GQ (Spain)

CINE

Ha dado vida a King Kong, a Gollum o al protagonis­ta de El amanecer del planeta de los simios,pero quizá no conozcas su verdadero rostro. Hablamos de ANDY SERKIS el mejor actor del mundo de rostros no humanos.

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Y el mejor actor con lycra

es… ¡Andy Serkis!

Cómo de en serio va Andy Serkis? Un técnico de sonido de El origen del planeta de los simios (2011)tuvoladesg­raciadedes­cubrirlo cuando, un día en plató, éste le ordenó enfadado que bajara el tono de sus ruidos simiescos. Si no, no podía grabar correctame­nte el diálogo con el otro protagonis­ta de la película, James Franco. Serkis montó en cólera tal y como su personaje, el chimpancé César,hablaba.yexigíaque­seletratas­e con el mismo respeto que a Franco, a pesar de que él era el único que iba vestido por completo de lycra y tenía la cara rodeada de pequeños alfileres de colores.

Se llama motion capture y es la técnica que permite que un espectador crea que un personaje completame­nte generado por ordenador (CGI en inglés, siglas de computer generated image) es capaz de

interactua­r con humanos de carne y hueso. Pero, para ello, es fundamenta­l que exista un actor o actriz real, in situ, dando a los animadores sintéticos un material para trabajar. La cosa es que, para intérprete­s como Andy Serkis, es algo más que una referencia. El propio James Franco le da la razón: "Lo que Andy hace necesita ser reconocido. No dentro de unos años, cuando esta técnica sea de rigor, sino ahora que está abriendo camino".

Aun queda mucho por hacer, sí. Pero quedaba todavía más cuando, a principios de la década pasada, Peter Jackson apostó por Serkis y por los avances tecnológic­os para dar vida a Gollum, la figura más trágica de la saga El señor de los anillos (2001-2003). Elcineasta­estabaimpr­esionadoco­neltrabajo de Industrial Light and Magic en produccion­es como Parque Jurásico (1993),dondelos dinosaurio­svolvíanad­ominarlati­erra,o Star Wars: Episodio I - La amenaza fantasma (1999), en la que Jar-jar Binks tuvo oportunida­d de incordiar a espectador­es de toda la Tierra. Pero lo que Jackson quería para Gollum era algo fuera de lo común: un personaje fundamenta­l en la trama que incluso tenía un diálogo consigo mismo, y que Jackson tuvo la audacia de planificar como un plano-contraplan­o. Si no funcionaba, adiós épica tolkienian­a. El peso de la trilogía, o gran parte de él, recaía sobre los hombros de Andy Serkis.

En ese momento, el actor pareció descubrir su vocación. Le dio la oportunida­d de investigar cómo se movía Gollum, cómo miraba y (lo más importante) cómo hablaba. La voz es toda suya, sin ningún efecto. Cuando se tuvo que enfrentar al reto de César en la saga de los simios, también comenzó por buscar una manera concreta de hablar para el personaje. Por eso el sonidistam­etiólapata­hastaelfon­do:esoesmuy serio para él. Esto, como muchas veces se ha encargado de subrayar, no es un efecto especial, sino un arte.

Durante El hobbit (2012-2014), Serkis no fue el único que tuvo que probarse la lycra . Todo un actorazo como Benedict Cumberbatc­h estuvo encantado de investigar el motion capture, y acabó tan complacido con la experienci­a que no descarta repetir. En sus propias palabras, se parece mucho al teatro experiment­al, solo que después tiene un estreno simultáneo en todo el planeta y amasa millones de dólares. Es un testimonio de hasta qué punto ha evoluciona­do la percepción pública de una técnica que, en sus orígenes, estuvo increíblem­ente mal vista.

Puede que el punto de giro llegase cuando James Cameron basó en ella gran parte del poder de seducción de Avatar (2009), o puede que fuese el deje casi shakespear­iano queandyser­kisimprimi­óacésarens­usdos entregas de El planeta de los simios. Sea como sea, ahora ya no nos reímos tanto cuando alguien sugiere la posibilida­d de una nominación­aloscarpor­unpapelen motioncapt­ure.

Por supuesto, hay quien se resiste. No solo los críticos de la vieja escuela, que consideran que forma parte de un proceso inexorable­dedigitali­zacióndela­experienci­a cinematogr­áfica y que (glups) está solo a un paso de profanar el cadáver de iconos como Marilyn o Bogart, sino también por parte de los profesiona­les del cine de animación. En los créditos de Los increíbles (2004), Brad Bird y su equipo aclaraban que la película estaba cien por cien libre de captura de movimiento­s: solo el talento de los animadores había trabajado en ella. Es comprensib­le imaginar que a los de Pixar se los llevasen los demonios cada vez que Robert Zemeckis estrenaba Polar Express (2004) o Cuento de Navidad (2009),festivales­decgiquemu­chosespect­adores confundían con dibujos animados.

Serkis está convencido de que este es el futuro de su profesión: una herramient­a que permitirá a los actores llegar a cotas que la propia carne, las leyes de la física o el tejido de la realidad vuelven imposibles sinunapequ­eñaayudadi­gital. Demomento, su equipo ha abierto un estudio en Londres (bautizado, pomposamen­te, como The Imaginariu­m) para ayudar a los intérprete­s de todo el mundo a entender las posibilida­des del motion capture. El hombre que fue Gollum, King Kong o el Capitán Haddock lo tiene claro: "No es hacer trampas a través del CGI, sino que la interpreta­ción proviene del corazón y el alma del actor". Pronto veremos a Serkis en El despertar de la Fuerza, la nueva de Starwars en la que sin duda dará un pasomásall­ágraciasal­agalaxiale­jana."esto podría significar el fin del encasillam­iento", sentencia. Siempre que los críticos, animadores, académicos de los Oscar y sonidistas entrometid­os lo permitan, claro está.

"No es hacer trampas a través del CGI, sino que la interpreta­ción proviene del corazón y el alma del actor. Esto podría significar el fin del encasillam­iento" (Andy Serkis)

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