GQ (Spain)

Un sénior de oro

El jugador estrella del Real Madrid y nueva imagen de H&S está llamado a rematar su año mágico en Brasil. EE UU, espera…

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De acuerdo con los expertos en la materia, bastan unas 10.000 horas de aprendizaj­e para dominar cualquier disciplina. El gran Kareem Abdul-jabbar solía decir que lo bueno y lo grandioso están solo separados por el espíritu de sacrificio. Pero podemos convenir que hay determinad­as cualidades que son difíciles de entrenar, como el talento, el carisma y el liderazgo. Se tienen o no se tienen, y el público soberano pierde el oremus cuando las reconoce sobre la cancha. Por ello, entendemos como normal que ilustrísim­os notarios de Serrano, flemáticos dentistas de Chamberí o respetable­s fruteros de San Blas unan sus cuerdas vocales en el Palacio de los Deportes en alegre y primitivo coro cada semana y emitan gruñidos a medio camino entre el cántico atávico y el grito de guerra espartano. "¡Madridista­s, ¿qué somos?!", les interpela metafórica­mente nuestro protagonis­ta desde el parqué tras un contraataq­ue de costa a costa o un triple imposible. Y todos responden aullando al unísono comogorila­s: ¡Llull!, ¡Llull!, ¡Llull!, ¡Llull!, ¡Llull! Y luego regresan a sus vidas de homo sapiens.

A los jugadores de basket, al contrario que a los toreros, el valor no se les presupone. Los hay de los que dan un paso adelante en los momentos críticos y los hay de los que se esconden como si les quemara el balón en las manos. Sergio Llull es de los valientes. "No sé si por falta de miedo o por inconscien­cia", bromea paragq. Valiente siempre

y un tipo echao palante también. Desde que era un adolescent­e y abandonó el calor de su hogar de Mahón para fichar por el Manresa y consagrar su vida al baloncesto. "En la vida hay que tomar decisiones. A veces son decisiones duras, difíciles, porque irte a vivir solo con 15 años, dejando todo atrás, la familia, los amigos y el colegio… Es como empezar de cero. Me costó un poco adaptarme, pero el tiempo ha demostrado que fue la decisión correcta".

Con un padre exbalonces­tista –"jugaba de alero y muy buen tirador"– y un abuelo entrenador, imaginamos que estímulos para tomarla no le faltaron en casa. Pero de todos modos hay que echarle un par. Cuatro años más tarde, fichó por el Real Madrid y, en 2009, se sumó a la fiesta de la edad de oro del baloncesto español debutando con la selección nacional junto a los Gasol, Navarro, Reyes o Calderón. Con ellos ha ganado ya –se dice pronto– tres Eurobasket y casi –aunque el "casi" no debería aparecer en el vocabulari­o de un campeón– una final en los Juegos Olímpicos de Londres contra las superestre­llas de la NBA. "Mi sueño es conseguir un oro olímpico, sería brutal ganarlo en una final contra EE UU. La última vez en Londres estuvo cerca, fue un partidazo, muy iguala- do, tuvimos opciones hasta los últimos dos minutos. Pero el mero hecho de verles las caras, el respeto que nos tenían y el miedo que les llegó a entrar en algún momento ya fue gratifican­te. Esos jugadores que parecen invencible­s de repente no las tenían todas consigo para ganar. Hasta el entrenador les tuvo que poner las pilas. Así que bueno, a ver si en Río de Janeiro suena la flauta y les plantamos cara".

SIN PRISAS POR LA ÑBA

Este verano comprobare­mos si la flauta dichosa suena afinada. Entretanto, Sergio Llull sigue sumando títulos a su abultado palmarés. Mientras escribimos estas líneas, el escolta del Real Madrid acaba de proclamars­e campeón de la Copa del Rey con el club de sus amores –continuand­o la senda triunfal que, la histórica temporada pasada, llevó al equipo blanco a ganarlo

"Ver las caras de los jugadores de EE UU en la final de Londres, el respeto que nos tenían y el miedo que les entró ya fue gratifican­te"

"Ser imagen de una marca como H&S es algo que me resulta sorprenden­te, porque me considero un tipo muy normal. Cuando era pequeño veía los anuncios que hacían mis ídolos y jamás pensé que un día sería uno de ellos. Pero estoy encantado de colaborar con la marca, porque ya la usaba antes", comparte Sergio con GQ. "Yo creo que los jugadores de baloncesto somos más básicos que los futbolista­s, no utilizamos tantos productos, pero es obvio que hay que cuidar un poco la imagen y me encanta el frescor que tienen todos los champús de H&S, revitaliza­n mi cabello y me lo dejan como nuevo. Además, me suelo duchar antes de los partidos para ir despejado y me ayuda a llenarme de energía".

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