El Pixar que Jobs construyó
Steve Jobs se encargó, ladrillo a ladrillo, de erigir esta sede que ves, justo la que el estudio necesitaba.
Cada detalle del lobby de Pixar fue escogido y supervisado con la intensidad maníaca que caracterizaba a Steve Jobs. Los ladrillos tenían que tener unas tonalidades específicas (12 o 24, según a quién preguntas), fabricarse en un horno concreto siguiendo sus indicaciones y disponerse con los espaciados correctos para generar la atmósfera deseada. Jobs se había gastado unos cuantos millones de su propio bolsillo durante su éxodo de Apple en levantar Pixar, y nadie podía arrebatarle el control: levantar la sede de Pixar (seamos correctos: el Edificio Steve Jobs) "costó tanto tiempo y dinero como una de nuestras películas, pero aquí el director era él", como recordaba John Lasseter, responsable del estudio.
La intención del visionario era crear una atmósfera creativa donde los empleados pudiesen cruzarse de forma casual y entablar conversaciones fácilmente. Las ideas, la innovación, el triunfo, tenía que ser una creación colectiva. Unintercambio fluido y amable en un sector –el tecnológico– repleto de frialdad y exigencia como motor del ingenio. Los cimientos de Pixar.
Esa faceta de Jobs como arquitecto se repetiría al final de su vida: el famoso campus circular de Apple, aún en construcción, es la encarnación final de sus ideas de sociabilidad interna aislada del mundo. El círculo donde ha de decidirse el futuro "no es", señaló Jobs en su última aparición pública, "la manera más barata de construir algo".