Orden y (des)concierto
Carlo Giordanetti es el director creativo de la firma de relojes más efervescente de Suiza. Bajo su mando, Swatch se ha convertido en una referencia en las calles y en el mundo del arte.
Carlo Giordanetti es el homólogo cuerdo de Felipe V de España. No llega al extremo de querer cabalgar sobre los caballos de los tapices ni persigue los fantasmas de palacio ensartando la espada al aire, pero en la regia industria en la que se mueve sus acciones irradian el mismo asombro. Pocos directores creativos ostentan tanto poder y disfrutan de tanta libertad como él, quizá porque no todos tienen el carisma y la visión de quien ha sabido poner en hora el alma de Swatch. El pueblo y la aristocracia rinden pleitesía a este soberano imprevisible y genial, bajo cuya regencia las fronteras entre lo posible y lo imposible se han evaporado en favor de un imperio marcado por la felicidad y la puntualidad colectivas. Giordanetti imprime a sus relojes la dosis justa de incorrección, tecnología y buen diseño. Y como todo buen rey, tiene verdadera debilidad por el arte. Una obsesión que le ha llevado a cometer verdaderas locuras en su nombre. Desde hace tres ediciones la Bienal de Arte Contemporáneo de Venecia, quizá la cita no comercial más importante del universo creador, disfruta de su patrocinio. La cita de este año se inauguró el pasado mes de mayo. Allí fuimos a pedir audiencia a su excelencia. Y, de paso, a vigilar su grado de cordura.
disfrutar de una selección de obras financiadas por organismos públicos y empresas privadas que no persiguen un fin lucrativo. Afortunadamente no todo el mundo piensa de la misma forma. "Colaborar con una institución como la Bienal de Venecia nos obliga a marcarnos unos estándares muy elevados", asegura Giordanetti. Es, a todas luces, una alianza que beneficia a ambos. Como dirían los anglosajones, un win-win. El compromiso de la firma con el arte y, en particular, con los artistas, lleva años materializándose en iniciativas como la Swatch Art Peace Hotel de Shanghái, una especie de residencia de talentos donde nombres como Luca Bray o Chiara Luzzana han encontrado el contexto idóneo para dar rienda suelta a sus obsesiones. Esas obras están presentes en el pabellón que la firma relojera ha dispuesto en el espacio Arsenale de la Bienal. "Aquí es donde nosotros marcamos la diferencia como patrocinadores, pues no nos limitamos a facilitar fondos sino que además tenemos algo que contar", explica Giordanetti. Además del pabellón que han cedido a los artistas de la casa, Swatch ha posado sus agujas en una de las referencias más celebradas del arte actual, la portuguesa Joana Vasconcelos. El jardín del edén es el nombre que recibe la instalación que ha creado para la firma en Venecia, una apuesta tan turbadora como cautivadora que se compone de un escenario onírico sobre una base de flores luminosas. Sin duda, una de las obras más agudas de la Bienal. "La gente alucina cuando entra en ella y se da cuenta de que una instalación tan genuina ha sido desarrollada bajo el paraguas de uno de los patrocinadores", afirma Giordanetti. La excentricidad del rey mecenas rebosa locura e ingenio. Y mucho olfato.