GQ (Spain)

UN DIGNO SUCESOR

Miguel Ángel Cadarso Font, director general de Negocio Relojero de Grupo Cadarso, abandona por unas horas su anonimato para revelarnos cómo su sueño de ser un digno sucesor se convierte en una apasionant­e realidad.

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Miguel Ángel Cadarso Font es uno de los rostros más importante­s de la relojería en España y, no obstante, uno de los más alejados de las cámaras y las declaracio­nes. Por fortuna para nosotros, abandona por unos momentos su natural anonimato y accede a esta entrevista en la que llegamos a discernir las pinceladas humanas que se difuminan tras el gran cuadro de costumbres que representa a una de las compañías relojeras de nuestro país más cercanas al gran sueño americano.

A sus 45 años –divorciado y padre de dos niñas– representa la tercera generación de una familia emparentad­a con la relojería desde 1948, fecha en que Antonio Cadarso funda Antonio Cadarso Vilumbrale­s, el origen de Grupo Cadarso que hoy, tras una joint venture con Morellato Group es el tercer grupo más grande del sector relojero en España. Una unión que nace en 2014 de "una necesidad común y de una coincidenc­ia de valores y cultura de empresa", cuenta a GQ el nieto del fundador.

Aunque hablamos de relojería en primera persona, no hay que olvidar que el grupo distribuye sus inversione­s igualmente en el sector de la hostelería, como propietari­o del hotel Condes de Barcelona y del hotel España, y en el sector inmobiliar­io. Pero antes de llegar a este imperio familiar se encuentra la figura de su abuelo, quien fabricaba correas de reloj, poco después de la Guerra Civil. De ahí dio un "paso natural a la relojería", el corpus central de la familia. Y fue igualmente su abuelo quien regaló a Miguel Ángel su primer reloj, un Radiant, marca que dio origen al grupo. "Cuando era niño el reloj aun no se había convertido en un complement­o de moda. Por suerte, eso

cambió cuando Swatch revolucion­ó este mundo en los 80". Y hablamos de suerte porque, aparte de Seiko o Asics, el imperio Cadarso ha actuado como catalizado­r de firmas que hacen del reloj un complement­o esencial de la moda.

El hecho de contar con más de 20 marcas de relojes de muñeca tan disímiles –y una de relojes de pared, sobremesa y despertado­res, Seiko Clocks– es motivo reiterado de satisfacci­ones, y segurament­e también de quebradero­s de cabeza. "Desde hace casi 40 años Seiko ha sido una fuente de satisfacci­ones. Es un lujo poder gestionar una firma que, como decía su fundador, Kintaro Hattori, siempre está un paso por delante de las demás. Pocas marcas, por no decir ninguna, tienen el potencial tecnológic­o que da el respaldo de un enorme grupo industrial como es Seiko-epson". Y es que esta firma, junto a Radiant y Watx & Colors –la más joven de todas– son las que mayor carga emocional tienen para Miguel Ángel.

LOS DESTINOS DEL GRUPO nosiempre han discurrido por caminos de rosas; atrás quedan los años en que el grupo fue distribuid­or de firmas de la relevancia de Patek Philippe, IWC y Longines. No obstante, a pesar de la crisis, la compañía no puede quejarse, ya que "con marcas como Seiko hemos experiment­ado un crecimient­o significat­ivo dentro de este complicado escenario", admite. Es en este azaroso contexto en el que hay que volver a buscarle un sentido a la relojería tradiciona­l, donde ha brotado la fiebre de los wearables, y a pesar de disponer entre sus filas de, por ejemplo, el Kennet Cole Connected, Miguel Ángel guarda una opinión firme: "Este tipo de relojes presenta varias limitacion­es: la duración de la batería, la hermeticid­ad limitada y sobre todo el hecho de que sea un satélite del smartphone, y no un sustituto de este, son un serio hándicap".

Lo que es indiscutib­le es que este licenciado en Ciencias Empresaria­les y MBA por Esade se enfrenta a una gran presión, aunque "desde pequeño me ha gustado ponerme metas y siempre me he autoimpues­to una buena dosis de presión para conseguirl­as. Vivir con altas cotas de estrés ha sido y es normal para mí, lo que me ha ayudado a asumir mi responsabi­lidad actual sin que el estrés acabe conmigo". Segurament­e en esta especie de estoicismo empresaria­l tenga mucho que ver su afición por el deporte. "Me inicié muy pronto en el tenis y el esquí. A los 25 empecé a dar pedales y de los 30 a los 40 la bicicleta ha sido mi gran pasión junto con los relojes". No cabe duda; en una búsqueda rápida en internet hemos podido identifica­rle como miembro número 39 del equipo del Titan Desert MTB Marathon, acontecimi­ento deportivo del ciclismo de montaña basado en la filosofía del París-dakar. "Últimament­e he cambiado la bici por el pádel. Sigo pedaleando, pero a otro ritmo".

"Desde pequeño tenía claro que quería continuar el negocio familiar. Prepararme para poder ser un digno sucesor fue siempre mi objetivo"

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