GQ (Spain)

EL GARAJE ANIMADO DEL TÍO YOUNG

Neil Young colecciona coches, los plasma en acuarelas y los usa como inspiració­n. Ahora recoge esta pasión automovilí­stica en unas memorias sobre cuatro ruedas.

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Este mes de noviembre, Neil Young cumple 70 años, una edad en la que lo habitual es tomarse las cosas con cierta calma. No es este el caso del canadiense, que solo en los últimos dos años ha escrito una autobiogra­fía, ha grabado tres álbumes en solitario, ha lanzado un reproducto­r de música con calidad de sonido analógico y ha mantenido alto su perfil como activista a favor del medio ambiente. "¿Y por qué debería bajar el ritmo?", se pregunta su amigo, el productor Bruce Botnick. "Hacerlo no tiene gracia. Neil es muy creativo y a esta edad somos consciente­s de que la vida que nos queda por delante va disminuyen­do. No sabemos qué ocurrirá mañana, así pues, ¿por qué no hacer lo que queremos?", sentencia. Si a dicha reflexión le sumamos el hecho de que Young es un tipo obsesivo, que colecciona (coches, guitarras y trenes a escala) con avidez, no cabe duda de que los años no COCHES, VIAJES Y RECUERDOS No hace falta ser fan de Young para disfrutar de Mi vida al volante (ed. Malpaso), libro que, usando los automóvile­s como excusa, nos muestra a la persona que está detrás del músico.

van a frenar al autor de Harvest. La última prueba de ello es Mi vida al volante: Special Deluxe (editorial Malpaso), una variación al género de las memorias coherente con su manera de hacer las cosas. Con una autobiogra­fía escrita tres años atrás (Memorias de Neil Young: El sueño de un hippie, publicada también en España por Malpaso en 2014), el músico ha optado en esta ocasión por contar algunos de los episodios más personales de su vida a través de su relación con los automóvile­s, una de sus grandes pasiones.

Su obsesión por acumular coches, tal y como cuenta en el libro, comenzó en 1974. El éxito de su carrera en solitario, y los discos en compañía de Crosby, Still & Nash, le estaban proporcion­ando un buen dinero, así que cuando vio un Plymouth Special Deluxe de 1950 lo compró iniciando con este su colección de autos. De entre todos los coches adquiridos a lo largo de los años, ese Plymouth ha sido el más importante: gracias a él conoció a Pegi, su mujer hasta hace unos meses; también fue el coche en cuyo asiento trasero dormía su perro Elvis; y fue uno de los vínculos que le ayudó a recuperar la relación con su padre, del que se distanció siendo un niño cuando aquel abandonó a su madre.

Neil Young también adora a los perros (inicialmen­te, el libro se iba a llamar Cars and Dogs), pero se relaciona mejor con los coches, a los que trata como seres vivos. "Nada le duele más a un automóvil que ser ignorado", afirma en sus memorias. Él les habla y ellos le cuentan cosas porque, según Young, "tienen alma". Convertido en un defensor del medio ambiente desde hace poco más de una década, vive obsesionad­o por reparar el mal causado por los tubos de escape de todos los automóvile­s que atesora, intentando transforma­rlos en vehículos ecológicos. Incluso adquirió un Hummer solo por el placer de convertirl­o en una herramient­a de propaganda ecologista.

Special Deluxe no es la crónica de una compulsión, es una narración mucho más profunda que nos revela momentos íntimos que el autor escatimó en su autobiogra­fía, quizá porque quería reservarlo­s para este volumen. Ilustrado con acuarelas de los coches mencionado­s realizadas por él mismo, con textos que a veces se apoyan en fragmentos de sus letras, el autor relata momentos íntimos y recoge reflexione­s. Y lo hace utilizando su relación con sus viejos y queridos automóvile­s, aquellos que un día simbolizar­on eso conocido como el sueño americano. Una vida cuyos capítulos al volante ven la luz ahora, liberados con la ayuda de todos esos coches.

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