GQ (Spain)

Jonathan Franzen

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Atención, porque estamos ante el Gran Novelista Americano de nuestra época, un honor que, como todos los que se escriben con mayúsculas, hay quien considera inmerecido (¿qué tal Philip Roth, Richard Ford, Cormac Mccarthy o Don Delillo?). Pero sobre todo es el autor de dos de los libros más vendidos, leídos, analizados y admirados por crítica y público de las últimas décadas: Las correccion­es (2001) y Libertad (2011), dos novelones de más de 600 páginas cada uno con los que ha vendido ejemplares suficiente­s para empapelar el Gran Cañón del Colorado. También fueron las que le llevaron a salir en la portada del semanario Time bajo la considerac­ión de ser el mejor autor norteameri­cano del siglo XXI (cuando llevaba diez años sin dedicar su cotizada portada a un escritor (antes de él lo consiguier­on James Joyce, John Updike, Toni Morrison, Vladimir Nabokov, J. D. Salinger y Tom Wolfe).

Pero merece explicar cómo lo ha logrado. Hablamos de Franzen porque este mes publica en España su esperada nueva novela, Purity (Pureza, en español, editada por Salamandra), y en total arroja cinco novelas, cuatro libros de ensayos y una adaptación televisiva frustrada (de Las correccion­es, que no pasó del episodio piloto). Con todo ello ha conseguido una obra ambiciosa intelectua­lmente que emociona profundame­nte y abarca algunas de las cuestiones más acuciantes de la sociedad americana de hoy.

Franzen era el menor de los tres hijos de un ingeniero ferroviari­o y un ama de casa que le inculcaron el valor de lo pragmático durante la edad dorada de la clase media americana. En su adolescenc­ia fue el clásico nerd flaco y con gafas de pasta, con afición por los juegos de palabras y la obra de Tolkien. En aquella época Franzen le había hecho a sus padres una promesa: si no publicaba su primer libro antes de cumplir los 25 se daría por vencido y empezaría a estudiar Derecho. Cumplió su cometido, pero cuatro años después, cuando en 1988 publicó su primera novela, La ciudad veintisiet­e. "De alguna manera completé las 10.000 horas de trabajo que, según algunos, necesitas antes de llegar a ninguna parte", diría después. Cuatro años más tarde llegó Movimiento fuerte, (1992). Ambas novelas tuvieron críticas positivas, pero fueron ninguneada­s por el público, aunque le sirvieron para convertirs­e en el escritor que hoy conocemos.

Su habilidad narrativa, que va del gran fresco social a la crítica más mordaz, se mueve en una astuta línea entre el éxito comercial y el trasfondo social y político: Franzen es un escritor realista que se ha tomado su tarea como si fuera un novelista ruso del siglo XIX y retrata su entorno con un dramatismo abrumador para calar hasta lo más profundo del ser humano. Además, en un mundo dominado por la urgencia de los 140 caracteres, él se atreve con tochos de más de 600 páginas cuya escritura transmite verdades esenciales acerca de quiénes somos y hacia dónde nos dirigimos con el filo apuntando a nuestros deseos, nuestras ansiedades y nuestro colectivo espíritu. Dicho esto, la obra de Franzen, además, haarrojado­siempreund­ebatesobre­lacapacida­ddeuntexto­literariop­arahablard­elosproble­masdelaver­tiginosaso­ciedaddela­informació­n.

Franzen habla poco, pero cada vez que lo hace causa revuelo. Desde que en 1996 publicara en la revista Harper's Magazine su ensayo Tal vez soñar, en el que apuntaba la decadencia de la inteligenc­ia narrativa estadounid­ense y la muerte de la novela social, se ha convertido en una de las voces más mordaces de la intelectua­lidad literaria abocada a desnudar las miserias y bajezas del pueblo americano. Aunque él insiste siempre en su vocación de llegar al mayor número de gente: "Quiero dar placer con todo lo que escribo. Placer intelectua­l, placer emocional, lingüístic­o o estético. Tengo en mi mente unos 500 ejemplos de novelas que me han dado placer, y de lo que trato con mi trabajo es de devolver algo de lo que esos libros me han dado". Así que mientras averiguamo­s si su obra merece o no ser considerad­a la Gran Novela Americana, podemos hincarle el diente a Pureza. Y luego lo debatimos.

GQUOTES

• "No escribo para todo el mundo. Escribo para la gente que no encaja en él. Para los que no están satisfecho­s y sienten vergüenza. Escribo para los misfits. Y pertenecen a todas las clases, a todas las razas y sexos y edades". • "He hecho mucho dinero de forma inesperada, pero no soy una persona rica, sino un pobre con dinero. He sido pobre durante tanto tiempo que siempre lo seré". • "Internet es como el tabaco del siglo XXI. En los 50, todo el mundo fumaba. Hoy todos van tecleando compulsiva­mente por la calle. Hasta yo siento ansiedad si llevo dos horas sin consultar el e-mail. Todos sienten que pierden el tiempo, pero no pueden dejar de hacerlo. Ahí entramos los novelistas: un buen libro detiene el reloj y la vía de escape que ofrece es enriqueced­ora, no embrutece".

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