GQ (Spain)

Rafa-no-mejodas

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errores arbitrales no tienen perdón, sobre todo cuando nuestro equipo sale desfavorec­ido. El pasado año los de la FIFA hicieron un ranking de injusticia­s, convirtien­do sus siglas en las de Federación Internacio­nal de Fallos Arbitrales. Entre la mano de Dios y el balón que explotó en el aire, entre un arbitraje y otro, los de la FIFA pasaron por alto uno de los fallos más sonados de nuestro fútbol. Vamos a contarlo, pues aunque el linier no se equivocó a la hora de señalar penalti, sí que se equivocarí­a de jugador a la hora de expulsarlo del campo. Pero la culpa no fue del linier, sino del árbitro.

La cosa empezó tal como sigue: ocurrió el 26 de septiembre de 1996 en La Romareda; jugaba el Zaragoza contra el Barcelona. El partido lo retransmit­ía Canal+ en supersurro­und, o como se escriba eso. Llegaba a los baretos y a los hogares con todo el ruido de fondo gracias a unas antenas de dispositiv­os sensibles que manejaban los operarios desde el mismo terreno de juego. Por culpa de este avance técnico, a partir de aquel entro cuentro, el linier Rafa Guerrero pasará a llamarse Rafanomejo­das y cosas mucho peores. Sin ir más lejos, le nombrarían a su madre con adjetivos de cuatro letras, dicho por lo fino. Pero vamos a la moviola: el primer tiempo del partido acabó con 3 goles a 1 a favor de la casa, o sea, del Zaragoza, y la segunda parte empezó marcando el Barcelona su segundo gol. La tensión se rumiaba en las gradas ante la proximidad de los azulgranas en el marcador, y fue entonces cuando llegó la catástrofe. El árbitro pita saque de esquina a favor del Barcelona y hasta el área del Zaragoza sube todo el equipo azulgrana, incluidos los defensas. Tal fue el caso de Couto, que subió para rematar y sufrió un marcaje de los duros, por lo que fue golpeado en la cara.

Ante la infracción cometida en el área, Rafa Guerrero agita el banderín desde la línea de cal y en las gradas empiezan los silbidos, el griterío y los insultos. El árbilos se acerca al linier. "¿De quién? ¿Penalti de quién, Rafa?", le pregunta mientras el operario de Canal+ acerca el micrófono último modelo y todo el mundo desde sus hogares puede seguir la bronca. "Rafa, no me jodas".

Los jugadores del Zaragoza van a por el linier que, con la confusión, no consigue saber quién de ellos es el infractor. Entonces va el juez de línea y se hace un lío y se equivoca de jugador y señala a otro que es inocente. Desde las gradas le lanzan una dentadura. "Hubo un momento en el que deseé recoger la dentadura y devolvérse­la a su dueño", contaría años después el mismo Rafa Guerrero a Germán Pose, el periodista que recogió la peripecia en un libro-reportaje escrito en tono testimonia­l y donde da cuenta de la sangre inquisidor­a de la masa futbolera. "Rafa, no me jodas".

A partir de aquel momento, el fútbol, el deporte, el compañeris­mo, esas cosas

"Empezaba así la condena para un linier que se confundió de jugador pero no de falta, pues fue un penalti claro"

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