La Bella Hadid

Para todos aquellos que aun no saben que la hermana pequeña de Gigi es lo más.

Los requisitos para entrar en el club de los cool kids son tres: ser de familia (muy) adinerada, que te guste (mucho) la fiesta y tener (al menos) una hermana pequeña. Así, las nuevas dinastías del glamour nocturno se apellidan Kardashian-jenner, Delevingne, Waterhouse… Y, ahora, Hadid. La primera del clan palestino-holandés en acceder a este selecto grupo de jóvenes celebridades adictas a Instagram,

POR IAGO DAVILA

la moda y las botellas de 1.500 dólares fue Gigi, quien heredó la asombrosa belleza de su madre, la modelo y personaje televisivo Yolanda Foster. Debutó en 2012 con una campaña de Guess, y desde entonces se ha convertido en la obsesión de fotógrafos, marcas y revistas, que han hecho de su imagen la más solicitada del momento… hasta que llegó Bella.

Como buena hermana pequeña, la menor de las Hadid es una experta en hacer la puñeta. Si Gigi representa el canon de musa rubia, ella es la encarnación del exotismo de su padre, un promotor de origen palestino; si Gigi es una experta amazona, ella aspira a formar parte del equipo estadounidense de equitación en los próximos Juegos Olímpicos; si Gigi sale con Joe Jonas (de los Jonas Brothers), ella acaba de hacer pública su relación con la voz más sexy del panorama actual, The Weeknd; si Gigi ficha por Victoria's Secret… ella también.

En menos de un año, Bella se ha convertido en el reverso oscuro (de pelo y de aura) de su hermana, y en la alternativa más introspectiva y magnética de las Cara, Poppy, Kim, Kendall, Suki y compañía. Es el perfil que le faltaba al grupo de chicas más envidiado del planeta, aunque ella le quita hierro al asunto: "Nos conocemos porque tenemos amigos en común. Pero no usamos ningún saludo secreto… aunque molaría bastante", bromea. Ojalá existiese. Ojalá nos lo enseñase.