Errores que no deberías cometer
1. Mezclar churras con merinas A nadie se lo ocurre salir a la calle con unos calcetines puestos en las manos como si fueran guantes, pero los hay empeñados en probar ante el mundo que un producto para cuerpo se puede aplicar perfectamente en la cara. Allá ellos. Salvo que el fabricante lo recomiende, deberías pasar de ese tipo de experimentos. 2. No cuidar el contorno Atender el corporal, por supuesto. La tripa cervecera, mal. Pero el de los ojos también. Es una zona delicada, de piel muy fina y tendente a la inflamación y la retención de líquidos. Por eso es importante que le apliques productos diseñados específicamente para esa área. Tirar de la hidratante de rostro y extenderla un poco más arriba suele ser, de nuevo, mala solución –aunque hay productos de textura muy ligera que funcionan en ambas zonas–. 3. Perder la calma Está demostrado que una de las principales causas de envejecimiento, si no la mayor, es la inflamación de los tejidos. Nuestros hábitos de vida juegan aquí un papel primordial, pero ponerse una cuchilla de afeitar en el gaznate tampoco ayuda precisamente a que la epidermis mantenga la calma. Un after-shave con pantenol, alantoína o aloe vera restablecerá 4. Encerar antes de barrer Todo tratamiento, incluida la reposición de lípidos por medio de la crema hidratante, ha de hacerse sobre una epidermis libre de suciedad e impurezas. Lo contrario equivale a encofrar tu piel con una película de hormigón armado –una mezcla de grasa, polución, células muertas y todo tipo de partículas– que impide respirar a los poros y provoca imperfecciones y granitos. 5. Exfoliar todos los días No está de más pulir la pintura de un coche cada cierto tiempo, para eliminar la pátina que los años van depositando sobre ella y propiciar que luzca más lustrosa. Pero si lo hacemos con demasiada frecuencia, solo conseguiremos eliminar el esmalte que la protege. Del mismo modo, podemos acelerar la regeneración celular con un exfoliante, pero no más de dos veces por semana.