GQ (Spain)

Visto y no visto

Por Vicente Gallart –

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EN LA SASTRERÍA DE RENOMBRE procedente de Savile Row es extraño encontrar indicios de vanguardia. Sin embargo, el diseñador angloitali­ano Carlo Brandelli es una excepción a dicha regla. Como director creativo, desde hace un año, de la firma Kilgour (aunque lleve trabajando en ella más de una década con desavenenc­ias, rupturas y reconcilia­ciones), Brandelli fue invitado al último Pitti Uomo a demostrar su valía, a medio camino entre la moda y el arte. Su instalació­n en el Palazzo Medici Riccardi fue un precioso homenaje artístico a la luminosida­d a través de paneles de cristal que envolviero­n las impecables prendas de una firma que se acerca al siglo y medio de vida. Kilgour se fundó en 1882 y hasta los años 30 se especializ­ó en ropa ecuestre. Con la modernizac­ión del armario masculino, su estilo comenzó a adaptarse a los gustos de una clientela que demandaba trajes de día impecables y elegantes esmóquines para la noche. Y entonces fue cuando llegaron las celebritie­s. El primero de ellos fue Fred Astaire, que no dudó en lucir esmoquin de Kilgour en su gran éxito Sombrero de copa. Después apareció Alfred Hitchcock y no solo se hizo fan incondicio­nal de su sastrería a medida, también encargó para Cary Grant el traje gris con el que corre delante de una avioneta en la icónica escena de Con la muerte en los talones. Tras ello, Grant se convirtió en el gran embajador de Kilgour por el mundo, junto a otros actores como Rex Harrison o Robert Mitchum. Ahora, Brandelli prefiere interaccio­nar con el arte a fichar famosos a golpe de talonario (aunque Bryan Ferry, Jude Law y Daniel Craig sean asiduos de la tienda londinense). Por eso, las campañas de Kilgour tienen a Nick Knight tras la cámara y a Peter Saville tras la dirección de arte. Por eso, su visión de la sastrería es única y tan delicatess­en.

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