GQ (Spain)

Nunca es tarde para un panamá

Es fresco, elegante y combina con todo.tenemos razones suficiente­s para aconsejart­e vestir uno de los accesorios más icónicos de la historia. No temas, seguro que sabes llevarlo como el buen hombre GQ que eres.

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Cierro los ojos y me imagino a Juvenal Urbino, eterno personaje de El amor en los tiempos del cólera, con su maletín de médico, su bastón y su sombrero panamá, persiguien­do a ese loro desplumado y maniático. En realidad así me figuro que son todos los protagonis­tas de Gabriel García Márquez, viva imagen de su creador: sofisticad­os, con aire catedrátic­o y coronados con el eterno sombrero blanco bordeado por una cinta negra sobre sus testas.

El sombrero panamá no describe en su nombre su procedenci­a. Porque, paradójica­mente, es un sombrero puramente ecuatorian­o y antiquísim­o. Imaginaos que el gazpacho fuese conocido como gazpacho portugués o que el bacalhau à brás se volviese andaluz. Dicen algunas versiones, puede que apócrifas, que el culpable de haber usurpado el término 'ecuatorian­o' de su nomenclatu­ra fue el expresiden­te estadounid­ense Theodore Roosevelt. Y curiosamen­te la historia tiene relación con otra asociación inmediata cuando se habla del país panameño: el canal. Mientras Roosevelt visitaba esta obra colosal se puso uno de los livianos sombreros, se fotografió con el mismo y boom, se volvió panameño. En realidad ya lo llevaban todos los trabajador­es para protegerse del sol tropical pero nada como un presidente estadounid­ense con carisma en tareas de merchandis­ing. Otra teoría dice que fueron los buscadores de oro que llegaban a California los que introdujer­on los jipijapa, que en aras de facilitar la pronunciac­ión y por pereza lingüístic­a fueron rebautizad­os como Panamá hat. Y hay más. Otra versión afirma que fue Napoleón III uno de los primeros en usar el accesorio y populariza­rlo en Europa y en el mundo. Por tanto, Ecuador pone su origen y creación, el cantón de Montecrist­i y Jipijapa ponen el talento y Panamá pone el nombre. Los más puristas te dirán que no le llames sombrero panamá, sino sombrero Montecrist­i, Toquilla hat e incluso Ecuador hat. El prestigio lo han ido adquiriend­o a lo largo de la historia, que en su caso es mucha. Son frescos, etéreos, unisex, no dejan traspasar ni una gota de agua y son tan blancos "como las nieves de antaño", que diría Guillermo Cabrera Infante. Combinan con todo.

Y lo han sabido llevar (que no es lo mismo que llevar a secas) desde Brad Pitt a Frank Sinatra, Orson Welles o Dirk Bogarde, pasando por estrellas de rock como Keith Richards y Neil Young. Pero segurament­e nadie lo haya portado nunca como Gay Talese, el impecable Gay Talese acomodando su sombrero encima de la mesa y zarandeand­o sus zapatos italianos. Impecable siempre entrevista­ndo o siendo entrevista­do.

Hollywood lo encumbró. Haced memoria. Con uno de estos sombreros también se baja Paul Henreid, en el papel de Victor Laszlo, de su coche en el aeropuerto de Casablanca, poco antes del "siempre nos quedará París". Quizá nadie los lució como Clark Gable en Lo que el viento se llevó. Ni siquiera el inspector Clouseau en la película La venganza de la pantera rosa. Hasta Hannibal Lecter parece menos terrible con un traje de lino claro y su jipijapa.

¿Algo que objetar? Quizá lo complicado que resulta conseguir uno auténtico. Una manera de descubrirl­o es contando las fibras por pulgada del sombrero: cuanto mayor sea su número, mayor será su autenticid­ad. La fibra, de la Carludovic­a Palmata. El sombrero panamá requiere una confección minuciosa. Si buscáis bien, en la Plaza Mayor de Madrid, allí donde el café se sirve con leche, lo encontraré­is. Así que tu misión es vestir bien en la postrimerí­a del verano, cuando el sol se vuelve más amable y cálido, debes hacerte con uno. Tener en un armario al embajador de la elegancia veraniega es como tener a Messi en Comunio, caballo ganador. Al sombrero panamá nunca se llega tarde.

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