Licor café
Por Manuel Jabois -
En mi pueblo había un chaval que andaba con la mano metida en el paquete. Le llamábamos, por supuesto, Mano siempre en polla. Se quedaba mirando fijamente la calle en la puerta del comercio de sus padres con unos Lois abultados. Los niños que pasábamos para ir al colegio nos reíamos de él. Nos contemplaba con la miraba bovina que se le pone a los que están acariciándose los huevos. Y sin embargo, en esa actitud suya, que le libraba de atender el comercio, había un aprendizaje fundamental: el que se deriva de la curiosidad por la vida mientras se acomoda eternamente, a la vista de todos y sin complejos, los cojones.