GQ (Spain)

¿Pero por qué todo el mundo habla ahora de unicornios?

Muchas son las start-ups que luchan por obtener la atención de los inversores, pero pocas pertenecen al selecto club de los unicornios*. En España no tenemos todavía ninguna en esta categoría, pero ya hay algunas que apuntan maneras.

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El concepto start-up es usado frecuentem­ente a la ligera, tildando de este modo a todas las empresas tecnológic­as en fase de desarrollo. Error. Ni todas las tecnológic­as son start-ups ni todas las startups tienen un perfil tecnológic­o, aunque en la práctica sí es cierto que casi todas están respaldada­s por una nueva generación de tecnología disruptiva, tienen un fuerte componente tecnológic­o y se relacionan con el mundo de internet y las TIC (tecnología­s de la informació­n y la comunicaci­ón). Definir una start-up es complicado y no existe consenso, pero se podría describir como una compañía joven que está en periodo de desarrollo, de pequeño tamaño, financiada y gestionada por un grupo reducido de individuos. Lo que identifica a estas empresas en particular es su vocación innovadora, ya que ofrecen un producto o servicio que no se encuentra en el mercado o que está siendo ofertado de forma ineficient­e bajo el criterio de sus fundadores.

Neilblumen­thal,cofundador­delafirma óptica Warby Parker, viene a decir que "una start-up es una compañía que trabaja para resolver un problema cuyas soluciones no son obvias y el éxito no está garantizad­o". Cierto es, pero la definición está incompleta. Otra caracterís­tica es que presentan unas grandes posibilida­des de crecimient­o y, en ocasiones, un modelo de negocio escalable. También es decisivo el horizonte temporal y su dimensión. Una empresa de este tipo debe estar en fase de despegue, pero no puede ser eternament­e una promesa. "Una compañía con cinco años puede ser aun una start-up. Con diez años de recorrido ya pasa a ser una condena", afirma Paul Graham, de Y Combinator, empresa dedicada a la consecució­n de financiaci­ón. Muchas veces se habla de firmas como Uber como ejemplos de éxito empresaria­l, cuando lo cierto es que esta es una compañía con financiaci­ón de más de cinco billones (cinco mil millones para nosotros) de dólares, una valoración según The Wall Street Journal de más de 50 billones y un beneficio estimado para finales de 2015 que superan los 10 billones. Es decir, ya dejó hace mucho de ser una promesapar­aalcanzarl­acategoría­deunicorni­o.

LOS DESEADOS

Unicornio. Rara avis. La élite. Una firma alcanza la considerac­ión de unicornio cuando su valoración privada anterior a su salida a bolsa o adquisició­n pasa la frontera del billón de dólares (lo que vendrían a ser 1.000 millones de dólares para los europeos; más de 880 millones de euros). La primera en introducir este término fue Aileen Lee, fundadora de Cowboy Ventures, en noviembre de 2013. Los rankings de unicornios realizados en los últimos años han puesto de manifiesto por un lado la hegemonía de EE UU a la hora de colocar sus empresas en esta categoría y, por otro, la irrupción decisiva de las start-ups chinas, que en muy poco han posicionad­o en el top 15 compañías como Xiaomi, Didi Kuaidi, Lufax o DJI. La cultura emprendedo­ra y empresaria­l americana, su vocación inversora y sus peculiares mecanismos de inversión posibilita­n que sus promesas crezcan rápida y cualitativ­amente.

España es un país rico en inventiva donde la cultura start-up ha eclosionad­o con fuerza. Muchas han sido las que históricam­ente han tenido un tremendo éxito protagoniz­ando ventas que coparon titulares en prensa incluso antes de que se usara propiament­e el término start-up. Los casos más señalados son Ya.com, vendida a Deutsche Telekom por 550 millones de euros; eresmas, adquirida por Wanadoo por 255 millones de euros; e Infojobs, colocada a la noruega Schibsted por 185 millones de euros. Sin embargo, parece que la barrera del millón de dólares está vetada a los españoles. "Para nada es un problema de creativida­d o desarrollo de tecnología", explica Ruben Colomer, director y cofundador de Plug and Play Spain, inversores en jóvenes empresas tecnológic­as nacionales con línea directa con Silicon Valley. "En España tenemos muchísima creativida­d y una tecnología que despunta en muchos aspectos. De hecho, hay infinidad de técnicos españoles trabajando en EE UU en las empresas americanas más punteras. También hay compañías de tecnología españolas que han sido adquiridas por americanas, como Panoramio y Virustotal (compradas por Google). Pero hay varias razones para que no tengamos unicornios en España. Para empezar, los inversores son distintos, no hay rondas de financiaci­ón tan grandes, y si las hay son a valoracion­es mucho más bajas, por tanto la dilución para los emprendedo­res son mayores. Esto hace que los fundadores tengan al final cada vez menos acciones y decidan vender bastante antes de que la valoración de la empresa sea astronómic­a", añade.

LA BARRERA DE LOS 10 MILLONES

Todo es una cuestión de cultura, tanto emprendedo­ra como inversora. "Los inversores en España asumimos riesgos, no cabe duda", explica Colomer, "pero en EE UU se asume mucho más, así que a mayor competenci­a, valoracion­es más altas. Además, la ambición de la mayor parte de los emprendedo­res en España no es tan grande como la de los americanos. Aquí la mayoría se conformarí­a con vender su startup a un alto precio que le permitiera vivir bien el resto de su vida, mientras que en EE UU son más de intentar cambiar el mundo, aunque también hay que decir que es más fácil con el ecosistema que allí hay montado". En España, las grandes inyeccione­s de capital por encima de los 10 millones de euros han sido escasas, aunque en los últimos tiempos parece que el mercado inversor se anima. En 2014 cuatro de las diez principale­s operacione­s registrada­s en el ecosistema español estuvieron por encima de esa barrera de los 10 millones.

"En España un emprendedo­r se conformarí­a con vender su 'start-up' a un alto precio que le permitiera vivir bien el resto de su vida; en EE UU son más de intentar cambiar el mundo"

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