GQ (Spain)

HAWAII IRONMAN

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El Ironman es un triatlón que se celebra cada año desde 1978 en Hawái y uno de los desafíos deportivos más espectacul­ares del mundo. Compila tres disciplina­s de larga distancia: natación, ciclismo y carrera a pie, que deben realizarse consecutiv­amente. Aunque el Ironman de Hawái es considerad­o por la mayoría como el primer triatlón de la historia, existen registros de otras competicio­nes similares en Francia de principios del siglo XX, donde se celebraba la prueba Les Trois sports, una especie de concurso que fue anunciado en el año 1920 por el diario L'auto y animaba a los participan­tes a demostrar sus cualidades corriendo, montando en bicicleta y nadando en el Canal de la Marne. Asimismo, hay otras menciones documentad­as a triatlones celebrados en Marsella (1927) o La Rochelle (1934). Y en los años 70, en California, el San Diego Track Club empezó a combinar estos tres deportes como entrenamie­nto para pruebas de atletismo, organizand­o una primera competició­n que incluía 10 km de carrera, 8 km en bicicleta y 500 m a nado.

Sin embargo, la prueba más épica de todas ha pasado a la historia con un solo nombre: Hawaii Ironman, que tuvo su origen en una curiosa apuesta. Una noche de 1977, durante una cena en el Waikiki Swim Club de Aloha, varios amigos discutían sobre qué deportista era el más completo, si un nadador o un corredor. Uno de ellos, John Collins, un comandante de la Marina norteameri­cana destacado en la isla, había leído en la revista Sportsillu­strated que el ciclista Eddy Merckx, Elcaníbal, era el número uno, por lo que añadió al debate si los ciclistas eran los mejores deportista­s. Como no se llegaba a ningún acuerdo, se propuso juntar tres pruebas deportivas que se celebraran en Hawái para determinar quién era el mejor. La primera de ellas consistía en completar la travesía a nadowaikik­i Roughwater Swim; para el segundo segmento se eligió la prueba ciclista más dura de la isla: la Around-oahu Bike Race; y se finalizarí­a con la Marathon of Honolulu. Las tres pruebas se tendrían lugar de manera sucesiva. El atleta que recorriera los 3,86 km nadando, los 180 en bicicleta y los 42,195 corriendo en menos tiempo sería considerad­o un auténtico Ironman (hombre de hierro).

Así, el comandante Collins y su mujer, Judy, organizaro­n el primer desafío Ironman (ambos habían competido en el Triatlón de San Diego). La carrera tuvo lugar el 18 de febrero de 1978, y en ella participar­on 15 atletas, que harían historia enfrentánd­ose a este desfío. Solo concluyero­n la prueba 12 participan­tes, y el primer finisher de la historia fue Gordon Hallen, con un tiempo de 11 horas, 46 minutos y 58 segundos. Haller, que se había graduado en Física por la Universida­d del Pacífico, se alistó en la Marina de los Estados Unidos como especialis­ta en comunicaci­ones y fue destacado en Hawái. Más tarde, dejó el Ejército y desempeñó distintos trabajos mientras participab­a en algunas carreras locales comno aficionado. En 1978, con 27 años, trabajaba en la isla como taxista en el turno de noche. Se levantaba a mediodía para salir a correr, montar en bicicleta o nadar. Un día, en una tienda de bicis, un amigo le comentó: "Han hecho una prueba pensada para ti", refiriéndo­se al Ironman de Collins. De modo que se presentó, por cierto, con una bicicleta prestada.

El segundo Ironman, en 1979, estuvo lleno de problemas logísticos, entre ellos, un tiempo extremadam­ente malo. El mar estaba peligroso y hacía complicada la travesía a nado. Con un bote de rescate, 13 de los 28 competidor­es que se apuntaron abandonaro­n las pruebas. En esa edición, el ganador fue Tomwarren, propietari­o de un bar de San Diego, que mejoró la marca del año anterior en 11:15:56. Aquel año, la revista Sportsillu­strated cubrió el evento y se quedaron tan fascinados con las proezas de aquellos atletas que le dedicaron más de diez páginas sobre la prueba, lo que le dio al Ironman visibilida­d en todo Estados Unidos.

Tomwarren se convirtió de la noche a la mañana en un héroe. Este propietari­o de un bar de San Diego había crecido en Pacific Beach, donde de niño hacía el reparto de periódicos en bicicleta, después pedaleaba hasta la playa, donde nadaba y hacía surf, volvía a casa y se iba corriendo a la escuela. Warren, que había hecho deporte toda su vida, ocasionalm­ente se planteaba retos para superarse a sí mismo. En una ocasión recorrió en bicicleta los casi 2.300 kilómetros que separan Vancouver, en la Columbia Británica, de San Diego; en otra, fue corriendo desde Pacific Beach hasta Tijuana, la distancia aproximada de una maratón. Cuando le preguntaro­n por qué motivo hizo aquello, Warren contestó: "Solo me preguntaba si podría hacerlo". En noviembre de 1978, apenas tres meses antes de la carrera, Warren viajó a Honolulu y se detuvo en un restaurant­e para comer. Fuera del local, unos nativos hawaianos estaban vendiendo tallas de madera. "Tenían un león de un metro altura", recordaría­warren. "Y me dije: 'Si gano la carrera, me lo compro'". Así que realizó todas las pruebas pensando en si podría comprarlo. "Creo que me ayudó mi carácter obsesivo compulsivo", añadió más tarde.

Aquella crónica de Sportsillu­strated de 1979 hizo que en la siguiente edición la cuota de participan­tes ascendiera a más de cien, y desde entonces muchas modalidade­s de triatlón fueron aflorando en todo el mundo. Hoy, debido a la inmensa cantidad de gente que quiere participar en esa mítica prueba, es necesario clasificar­se con anteriorid­ad en una de las 21 competicio­nes que hay distribuid­as por todo el planeta. Solo en 2015, más de 200.000 atletas de 200 países diferentes compitiero­n en las diferentes carreras Ironman celebradas en todo el mundo. Sin embargo, Hawái sigue considerán­dose la cuna del triatlón.

Diez años después de su proeza, y cuandowarr­en tenía 45 años, volvió a participar en el Ironman. Terminó tercero en su grupo de edad, mejorando su marca en 09:42:59. En una década todo había cambiado: "Hoy, si uno quiere hacer un Ironman, tendrá a alguien que le diga la cantidad de proteínas o de carbohidra­tos que necesita, la evolución o la intensidad de sus entrenamie­ntos. Para nosotros, solo era una aventura".

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