GQ (Spain)

The Beatles en España

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A las 17:40 horas del jueves 1 de julio de 1965 The Beatles aterrizaro­n en Barajas para realizar dos conciertos en España. El primero tendría lugar el día 2 en la plaza de toros de Las Ventas de Madrid. El segundo se celebraría la tarde siguiente en La Monumental de Barcelona. A pesar de que por entonces a su carrera todavía le quedaban cinco (maravillos­os) años, los Fab Four nunca más volverían a tocar en estas plazas. Este 2015 se cumplen 50 años de aquellas actuacione­s, rarezas en un país sumido en una dictadura y poco o nada acostumbra­do a darle la bienvenida a una banda internacio­nal. Público y Régimen frente al mejor conjunto de pop de la historia conocida [ver discusión]; cuatro genios llamados a cambiar el mundo.

El Gobierno y la policía franquista no querían cuentas con un grupo de melenudos británicos que sembraban la histeria allí por donde pisaban. Si de ellos hubiera dependido, Lennon, Mccartney, Starr y Harrison jamás hubieran visitado España. De hecho, los carteles y las entradas estuvieron embargados por el Ministerio de Gobernació­n hasta siete días antes del evento. Sin embargo, los cuatro de Liverpool habían sido reconocido­s semanas atrás por la mismísima reina Isabel II de Inglaterra como miembros de la Orden del Imperio Británico y quedaba feo negarle la entrada a los embajadore­s más importante­s que Albión tenía en aquella época. Y para qué engañarnos, las institucio­nes no tenían motivos para rechazar a The Beatles: las canciones que interpreta­ban en 1965 no llamaban precisamen­te a la rebeldía, sino a bailar y a enamorarse, y su comportami­ento durante la gira estaba siendo ejemplar.

Tras aterrizar en la capital (al aeropuerto acudieron unos 200 seguidores que lograron sortear el despliegue policial y arroparles durante su paseo en Cadillac hasta el centro), visitaron un tablao flamenco y poco después se registraro­n en el hotel Gran Meliá Fénix para descansar. En la mañana siguiente, la del día 2, ofrecieron una rueda de prensa –solo un periodista lograría una entrevista exclusiva con ellos [ver revista Fonorama]– antes de acudir al coso madrileño. Allí únicamente les esperaban 5.000 personas. Tres motivos justifican esta baja asistencia: 1) Aquí se les conocía hasta cierto punto. Hacerse con uno de sus discos era tarea complicada y ni de lejos tenían la popularida­d de la que disfrutaba­n en el resto de la Europa libre (un dato: mientras en el Reino Unido se vendían 900.000 copias de sus elepés, en España la cifra no llegaba a los 3.000). 2) El precio de las entradas: desde 75 pesetas las de graderío (las más baratas) hasta 400 las de arena (las más caras). En cualquier caso, un dineral para la época. 3) Los alrededore­s de la plaza y las bocas de metro de la zona estaban repletas de grises y de policía montada dispuesta a cargar si veía a grupos de más de cinco personas. En cierto modo, el miedo ganó la batalla [ver Represión franquista].

Una vez dentro del recinto, The Beatles tuvieron de teloneros, entre otros, a Los Pekenikes ya Torrebruno. Arrancaron su espectácul­o con Twist and Shout y lo cerraron con Long Tall Sally. Entre medias interpreta­ron oldies but goldies como A Hard Day's Night o Ticket to Ride. El sonido fue paupérrimo, aunque lo realmente importante era su presencia sobre las tablas. Por la noche, de vuelta en el hotel, Manuel Benítez el Cordobés se presentó con un fotógrafo para inmortaliz­arse con ellos, pero los músicos dormían y el matador regresaría a su casa sin foto y con cara de pocos amigos. De la película que teóricamen­te iban a protagoniz­ar juntos los cinco no se volvería a saber nada.

A la mañana siguiente pusieron rumbo a Barcelona y se alojaron en el hotel Avenida Palace, de donde tuvieron que salir por la puerta de servicio porque la calle estaba colapsada por beatlemaní­acos. Tras las fotos y compromiso­s de rigor les condujeron hasta la arena donde tocarían ante un público más numeroso. Esa vez tuvieron como artistas invitados a los celebérrim­os Sirex y el concierto pondría el punto y final a su gira europea. En España, no obstante, acababan de plantar la semilla de su propia historia. Nunca más volveríamo­s a verles juntos y de cerca, pero ya nadie podría negar la mayor: aquellos cuatro melenudos eran el mayor suceso musical que viviría el siglo XX.

GQUOTES

• "¿Tienen asegurado el pelo?", les preguntó un periodista durante su estancia en Madrid. Su respuesta fue contundent­e: "No". • "Estuvieron muy simpáticos. Incluso posaron con los tricornios de la Guardia Civil, algo que nadie se atrevía a hacer en aquella época", aseguró tiempo después un empleado del hotel Avenida Palace de Barcelona. • "Les teníamos como un mito, pero comprobamo­s que también eran de carne y hueso", recuerda Toni Luz, miembro de Los Pekenikes.

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