2001 TURISMO SEXUAL 2001 EROTOMANÍA
Pero a pesar de eso –o tal vez por eso– sus libros no dejan indiferente a nadie. "Toda sociedad tiene sus puntos débiles, sus llagas. Meted el dedo en ellas y apretad bien fuerte", decía Houellebecq. Y cuando uno se empeña, lo consigue. En su última novela, Sumisión, se convierte en una suerte de profeta describiendo un futuro no muy lejano (2022) en el que Francia tiene un presidente musulmán y el país se islamiza. Algunas profecías dan miedito…
El pasado mes de marzo, durante la semana en la que la novela se publicaba en Francia, el semanario Charlie Hebdo publicaba una caricatura del escritor con el titular: "En 2015 pierdo los dientes, en 2022 hago Ramadán". La broma resultó macabra, porque en esos días tuvo lugar el atentado islamista que arrojó 12 muertos y, para el escritor, la condena de tener que ir siempre escoltado.
Desde que publicó su primera novela hace ya más de 20 años, Houellebecq parece obsesionado por explicar Francia y el hombre contemporáneo, aunque no siempre resulte evidente bajo su ácido pesimismo. Su obra resulta demoledora, pero su mucha mala leche ha arrojado brillantes novelas: Ampliación del campo de batalla (1994), Las partículas elementales (1998), Plataforma (2001) o El mapa y el territorio (2010). En ellas se vislumbran ecos de Camus, Kafka, Sartre, Mann u Orwell, y planean temas tan apetecibles como la soledad, la muerte, la enfermedad, el suicidio asistido, la misantropía y el pesimismo existencial, las relaciones familiares, el sexo y la decadencia social, moral y política. Sin embargo, no dejamos de leerlo, tal vez por la extraña fascinación que a veces nos provoca lo que rechazamos.
Cuando publicó Sumisión el escritor declaró a una revista francesa: "He procedido a una aceleración de la historia, pero no puedo decir que sea una provocación, porque no digo cosas que considere falsas solo para poner nerviosos a los demás. Condenso una evolución que, a mi entender, es verosímil". Ya veremos si la historia del siglo XXI llevará el sello del hombre que nunca se peina.
Plataforma
La Rivière,