'GROOVE IS IN THE AIR'
Si estás a la caza de un nuevo capricho, esto te interesa: Rimowa ha reconstruido el mítico Junkers F13, la aeronave que cambió la historia de la aviación comercial.y puede ser tuyo.
El cielo no es un límite para Rimowa, la manufacturera de las emblemáticas maletas con ondas. Es, más bien, un ecosistema natural para una firma que abandera el lujo y el estilo viajero desde finales del siglo XIX. Siempre a la vanguardia de la innovación, el sinuoso diseño de sus equipajes pronto se convirtió en el favorito de los valientes que se aventuraban a realizar los primeros vuelos transoceánicos. Hoy, 70 años más tarde, sus trolleys, baúles y neceseres siguen distinguiendo a los pasajeros más aguerridos y elegantes que pululan por los aeropuertos del planeta.
Por eso, aunque nos sorprendió cuando la compañía alemana nos invitó a la presentación de su primer avión en la EAA Airventure de Oshkosh, Wisconsin (la feria más prestigiosa del sector a nivel mundial), no nos pareció una idea descabellada.
Sobre todo porque su consejero delegado, Dieter Morszeck, tercera generación de la familia en hacerse cargo de la empresa, es un apasionado de estos aparatos desde su más tierna infancia. "Mi primer vuelo fue con mi madre en un avión de hélice. Desde entonces supe que quería ser piloto", recuerda. Y así lo hizo: a los 30 se sacó la licencia y poco después adquirió un jet que él mismo maneja cuando viaja por Europa.
LA LEYENDA
La idea de construir su propio avión no sobrevoló la cabeza de Morszeck hasta que cruzó el Atlántico a los mandos de un histórico Junkers JU52 esponsorizado por su compañía. El rugido del motor y la leyenda de la aeronave prendieron la chispa para que el empresario decidiese producir la suya propia. Y no podía ser otra que el emblemático Junkers F13, el primer avión con el fuselaje de metal, que desterró las tradicionales estructuras de madera y lona y las sustituyó por duraluminio, una aleación que ofrece gran resistencia y estabilidad, además de una ligereza extrema.
"El verdadero vínculo entre Junkers y Rimowa es el duraluminio", explica Morszeck. "30 años después de que Hugo Junkers utilizase por primera vez este material en un avión, mi padre tomó la valiente decisión de aplicarlo a las maletas para hacerlas resistentes al clima tropical". La aeronave supuso una revolución para el transporte aéreo de viajeros (de hecho, la llaman "la madre de la aviación comercial"), y Rimowa convirtió las ondulaciones de las planchas de duraluminio en la seña de identidad de sus productos.
DE SUEÑO A REALIDAD
Varios años de investigación y 15 meses de fabricación. Es el tiempo que ha invertido Dieter Morszeck para llevar este proyecto personal a buen (aero)puerto. Y le ha traído más de un quebradero de cabeza. El primero: "No había planos del aparato. Ahí sí que tuvimos un serio obstáculo", apunta. Hoy apenas quedan un puñado de ejemplares de los 330 modelos de F13 que se produjeron entre 1919 y 1932, y ninguno de ellos está en condiciones de ser restaurado para volar. Por suerte, el Musée de l'air et de l'espace de París autorizó al equipo de Morszeck para que escanease el F13 que tiene en sus dependencias y así obtener unos planos computerizados en 3D. De esta forma supieron que necesitarían unas 2.600 piezas y nada más ni nada menos que 35.000 unida-
des de clavos, tornillos, tuercas y otros remaches para ensamblarlas. Un puzle de los buenos.
RÉPLICA (CASI) PERFECTA
El verano pasado, por fin, Morszeck pudo presentar al gran público su nueva criatura, "un avión hecho para divertirse", como él mismo explicó. Su F13 es idéntico al original, salvo por algunos cambios necesarios para adaptar la máquina a los estándares de seguridad aérea actuales. Así, por ejemplo, sustituyó el motor de 310 CV del modelo de 1919 por un Pratt & Whitney R-985 de 1930, con 450 CV.
Pero, por lo demás, su réplica respira la esencia del aparato creado por Hugo Junkers. Por fuera, las ondulaciones de la chapa de duraluminio lo dotan de personalidad, y la cabina de mando, prácticamente al descubierto, recuerda que este avión solo puede ser gobernado por pilotos experimentados. Por dentro, ofrece espacio para dos tripulantes y cuatro pasajeros, que pueden disfrutar de un interior panelado y lujosos asientos tapizados en cuero Alcantara.
El aparato, que alcanza una velocidad máxima de 118 nudos (220 km/h), tiene un rango de vuelo de 350 millas (650 km), una autonomía perfecta para la intención de su constructor de ofrecer un modelo puramente concebido para el disfrute de un vuelo histórico. "Cuando te pones a los mandos tienes la sensación de que hay una aventura esperando por ti", apunta Morszeck.
De momento solo hay un ejemplar finalizado del Rimowa Junkers F13, y hasta el próximo año no realizará su primer vuelo. La compañía espera obtener la homologación de las autoridades de aviación para introducir este modelo en el mercado a lo largo de 2016, que tendrá un precio de unos 2,2 millones de euros.
Calderillas aparte, lo importante, como destaca Morszeck, es que "hemos devuelto al mundo una pieza fundamental del legado cultural que redefinió la industria aeronáutica y la trayectoria de Rimowa a partes iguales". 150 invitados llegados de todos los rincones del planeta para conocer de primera mano el Rimowa Junkers F13. Y ahí, por supuesto, estuvimos nosotros. La compañía alemana escogió la EEA Airventure de Oshkosh como escenario para la presentación de su primer avión, y transformó durante unas horas uno de los hangares en un auténtico club de los años 20, en el que no faltaron caras conocidas (los embajadores de la firma, Alessandra Ambrosio y Johannes Huebl), la mejor música (a cargo de Norah Jones, ahí es nada) y una espectacular puesta en escena con el avión como gran protagonista. Una inmejorable presentación para un aparato que está llamado a seducir a los verdaderos amantes de la aviación y a deslumbrar a cualquiera que tenga un mínimo de sensibilidad estética. Y nosotros la tenemos.
"Hemos devuelto al mundo una pieza del legado cultural que redefinió la industria aeronáutica y la trayectoria de Rimowa", nos explica Dieter Morszeck