¿PODEMOS VESTIR UN PANTALÓN DE CHÁNDAL CON UNA PRENDA DE 'CASHMERE'?

Eso de que la vida es un carnaval hay que tomárselo siempre al pie de la letra. Lo que antes resultaba casi criminal, hoy se ha convertido en un fenómeno estandarizado. Desde la dignificación del chándal hace varias temporadas –con los joggers de lana y algodón–, esta primavera A. Mattiussi (arriba), Astrid Andersen y James Long visten a sus hombres siguiendo la premisa athleisure, moda deportiva para no hacer deporte. Lógico, ¿verdad? Este no es el consultorio de Esperanza Gracia ni el diván de Freud, pero para entender las tendencias y el rumbo de esta industria a veces es necesario pararse a observar cómo se comportan sus profesionales. En los últimos seis meses, muchos parecen haberse puesto de acuerdo para reclamar un cambio de paradigma. Raf Simons, Alber Elbaz, Alessandro Sartori o Stefano Pilati han dejado sin cabeza las firmas para las que trabajaban. Casi todos han alegado estrés y ansiedad. Incluso hay expertos que hablan del designerburnout o síndrome del diseñador quemado, una epidemia que alguien debería parar ya.