SABORESDEL BOSQUE Y CHOCOLATE
Liquen de reno finlandés con sal de pino recubierto de chocolate; verbena de limón cubierta de chocolate y polvo de grosella; champiñón cubierto de chocolate con regaliz; ñame con cobertura de chocolate y polvo de verbena.
TODO ESTÁ EN EL PELO. El pelo es importantísimo. Mucho más de lo que nunca antes imaginaste; incluso más de lo que crees ahora, cuando, antes de conciliar el sueño, elucubras horrorizado con el número de filamentos cilíndricos de naturaleza córnea que mañana te encontrarás sobre tu almohada. Oscar Isaac (aquí, a la izquierda) resulta perfecto para orquestar esta clase magistral sobre el poder oscuro (y el luminoso) de una buena fuerza capilar. Porque no es lo mismo una melena pródiga en rizos cascabeleros azuloscuroscasinegros… que una cabezota compacta y rapada a dos milímetros dispuesta a lanzarse en picado sobre algún lejano desierto. Hablamos, en definitiva, del inquietante magnetismo del pelo; ese complemento tan prescindible como vital que aporta a todo buen actor el 40% de su carisma (algunas fuentes sostienen que únicamente el 33%).
Cuando Oscar nació era un Hernández más de la vida. Unhijo de cubano y guatemalteca criado en las calles de Miami, ciudad que puede parecer perfecta para jubilarse porque hay mucha playa, mucho calor y mucha tormenta tropical limpiando el aire cada tarde. Pero no, no es oro todo lo que reluce porque ya desde el avión se ve que hay mucho suburbio y en ellos, lejos de Ocean Drive, la vida es más dura y si eres un chaval latino-latino de melena azuloscuracasinegra pues… como que todo te va a costar bastante más que si por tus venas corriese sangre anglosajona. Y Oscar pensó: "A mí no me arrincona nadie porque yo y mis rizos nos vamos a montar un grupito de rock y hasta me voy a sacar el título de guitarra en la escuela de música Juilliard, que es como CCC pero en prestigiosa. Y vale, sí, había actitud y hasta un par de canciones graciosas, pero el invento no daba para tanto, así que: cambio de rumbo.
Al cine le gustan los actores de mirada inquietante, esos que, sin pestañear, lo mismo te despiertan un miedo irracional que una emoción pura o un bajo instinto. Intérpretes que no sabes si suben o si bajan, pero te manipulan a su antojo hasta hacerte afirmar: "¡Este tío es la hostia!". Y luego están los que, como Isaac, tienen otro as en la manga: el talento de su pelo. Aptitud capilar vista en la soporífera Ágora, de Amenábar (rizos de bibliotecario mediterráneo); en la galáctica El despertar de la Fuerza (rizo largo y algo aplastado por culpa de tanto casco de piloto rebelde); en la sesentera A propósito de Llewyn Davis, de los Cohen (ole el pelo folk); en esa maravillosa reflexión futurista que es Ex Machina (rapado a lo nomemiresqueestoymuyloco) o en series bien escritas como Show Me a Hero (casquete capilar a golpe de secador y laca para su personaje, el alcalde deyonkers). Oscar Isaac se estrena ahora con los X-men, volverá al cine de autor y, por supuesto, a Starwars (con idéntico rizo y mayor protagonismo). Hay futuro, señores, porque este inquietante actor de mirada poderosa hace creíble cualquier papel que caiga en sus manos. Eso y su ¡pelopoweeeer! Si se te está empezando a caer (el pelo) lee la sección
de GQ y lucha: puede que aún estés a tiempo.
Implantes y pelucas modernas son la otra opción… aunque asumir con dignidad tu realidad y usar gorras chulas nunca estará de más.
Son antisociales, rebeldes y crueles. Pero su heterodoxa escala de valores siempre desemboca, pese a sus pintas de pendencieros, en el honor. El Tyler Durden de Brad Pitt en Elclubdelalucha (1999) es un ejemplo de cómo parecer un desgraciado y no serlo.