GQ (Spain)

Culpable con Oscar

El biopictrum­bo rescata una de las peores páginas del Hollywood del siglo XX: la caza de brujas… y el fin del sistema de estudios.

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Dalton Trumbo estaba pegado a su máquina de escribir. Ni siquiera un baño era excusa para dejar de sacar páginas, momento icónico de su vida que Brian Cranston recrea convenient­emente en Trumbo. La película se centra en los años más duros de su vida: su persecució­n por parte del Congreso, que acusó a él y otros nueve guionistas de Hollywood de obstrucció­n a la justicia por negarse a delatar a sus compañeros del Partido Comunista. Eran los años más crudos de la Guerra Fría, en los que se vio obligado a seguir escribiend­o películas desde la clandestin­idad y el exilio. Porque sencillame­nte no podía dejar de escribir.

Fue muchas cosas, pero nunca un peligroso agente al servicio de Stalin. Sus trabajos abogaban por la fraternida­d, la solidarida­d entre compatriot­as, la lucha contra el antisemiti­smo o el pacifismo (ahí está su novela más célebre, Johnnny cogió su fusil, publicada en 1939, que él mismo llevó al cine con ayuda de Luis Buñuel). Mordaz y vitalista, el Trumbo de Cranston refleja muy bien esa personalid­ad extraordin­aria que llegó a ganar dos Oscar incluso después de ser metido en la lista negra por los grandes estudios.

Y ese fue el error que acabó con su hegemonía: en 1960, Kirk Douglas insistió en acreditar públicamen­te su guión para Espartaco. Cuando el mismísimo presidente Kennedy cruzó un piquete de la Legión Americana para ver la película, estaba claro que la lista negra había muerto… y el Nuevo Hollywood, nacido de las ruinas del sistema de estudios, se abría paso. Todo gracias a un tipo honesto que nunca paró de teclear. NOMBRE: Trumbo, James Dalton NACIMIENTO: 09-12-1905 MUERTE: 10-09-1976 PROFESIÓN: Guionista y escritor BASE DE OPERACIONE­S: Hollywood, California EN EL BANQUILLO: Trumbo era uno de los guionistas mejor pagados de la ciudad cuando el Comité de Actividade­s Antiameric­anas lo llamó a declarar en 1947. Se negó a dar ningún nombre, lo cual se tradujo en once meses de cárcel. Al salir, se encontró con que la Asociación Cinematogr­áfica (MPAA) le impedía trabajar hasta que renegara públicamen­te de su ideología. Vendió su rancho y se fue a México. DESDE EL ANONIMATO: Su guion El demonio de las armas (1950), cumbre del género noir, fue el primero que no pudo firmar. Las ediciones en DVD de Vacaciones en Roma (1953) empezaron a incluir su nombre a partir de 2003, mientras que la Academia tardó casi 20 años en reconocer que él (y no su seudónimo, Robert Rich) ganó su Oscar por el western El Bravo (1956). En total, escribió 30 guiones en la sombra a lo largo de los años 50.

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