposas, pezoneras, lubricante­s y bolitas que compraron en un momento de éxtasis y que a vosotros, confesadlo, os dan bastante pereza. No tenéis el cuerpo para sesiones de 50 mibre

nutos (solo de pensarlo notáis un fuerte dolor, sí, ahí) ni cerebro para imaginar trucos y tratos sorprenden­tes en cada una de ellas. Que una cosa es entusiasma­rse de cabeza y dejar volar la imaginació­n y otra es ponerse al tajo. Además, oye, que en la ficción todo es músculo y queda muy bonito al ritmo del dancingy en la realidad la grasa estropea el plano.

Del dinero, el poder y la juventud insultante­s mejor no hablamos, ¿ok?

En fin, que vuestras parejas van rebajando la fiebre que les provocó Mr. Grey, y vosotros respiráis aliviados. Un poquito está bien, pero ya teníais demasiada presión encima. Que vosotros sabéis separar realidad de ficción y no esperáis encontraro­s en la cama a Mia Khalifa o a Lisa Ann. No le pedís eso a vuestras girls, no. Pero ellas, ¡ay ellas!, estaban confundien­do demasiado el asunto.

Una cosa os digo, queridos: la culpa la tenéis solo vosotros. ¿Quién empezó a ver porno? ¿Quién? ¿Eh? Y… ¿qué se ve en el porno? ¿Qué? ¿Eh? Venga, va. ¿Os parecéis vosotros a esos actores? ¿Tenéis su cuerpo? ¿Su aguante? ¿Jadeáis, os movéis, rotáis y os flexionáis como ellos?

Me voy a poner seria por una vez. Los psicólogos y psiquiatra­s alertan del aumento de jóvenes incapaces de enfrentars­e al sexo real. Hartos de ver porno desde casi antes de saber nada de sexo, cuando por fin llega el momento de la carne y la piel de verdad, la realidad se les queda muy, muy, muy pequeña y triste. Porque la realidad no se parediego ce al porno. ¿A que no? O, al menos, la realidad no se parece siempre y en cada instante al porno.

Los adolescent­es de hoy crecen pensando que las relaciones sexuales son lo que ven en sus móviles, ordenadore­s y tabletas. Que las mujeres van enterament­e depiladas, tienen pedruscos (perdón, pechos) de la talla 100 y están dispuestas a todo. Que cuanto más duro, más salvaje y más cantidad, mejor.

Pero, sobre todo, esos chicos crecen pensando que, cuando llegue el momento, a ellos les va a salir una performanc­e igualita que la de los actores de las cintas pornográfi­cas. Y cuando, evidenteme­nte, no es así (y no es así por mucho, mucho, mucho), algunos son incapaces de afrontarlo. No solo porque lo que les ofrece la vida real ya no les excita, sino porque no se ven capaces de estar a la altura. La web makeloveno­tporn.com recoge algunas de esas frustracio­nes. Dad una vuelta y me contáis.

"En fin, que vuestras parejas van rebajando la fiebre que les provocó Mr. Grey, y vosotros respiráis aliviados"

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